Estaban las blancas palomas sentadas en su verde pedestal

Son palomas y quedan lindas allá arriba, dice el vecino que decidió poner en el jardín del frente de su casa adornos con formas de animales. Como formando parte de ese aviario está un loro meciéndose en un aro metálico, un cisne de esbelto cuello, una gallina, ranas. Dicen por ahí que los duendes suelen asomar para tomar tererés en siestas calurosas pero en la mañana de 35 grados prefirieron buscar sombras y aires acondicionados con preferencia.

Lo cierto es que ajenos a toda esa realidad palomo y paloma comparten su lugar preferencial en lo más alto de la vivienda. Cuentan que en otros tiempos oficiaban de mensajeras llevando noticias, anuncios que iban de lo más cotidiano a lo más extravagante. Cuántas historias tendrá en su memoria ese casal de aves. Lo cierto es que desde allí contemplan amaneceres y rojos atardeceres. Saben de nubes y tormentas. Su nido está ahí, mientras que abajo corre veloz la ciudad por la avenida Blas Parera al 4100, pero ellos simplemente se miran porque saben que se tienen el uno al otro.