Todos somos torpes en el amor

domingo 15 de septiembre de 2019 | 5:00hs.
Todos somos torpes en el amor
Todos somos torpes en el amor
María Elena Hipólito

Por María Elena Hipólito sociedad@elterritorio.com.ar

Diez minutos. Es todo el tiempo que tienen dos enamorados para concretar lo que desean. Pero la incertidumbre, la inseguridad y los pensamientos pueden jugar más de una mala pasada.
El viernes por la noche subió por primera vez al escenario ‘Diez minutos antes del beso’, una obra Alberto Rojas Apel, dirigida por Williams Sery y con las frescas actuaciones de Emilia Tarragó y Matías Pintos. Esta producción de Espacio Base es una comedia divertida, que desata carcajadas y volverá a Sala Tempo el viernes 20 a las 20.30.

En los zapatos del otro
Resulta casi imposible no identificarse con Beto y Maricel. ¿Quién no se ha sentado frente a frente con una persona a la que recién está conociendo pero con la que quiere tener algo más? Algo más que una charla y momentos divertidos, algo así como un beso para saber si al otro le pasa lo mismo.
Beto y Maricel se encuentran en un bar y las horas se les pasaron volando entre charla y charla. La atmósfera se deshace cuando el mozo les advierte que les quedan diez minutos para cerrar.
Diez minutos pueden significar una eternidad o un suspiro. Son 600 segundos en los que estas dos personalidades totalmente diferentes tienen para decidirse a lograr el cometido.
Ella: dulce, encantadora, decidida pero no ‘regalada’. Quiere dar el primer paso pero no herirlo en su hombría. ¿Le gustaré como amiga? ¿Estará saliendo con otra y no me lo puede decir? ¿Le gustará Leonardo Sbaraglia?
Él: medio torpe, tímido, indeciso. Quiere avanzar pero no hacerla sentir incómoda. ¿Se estará aburriendo? No quiere tomar más nada, no quiere ir a otro bar, no le apetece que haga otros trucos de magia ¿Qué querrá?
Y a medida que se da la charla entre Maricel y Beto, también hablan sus voces interiores, las que dicen la posta y los hace sentir hasta incómodos. Estos dos personajes que pisaron las tablas de la Sala Tempo -llevados a su máximo nivel de comicidad por Emilia y Matías-, sacaron carcajadas muy audibles al público.  
Es que el teatro produce identificación. Las experiencias de los personajes logran una complicidad con el auditorio y el que lo ve llega a sentirse menos solo, un poco menos absurdo y más comprendido. Es al mismo tiempo encuentro, charla y un tema para conversar antes de dormir. Porque al fin y al cabo, todos somos medios torpes en el amor.