Una tríada clave en la formación de la identidad

domingo 02 de junio de 2019 | 6:00hs.
El concepto 'deportista-entrenador-padres' es uno de los desafíos actuales del psicólogo deportivo.
El concepto 'deportista-entrenador-padres' es uno de los desafíos actuales del psicólogo deportivo.
Cristian Avellaneda

Por Cristian Avellanedadeportes@elterritorio.com.ar

Argentina es hacedor de talentos que marcan la agenda mundial en distintas disciplinas como el caso de Messi en el fútbol, Del Potro en el tenis o el paso reciente de Ginóbili en el básquet.
Para alcanzar el éxito se requiere de una formación completa, no sólo deportiva. Porque son pocos los que llegan a la cúspide y muchos los que quedan en el camino, aunque si tomaron las líneas adecuadas podrán aplicar el respeto y la disciplina en cualquier ámbito de la vida.
Para Susana Trinidad, psicóloga especializada en el deporte y la actividad física (M.P 739), los beneficios pueden traer aparejadas distintas situaciones.
“El deporte tiene muchísimos beneficios en la vida del niño como primera instancia. Al igual que la escuela, ayuda a integrarlo en sociedad, le va enseñando a desenvolverse con autonomía, a tener confianza en sus propias habilidades, a adquirir disciplina, a competir, a cooperar y a adaptarse a reglas específicas”, señaló en diálogo con El Territorio.
“La motivación que tiene cada chico al comenzar un deporte por lo general es divertirse, superarse en equipo, hacer amigos. Cuando ‘ganar’ comienza a ser el mayor estímulo es cuando se debe replantear, mediante el diálogo conjunto, para qué se juega y cuáles son las recompensas”, agregó.
Susana forma parte de un equipo interdisciplinario dentro del Ministerio de Deportes de la provincia de Misiones, y aseguró que todo comienza en casa.
“La familia tiene una influencia muy importante en el desarrollo de la formación del niño. En el ambiente deportivo no es diferente y esta influencia es fundamental para la preparación del futuro deportista”, dijo.
“Por eso es que considerar la tríada ‘deportista-entrenador-padres’ es uno de los desafíos actuales del psicólogo del deporte, ya que tanto el entrenador como los padres son pilares esenciales en el desarrollo deportivo de los niños o jóvenes”.
“El éxito depende en gran medida de la convivencia armoniosa y del comprometimiento realizado por cada una de las partes de esta tríada. Y es aquí donde el diálogo entre el niño, sus familias y los entrenadores se torna fundamental”, cerró.
Susana, entonces, da rienda suelta a una batería de posibilidades en el amanecer de una carrera.

¿Son los padres parte del equipo de trabajo deportivo de sus hijos? ¿Cuáles son sus tareas?
Los padres son y deben sentirse partícipes del equipo de trabajo. Son importantísimos para sus hijos y por ello lo que digan, lo que hagan o lo que callen siempre va a sumar o restar en el rendimiento deportivo. El rol que cumplen es tan importante como el del entrenador, por eso hay que ser cuidadosos con el modo.
No hay que confundir implicarse en el deporte del niño con presionarlo. El rol de los padres es el de ser acompañantes positivos…aunque no siempre se sabe cómo manifestarlo.
La presión tiene un significado claro en este sentido, y es exigirle al niño o al adolescente más de lo que puede dar…y con esto me refiero pura y exclusivamente al resultado. Este último no está bajo el total control del deportista, sino que intervienen muchas otras variables que no son controlables, como el rival, el clima, los árbitros o jueces, las instalaciones del lugar donde se desarrolle la competencia o el partido.
Lo único que el deportista si puede controlar es el esfuerzo en el entrenamiento y la optimización de su propia técnica ¿Y esto puede influir en el resultado? Sí, influir por supuesto pero no lo determina. Entonces responsabilizarlo al niño, presionarlo a que sólo gane, genera en él una presión que no la puede manejar y por eso entra a competir y a jugar ansioso, nervioso, con miedo.
Como lo escribe Fenili y Giscafré en su libro 'Mi hijo el campeón': 'el cementerio del deporte está lleno de talentosos. Los adultos muchas veces lo malogramos: tanto como padres para que realice nuestro propio sueño frustrado o nos salve económicamente, o como entrenadores al destruir el placer o disfrute del juego con metas altas que apuntan sólo al alto rendimiento'.

