Reivindicar a Misiones (Parte X)

martes 18 de septiembre de 2018 | 6:00hs.

Por Alberto Monaca Periodista y escritor

La verdad que muchos creerán que no es cierto, pero en las calles de la Ciudad de Buenos Aires virtualmente Misiones no existe. Y si en algunos casos se la menciona, o no se dice la verdad o también se asiste a una perversa maniobra de borrarla de la historia argentina.
Ejemplos: en el Diccionario de las calles de Buenos Aires, todas las provincias de Argentina figuran en sus calles, algunas inclusive con el nombre de su capital: Buenos Aires, Corrientes, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Neuquén, Chaco, Chubut, Santiago del Estero, San Juan, Santa Fe, Santa Cruz, Tierra del Fuego, Formosa, Jujuy, San Luis, Salta, Córdoba, Catamarca, La Plata, Paraná, Viedma y Ushuaia. ¿Y Misiones? En la página 122, dice: Nombre del Territorio creado por Ley Nacional en 1881. Fue descubierto por Alvar Núñez en 1542 al alcanzar el Salto de Guayrá. Allí se establecieron las primeras misiones jesuíticas en 1609, con la fundación de San Ignacio. En 1814, por decreto de Posadas se anexan las Misiones a Corrientes, que ya pretendían los brasileños; por dicho antecedente, se designó Posadas, en 1881, a la capital de Misiones. Como puede apreciarse se oculta que Misiones fue la provincia más antigua de Argentina y la primera en adherir a la Revolución de Mayo, como también que Alvar Núñez Cabeza de Vaca fue el que descubrió las Cataratas del Iguazú. Respecto a la pretensión de los brasileños, fue justamente la excusa del gobernador correntino Pedro Ferré para usurpar las tierras de la Histórica Provincia de Misiones, en 1830.
Página 64: El Misionero: entre nosotros, sacerdote de las reducciones jesuíticas. Ha dado nombre a una poseía de Ricardo Gutiérrez. Página 146: Posadas, Gervasio Antonio (1759-1833) Director Supremo designado por la Asamblea del año XIII. Su mandato duró exactamente un año, cuando lo reemplaza su sobrino, el ambicioso Alvear. Páginas 34 y 95: Cacique: jefe de una tribu aborigen. Como prototipo mencionaremos a Andresito, quien combatió al lado de Artigas. Itaquí: quiere decir, para los entendidos “piedra de amolar”. Arroyo tributario del Uruguay, en Corrientes, donde el 19 de enero de 1817, Chagas derrotó a “Guaicarari” (Andresito), cacique al servicio de Artigas; destruyó luego las siete misiones orientales. Ni remotamente, como sucede con las calles de Güemes, dice la verdad sobre su lucha desigual contra Brasil, Paraguay y Buenos Aires en defensa de la soberanía nacional. Asimismo, esa rara redacción da a entender que Andresito “destruyó siete misiones jesuíticas”. Página 64: El Litiral: Región argentina que comprende: Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes. Para ese Diccionario y la Ciudad de Buenos Aires, es evidente que Misiones no existe. Página 37: Candelaria: Población de las Misiones, fundada por Ayolas el 2 de febrero de 1537. Reducción de indios y capital del imperio jesuítico. Sitio del cuartel general de Belgrano en 1810 antes de cruzar al Paraguay.
Se consigna también que hay varias calles donde se destacan quienes colaboraron con Belgrano en el Paraguay, pero no se incluyen los 500 guaraní-misioneros que voluntariamente cruzaron el Paraná en su apoyo y menos que el 30 de diciembre de 1810, de regreso de ese país, escribió el Reglamento Provisional (una suerte de Constitución) para la Histórica Provincia de Misiones.
(...) Tampoco figura Pablo Areguatí, se cree que fue nativo de la Reducción Jesuítica de Concepción de la Sierra, y que, en 1823, fue gobernador de ese patrimonio argentino usurpado por los ingleses diez años antes. Pero él, como un orgullo más para Misiones y los misioneros fue el primer presidente de la Aduana Nacional y posteriormente, como le faltaban pocas materias para recibirse nada menos que “doctor en leyes”, también fue distinguido como miembro de la justicia nacional. Sobre este hecho vale la pena recordar que, al enterarme que la ex-presidente de la Nación, Cristina Kirchner, iba a reiterar la reivindicación de las Malvinas en las Naciones Unidas, en varias notas sugerí, una vez más a los gobernantes de entonces que aprovecharan esa oportunidad para reivindicar a Misiones ante el mundo. Pero ni a nivel nacional trascendió. Al contrario, en cadena para que todo el país lo sepa, como era costumbre de la señora presidente, tributó homenaje al “Gaucho Antonio Rivero”, en el 179° aniversario en que éste había izado la bandera argentina en las Islas Malvinas el 16 de agosto de 1833, es decir exactamente diez años después de haberlo hecho el ilustre indio misionero Pablo Areguatí (...).

Más ejemplos
En la página 108 figura Santiago de Liniers, Virrey, donde se narra una extensa información destacándose se “descollante actuación en las invasiones inglesas, por lo que el Reino de España lo distinguió como Virrey” en 1808. Pero, igual que en otros ejemplos, por lo visto no tuvo ninguna relevancia que Liniers, en 1803, se crea la Provincia Hispánica de Misiones, con Capital en Candelaria, sin dependencia ni de Asunción como tampoco de Buenos Aires y es designado gobernador por el Reino Español. Años después es reemplazado en ese cargo, por Bernardo de Velasco, y sustituido después por Tomás de Rocamora. Se consigna además que en las páginas 18, 43, 47, 59, 62 y 77, tienen referencias con esas invasiones, pero tampoco se destaca la patriótica participación que tuvieron soldados de los pueblos originarios de Misiones.
Tampoco en las calles referentes a la guerra contra el Brasil figura Félix Aguirre quien, como gobernador de la Histórica Provincia de Misiones, de inmediato, con los últimos soldados guaraníes-misioneros, se unió a ese otro misionero, Carlos María de Alvear que fue el vencedor de la batalla de Ituzaingó, el 20 de febrero de 1827. A su vez, en la página 129, figura Juan Bautista Neumann, sacerdote jesuita que en las Misiones guaraníes en 1703 dirigió la primera imprenta de la Argentina, señalando que en 1705 se imprimió el primer libro.
Lo que se omite es que fue en la Reducción de Loreto, que está en Misiones y que, junto a las reducciones de Santa Ana, San Ignacio y Santa María la Mayor, son Patrimonio de la Humanidad, y el primer libro impreso fue, en 1700, que fue El Martirologio Romano.