Entrevista a la escritora y docente Evelin Rucker
“Saber comunicar y saber escribir bien nos da libertad de expresión”
En este presente en el que las personas escriben y leen en línea a diario y comunican ideas y opiniones en redes sociales con un alcance inédito, pareciera vivirse una democratización en la circulación de voces y miradas.
Pero entre tanto uso de la palabra, tanto exceso discursivo se corre el riesgo de enredar y confundir. “No aclares que oscurece”.
Para que la comunicación pueda lograrse de manera efectiva lo mismo en una parada de colectivo, en un chat de internet o en una entrevista periodística por ejemplo, es vital volver a la fuente, revisar las normas lingüísticas para asegurarnos de que estamos diciendo exactamente aquello que queremos decir y también poder revertir frecuentes errores, que de tan instalados los repetimos de memoria.
Acerca de la importancia de las reglas ortográficas, la característica viva de la lengua y el horizonte que abre cultivar un amplio lexicón, se refirió la escritora y profesora de Letras Evelin Rucker en esta nueva edición de Charlas con El Territorio. “La importancia de expresarnos correctamente es que nos da libertad de expresión, para que realmente lo que escribimos o lo que decimos se entienda tal como nosotros queremos”, sostuvo.
La docente publicó en marzo pasado de manera virtual Ortografía Tóxica (errores que no sabemos que son errores), un libro que es el fruto de su extensa experiencia en las aulas y de labor con las letras y que en clave didáctica se adentra en nociones prácticas para un correcto uso del idioma. En su formato PDF este texto se convirtió en un material de consulta permanente y lo piden de distintas partes del país y de otros países.
Disponer de las herramientas para comunicar nos permite encontrarnos con un otro en la palabra, plantear nuestra postura de forma asertiva, también verbalizar emociones y sentires.
Serrat en su canción se declara partidario de las voces de la calle más que del diccionario. La profesora, sobre esta poética elección, dijo situarse en el medio. “Sin extremos, como usuarios de la lengua somos todos nosotros quienes impulsamos cambios o maneras de comunicarnos y por eso se dice que el idioma no está quieto, que está vivo, pero también hace falta seguir las reglas para que podamos entendernos, de esta manera se enriquece el idioma”.
Profesora, ¿qué es eso de que hay una ortografía tóxica?
Hay una queja muy generalizada de que los jóvenes no leen o que escriben mal, con errores ortográficos, falta de concordancia, y claro que esto se traslada a la oralidad, porque en general escribimos como hablamos. Pero la realidad es que no sólo los adolescentes, los jóvenes, los estudiantes tienen dificultades. ¿Cómo escribimos los responsables de la palabra, los que trabajamos con la palabra como herramienta y materia prima? Hay errores en los medios de comunicación, hay errores en los docentes, también los escritores, que serían expertos de la palabra, a veces tienen errores ¿Entonces cómo podemos exigir que los jóvenes no se equivoquen nunca? Creo que debemos ser más cuidadosos y tener respeto por la palabra. Y acá aparece una cuestión que yo hace muchísimos años voy viendo por mi profesión: hay errores que son tan comunes que ni siquiera sabemos que son errores.Ya damos por hecho que se escriben así. Entonces este libro que titulé Ortografía Tóxica es una compilación de muchísimos años de trabajo y de mucha experiencia docente. Y yo marco esos errores que no sabemos que son errores y busqué una manera sencilla de exponer cómo reconocerlos. El texto tiene ejemplos, juegos e invita al diálogo y sobre todo a cuestionarse, a preguntarse.
¿La ortografía y la gramática no se aprenden de una vez y para siempre?
Son contenidos que se dieron en la escuela primaria o secundaria. Las reglas están ahí, las vimos en los trayectos escolares, pero a veces no son tan fáciles de entender e incorporar. Yo busco una manera de simplificar, y sobre todo de instalar la duda, de que cuando escribimos o hablamos nos preguntemos “¿está bien dicho?”, “¿se escribe así?”, porque sin la duda es imposible darnos cuenta de si estamos en un error o no.
¿Por qué tenemos que escribir bien y hablar bien? ¿Para qué sirve?
