A la hora señalada

Clavado en la hora 3 con 31 minutos -eso es fuera del horario bancario-, el reloj público de San Martín y Colón se dejó de dar vueltas.

Clavado, ni un minuto más ni un segundo menos. Exacto. 

Quizás por eso de no andar mirando hacia arriba y si tener fija la vista en las pantallas de la prolongación del cuerpo humano que sirve hasta para averiguar la hora es que quizás nadie volvió a darle cuerda, a accionar su mecanismo, a arreglarlo si por ahí lo necesitaba.

Quizás por eso otros mecanismos de relojería que aún quedan en la ciudad no funcionan. Quizás por eso los dos que estaban rodeando a la estatua de la libertad de la 9 de Julio desaparecieron sin decir chau.

Así fueron quedando hasta el punto que ni la hora. Hasta un reloj de sol tiene más utilidad, excepto que se trate de un día nublado o sea de noche.

Relojes callejeros, ya nadie les lleva el apunte, ya nadie les da ni la hora.