Tradiciones y costumbres de Semana Santa

Por Pamela Navarro pamelanavarro91@gmail.com

Hablemos de costumbres y tradiciones de Semana Santa, de cuestiones, hábitos y actitudes que se fueron perdiendo.
Hoy no podemos menos que indagar a quienes palparon aquellos tiempos tan remotos, que parecieran que fue ayer. Para ellos, era inimaginable esa transformación que sufrió la naturaleza y todo lo que lo rodea a nuestra provincia, entre ellas, también, sus tradiciones.
Era difícil salir del letargo pueblerino, “con pausa y sin prisa”. Esto se denotaba en el caminar cansino, hablar pausado, andar a caballo o vestirse de traje, corbata y sombrero los hombres. Las mujeres: con polleras largas o debajo de las rodillas.
Entraban al templo San José, con vestimentas especiales, blusas y vestidos de mangas largas. Las mujeres, mantillas, velos de tul blanco o negro en la cabeza o de sombrero “paquetón”. Y “¡guay!” quien no cumplía, debía permanecer fuera del templo.
Para los misioneros, la Semana Santa era sagrada. Ya antes del miércoles de ceniza quedaba suspendida toda reunión bailable. Las abuelas eran las más “santularias”, no salían del lado de sus nichos donde guardaban las figuras de yeso de Jesús crucificado y su madre, la Virgen María, como los santos. Y rezaban el Vía Crucis y las novenas a toda hora.
Todo en un clima especialmente preparado para ello. Era lúgubre, ya que con tristeza se recordaba el padecimiento de Jesucristo y su crucifixión. No se escuchaba radio, aunque Radio Nacional trasmitía músicas sacras. Los niños no debían pelear ni decir malas palabras. Tampoco debían tentarse de risa en las largas siestas ni cantar, gritar, pelear; sólo, como penitencia, rezar de rodillas.