¿Qué efectos puede tener el insulto de un adulto hacia un niño tras una mala actuación deportiva en un espacio público?
Los efectos pueden ser muy dañinos tanto para la salud mental y psicológica como para el rendimiento deportivo del niño o adolescente.
Es común encontrar que éstos se sientan presionados ante comentarios de sus padres, generalmente por críticas no siempre constructivas, o ante la sola presencia de ellos en un partido, sabiendo de antemano que se convertirán luego en jueces del niño.
Los errores o la experiencia negativa van a estar presentes siempre en el deporte, estos son los que permiten al deportista el aprendizaje y el crecimiento constante. Pero hoy se juega menos, se disfruta menos y se aprende menos…el triunfo a cualquier precio es el único valor sustentable.

¿Cuál es la solución?
No me gusta hablar de una solución única o generalizada, pero creo que el primer paso que se puede proponer en nuestras áreas de acción cotidiana es el cambio de mirada, que el deporte infantil y juvenil sea tanto para chicos, padres y entrenadores un lugar de encuentro, de expresión, de crecimiento y de alegría en el que competir sea un desafío y no un sufrimiento producto de presiones.
Creo que es fundamental que los padres puedan regular las expectativas en relación al futuro deportivo del niño/adolescente, por más que sea bueno técnicamente.
Su hijo/a quizás algún día juegue o compita en otro país, o tal vez solamente juegue los domingos con sus amigos o termine siendo el entrenador de un club acá de la ciudad...eso no tiene que importar, él tiene que saber que los padres estarán ahí para amarlo siempre. Si querés que tu hijo disfrute el deporte, disfrútalo con él”.


“Un insulto es violento y una palabra puede doler más que un golpe”

La licenciada en psicología Pamela Sena (M.P 741), con orientación
en psicoanálisis de niños, aclara que los padres canalizan sus expectativas, deseos y frustraciones no solamente en el ámbito deportivo, sino también en el escolar y artístico. “Es esperable que en la adolescencia esto se revierta, es cuando los hijos empiezan a descubrir sus verdaderos intereses, defender su postura y pensamientos propios desligándose un poco de la demanda de los padres. Es sano y constitutivo para el psiquismo que esto suceda”, señaló.
“El aparato psíquico de un niño está en plena constitución, es decir, que algo puede ser determinante como también puede llegar a ser modificado. De todos modos, es importante destacar que todo lo que suceda en estos primeros años de vida deja una huella. El discurso de los padres es de suma importancia para el niño, debido a que son los primeros vínculos que forman en su vida. El modo en que son alentados, queridos y hablados repercutirá en la manera en que ese niño luego se desenvolverá en la escuela, con sus amigos, en espacios deportivos, en su adolescencia, y luego en su vida adulta. Amamos como fuimos amados".
“Un insulto es violento, y una palabra puede doler más que un golpe.
Si constantemente una persona escucha que es ‘un inútil’, lo más probable es que con el tiempo, esa persona se identifique a ese lugar que le asignaron y se convenza de que es así”, agregó.
“Un punto a tener en cuenta es que, si un niño crece con la idea de que no puede perder, o que perder es ‘malo’ se está enseñando a no tolerar las frustraciones, a no poder superar obstáculos que se presentan. Acaso ¿existe una vida sin frustraciones, sin decepciones?.
“Mi sugerencia para alguien que intenta 'imponer' una idea es que desista, ya que lo considero una batalla perdida”, cerró.