“Perdí una pierna, no mis conocimientos ni mis capacidades”

domingo 19 de enero de 2020 | 5:00hs.
“Perdí una pierna,  no mis conocimientos ni mis capacidades”
“Perdí una pierna, no mis conocimientos ni mis capacidades”
En la noche del 6 de agosto del 2017, Cristian Fernández (41) conducía su moto Zanella 200 y llevaba como acompañante a su novia, cuando al llegar a la altura de Villa Armonía, sobre ruta nacional 14 en sentido Leandro N. Alem-Oberá, fueron embestidos por un Renault Megane que transitaba en la misma dirección. 
Las pericias determinaron que al momento del choque el auto circulaba a 140 kilómetros por hora. Fernández y su pareja recibieron el impacto sobre el lado izquierdo y fueron despedidos varios metros. 
“Todavía no entendemos cómo estamos vivos, porque el golpe fue tremendo. Mi casco quedó adentro del auto y volé como 30 metros. Yo perdí una pierna, pero soy consciente de que podría haber muerto en el acto”, reflexionó. 
Sin dudas, un hecho que marcó su vida y la de su acompañante, quien sufrió una triple fractura de pierna izquierda y, a dos años y medio del siniestro, aún no camina.
Tras una larga recuperación y la lucha con el seguro, Fernández pudo adquirir una prótesis que le permite movilizarse casi con normalidad, aunque afronta otra secuela del accidente: la falta de oportunidades laborales por su condición. 
Al respecto, en diálogo con El Territorio opinó que “hay muchos prejuicios e ignorancia en la gente. Yo perdí una pierna, no mis conocimientos ni mis capacidades. Puedo y necesito trabajar, pero no me dan la oportunidad”.
Padre de tres hijos, contó que trabajó desde los 15 años, primero en el rubro panadería y luego en construcción. 

Volver a empezar
“Cuando me accidenté me iba muy bien. Ese día viajamos con mi novia a Alem para ver una moto más grande que quería comprar. Pero por esas cosas del destino, llegamos a Alem y el vendedor no apareció; así que dimos unas vueltas, volvimos y en el camino nos chocaron”, precisó. 
Lo primero que recuerda posterior al siniestro es despertarse en el hospital Samic de Oberá y ver a su hermana llorando. 
“Le pregunté que le pasaba, porque no me había dado cuenta. Ahí me contó que me tuvieron que cortar la pierna”, agregó. 
Permaneció internado un mes y medio, pero durante mucho más tiempo sintió picazón en la pierna que ya no está, un síntoma común en los amputados.  
Fueron tiempos complicados, sin ingreso ni obra social, puesto que también debía asistir a su pareja. 
En el medio tuvo que cambiar de abogado en el trámite del seguro, ya que el primero trató de estafarlo, aseguró. 
“Se hace todo muy difícil. Por ejemplo, de los 100 amigos que tenía me quedaron cinco”, afirmó. Pero lejos de la autocompasión, se mostró fuerte para afrontar el futuro: “Por ahí algunos me cuestionan que volví a andar en moto, pero hay que seguir viviendo y es el medio de transporte que puedo pagar”.
“Yo quiero trabajar, que me den la posibilidad de demostrar que puedo desempeñarme y ser útil. Tengo una discapacidad, nada más. No soy un inválido y puedo hacer muchísimas cosas, como tanta gente que está en mi misma situación”, remarcó.