Para que se nos entienda. Vos fíjate, si, por ejemplo, escribís mal algo que querés mucho que el otro logre entender, el otro no te entiende o entiende otra cosa. Tenemos una responsabilidad de expresarnos bien, más los que trabajamos con la palabra. Y a veces un punto, una coma, cambia el sentido. Es importante conocer cómo se usan los signos de puntuación, pero metemos comas por cualquier lado, puntos por cualquier lado; hay que seguir las reglas para poder entendernos.
¿Este panorama se complejiza más con la tecnología y las redes sociales?
Yo pienso que no, en realidad pasa que se ve más. Porque hoy en día, con las redes sociales, nosotros escribimos más que lo que hablamos y los errores quedan en evidencia. Antes te podías escribir una cartita con tu novio y solamente la leía tu novio. Podías tener errores o no, pero quedaba todo ahí, era más íntimo. Hoy en día lo hacemos todo en las redes sociales y lo ve el mundo. Y entonces se ven los errores. Y parece como que la gente hoy escribe peor que antes, pero no creo, sólo que se ve más y se escribe más, y eso de escribir más tiene su lado muy positivo también.
¿Las redes serían como un espejo de cómo escribimos? ¿Nos reflejan cómo nos comunicamos?
Claro, no es que la tecnología sea la causa de que haya más o menos errores. La gente por ahí dice “antes se escribía mejor”. Yo digo ajá, ¿en qué te basás? ¿En los libros de Borges, de Cortázar? Bueno, ellos eran geniales. Pero en ese tiempo mucha gente ni siquiera escribía. Porque tampoco era necesario. Hoy estamos hablando de una sociedad alfabetizada en su mayoría y que con las pantallas escribe todo el tiempo. Y lo importante es expresarse bien porque todo nuestro mundo lo ponemos en palabras.
¿Qué nos falta para avanzar en una mejor escritura?
Los chicos en la escuela, los adultos, en todas las franjas etarias y en todos los ámbitos hay problemas de escritura y de comprensión. En la universidad vemos problemas para comunicarnos. Por eso yo lo más importante que puedo transmitir a mis alumnos es la duda. Si vos creés que escribís bien, no lo vas a corregir nunca. Si tenés dudas, te vas a preguntar, ¿y qué hacemos con una duda? ¿A dónde recurrimos? Al celular, que lo tenemos pegado en la mano. Hoy no tenemos que ir a una biblioteca (física), en el celular está la biblioteca más grande del mundo, pero ¿cuándo voy a consultar? Cuando tengo dudas, cuando empiezo a preguntar, también ahí empiezo a aprender, a comprender.
Si nos circunscribimos a Misiones, ¿cómo hablamos y escribimos los misioneros? ¿Hablamos mal?
Acá tenemos el leísmo como una característica distintiva, pero en realidad, en cada región donde se habla nuestro idioma, en tantos países del mundo que se habla castellano, hay modismos y regionalismos. No somos sólo los misioneros. Ahora, a los modismos tenemos que respetarlos y tenemos que utilizarlos correctamente, porque son parte de nuestra cultura e identidad tan rica y no está mal. Pero igualmente tienen una norma, un contexto. Quizás no se usa en un texto académico, pero si yo te digo “hoy estoy argel o pichada”, vos me entendés y eso es muy nuestro y tiene una gran belleza, porque nos define de alguna manera. Y así hay tantas otras palabras maravillosas, pero tengo que saber en qué contexto usarlo.
En este momento en que hay mucho conservadurismo, ¿cómo ve al lenguaje inclusivo?
Yo pienso que el lenguaje inclusivo está muy vivo. El lenguaje inclusivo no nació en Argentina, y en todos los idiomas está. Es un movimiento que tiene que ver con cambios que ya ocurrieron en la sociedad. Por ejemplo, mostrar las diferencias de género que antes no se aceptaban, que estaban escondidas pero que existían. Hoy se las ve, se las respeta y se las acepta. Y el lenguaje tiene que acompañar esos cambios. No le tenemos que tener miedo al lenguaje inclusivo porque tampoco es obligatorio. No se puede prohibir y no es obligatorio. Esto es un punto muy bonito. Lo mismo te diría yo de los regionalismos o los modismos. ¿Yo puedo prohibir que alguien hable con regionalismos? Claro que no. ¿Te puedo obligar a incorporarlos? No. Pero enriquecen el idioma. Puede parecer que en Misiones no usamos tanto lenguaje inclusivo, pero tengo muchos alumnos que lo usan. Y, claro, después están los que lo utilizan como burla y le ponen una “e” a cualquier palabra. Pero yo lo veo muy vivo, muy vigente, con mucha fuerza.
