El maestro Gaspar Meres sigue imponiendo cultura en las esquinas posadeñas
Gaspar Meres, bandoneonista, en otros tiempos, con su bandoneón nuevo y lustrado haciendo de las suyas en compadronas pistas de baile. Hoy por las calles deleitando con su música al pasar. Atrás quedaron esos viejos tiempos con su conjunto. Algún que otro posadeño se acordará tal vez de su figura musical, recordando momentos inolvidables de una Posadas con olor a tierra mojada.
Hoy, don Meres, con su viejo bandoneón se la rebusca en las esquinas de Posadas, esperando que los sonidos errantes y particulares de su instrumento les saque al menos una sonrisa en la vida gris de su fugaz auditorio.
Todos los días, a la misma hora, deleita a quien pasa apresurado por la esquina de Ayacucho y San Martín de Posadas, devenido en uno de sus escenarios vivos para el arte. Y así, continúa transformando las esquinas en escenarios vivos.
Tal vez pensando en qué trámites falta aún realizar, el inconfundible sonido de su caja sonora, obliga sin dudarlo a girar la cabeza, parar un momento la marcha y escucharlo. Él, gustoso por tener una pequeña audiencia y a la vez por saber que puede llevar, al culminar la jornada, algún bienestar a su casa.
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