Por la caída de las ventas, cada vez quedan menos chiperos en Santa Ana y Candelaria

"Antes se vendía en los colectivos, en los autos que pasan por la ruta", señaló Pepe Besbergui. En consecuencia varios se vieron obligados a cambiar de rubro.
sábado 13 de enero de 2024 | 21:08hs.
Por la caída de las ventas, cada vez quedan menos chiperos en Santa Ana y Candelaria
Por la caída de las ventas, cada vez quedan menos chiperos en Santa Ana y Candelaria

La chipa de almidón fabricada en Santa Ana y Candelaria fue durante décadas el sustento de muchas familias, cuyos integrantes comercializaban el producto a la vera de la ruta 12, donde era común ver a los vendedores con el uniforme amarillo que los identificaba. Actualmente el rubro tuvo una caída fenomenal, y en consecuencia, alrededor del 80% de los vendedores buscó otra alternativa laboral porque las escasas ventas no alcanzan para llevar adelante la economía familiar y son pocos los que aún resisten.

Mónica Rodríguez dialogó con El Territorio. Junto a su familia son propietarios de la chipería local y la mujer no ocultó su preocupación. "Es muy triste estar en esta situación. Toda mi familia siempre se dedicó al rubro, muchos criaron a sus hijos y vivieron tranquilamente. Pero en la actualidad la poca demanda es muy notoria y se debe a que la materia prima para la elaboración del producto subió demasiado, por lo que la chipa también aumentó su costo", contó Mónica que dejó en claro que nunca habían tenido tan pocas ventas como ahora.

De los 30 vendedores que tenían con los que cubrían Candelaria, Fachinal, Profundidad y Garupá, en la actualidad solo quedan dos y ella junto a su esposo se sumaron a la venta callejera. "Es imposible sostener el negocio ya que pagamos el alquiler del local, además subió la energía eléctrica, el agua. Nos vimos obligados a implementar otras cosas para seguir trabajando, mi hijo hizo un curso intensivo de panadero y así fuimos implementando la venta de pan para poder seguir", sumó al relato.

Si bien antes el público compraba el producto cuando pasaban por la ruta en destino a otra localidad, ahora piensan dos veces antes de gastar cada peso. "Antes que una chipa optan por medio kilo de pan y no es que uno quiera cobrar de más, sino que los altos costos de los servicios y la materia prima hacen muy difícil la situación", explicó aunque no pierde las esperanzas de que la situación mejore.

Los vendedores que tenía Mónica cambiaron de rubro para seguir sosteniendo sus ingresos. Actualmente algunos se dedican a cortar pasto o tareas de albañilería. "Destaco la gran solidaridad del pueblo de Candelaria que igualmente nos alienta a seguir y nos dan ideas para que no cerremos", comentó al tiempo que dijo que sus otros hermanos también se dedicaban a la venta de chipa en Puerto Rico, San Vicente y Eldorado y debieron cerrar sus comercios.

Situación en Santa Ana

En tanto que desde Santa Ana, José "Pepe" Besbergui, integrante de la cooperativa de chiperos, dijo: "La caída empezó con la pandemia de Covid-19 cuando muchos vendedores se fueron, pero aún entre las cuatro fábricas de la zona hay más de cien vendedores, con la diferencia que ahora los jóvenes -que incluso están en la secundaria- son los que se acercan para vender y sumar un ingreso de dinero".

Besbergui coincidió en que los costos de producción son muy elevados, desde la bolsa para envasar el producto hasta la materia prima. Todo eso impacta en el precio final. "En esta época en años anteriores hacíamos la diferencia porque llegaban muchos turistas y había movimiento, este año se nota la baja, antes se vendía mucho en los colectivos, los autos que pasan por la ruta mermaron por lo que se está poniendo bastante crítico el rubro", resaltó.

En tanto que Eustaquio Guillermo "Tito" Piñero, jubilado como portero en la Escuela 285 es uno de los dos vendedores que continúan con la venta en Candelaria.

"Antes era linda la ganancia que dejaba y se vendía mucho, hoy nada es igual, no se venden más que 30 chipas por día. Antes una mañana vendía más de 100 y por el costo del combustible ya no puedo ir a otras localidades con la moto. Me da pena por mis patrones, doña Mónica y don Aranda que tanto esfuerzo hacen para seguir sosteniendo la fábrica de chipa", finalizó.

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