¿Existe la policía de las letras? un rol que muchos le atribuyen a la RAE
La Real Academia Española (RAE) y la Academia Argentina de Letras son muy respetables. La RAE dicta las leyes sobre la escritura. Pero siempre de acuerdo a lo que se habla. ¿Quiénes creamos la manera de hablar? Los usuarios de la lengua, nosotros todos. Por eso el idioma cambia tanto. No es algo fijo, quieto. Y podemos volver al ejemplo del lenguaje inclusivo, que se va dando naturalmente entre la gente. A veces estos cambios se terminan dentro de un tiempo y en otras ocasiones perduran a través del tiempo. Es cierto que la RAE es una institución que tiene muchos años y que es patriarcal y que hay cambios o palabras que no acepta, pero eso tampoco impide que la gente hable, que la gente se exprese.
¿Se termina alguna vez de aprender a escribir bien?
Nuestro idioma es uno de los más difíciles, y es tan rico, y no terminamos de aprender nunca. Eso es apasionante. Yo sigo aprendiendo, yo no me la sé todas. Sigo aprendiendo y dudo, y voy a buscar respuestas. Hay que cumplir las reglas gramaticales y ortográficas para que te entiendan, pero cuanto más sabés una regla y la rompés, estás haciendo arte, pero siempre conociendo las leyes.
¿Hoy se habla y escribe con menos palabras? Eso es algo que se dice mucho también. ¿Qué me diría sobre eso?
Sí, bueno, ahí estoy de acuerdo un poquito. Yo veo mucho en mi trabajo docente que los estudiantes manejan un lexicón pequeñito, muy pocas palabras. ¿Y qué ocurre con eso? Y, obviamente, tenemos menos libertad de expresión. Porque fijate que esto también es algo de lo que se habla mucho, de la libertad de expresión. La libertad de expresión, más allá de que vos puedas ir a un medio de comunicación a decir algo que quieras, tiene que ver con poder decir eso que quiero decir, como yo quiero. ¿Y si yo no sé expresarme? ¿Y si no tengo las palabras para expresar de manera coherente una idea, una opinión, una reflexión? Y ahí falta en primer lugar lectura, para poder expresarme y no ir al coso del cosito.
¿Podemos decir que hablar y escribir bien sirven para la vida? A veces en nuestro paso por la escuela no sé si queda tan claro eso.
Obvio, sirve para la vida, para en la vida poder decir lo que yo quiero y tener una voz y un pensamiento. Por ejemplo, poder ir a quejarme ante una institución por algún problema de mi barrio y hacerlo de manera correcta para lograr una respuesta. Leer mucho, escribir bien, manejar muchas palabras nos ayuda a decir lo que queremos decir y cómo lo queremos decir para que el mensaje llegue claro. Saber comunicar y saber escribir bien nos da libertad para expresarnos, libertad de expresión.
Perfil
Evelin Inés Rucker
Docente, escritora, correctora
Evelin Inés Rucker es profesora de Letras, escritora, correctora, crítica literaria, da talleres de escritura para público en general y se desempeña como docente universitaria. Nacida en la ciudad de Montecarlo, desde hace años está radicada en Posadas. Publicó libros de literatura infantil, novela autobiográfica y también relatos en antologías.
Algunos de los títulos editados son ‘Pitzi’ (2012), ‘El libro de la madre tierra’ (2014), ‘La mariposa Inés’ (Colección Taca Taca 2014), ‘El Ogro Juanito’ (2016), ‘Helado de Chocolate’ (2022) y ‘Ortografía Tóxica’ (2024, formato virtual). Más sobre la autora, en IG @ruckerevelin y FB/Evelin Rucker.