Me lo contó un policía (Basado en hechos reales)

Lo soldamos, patrón

sábado 10 de junio de 2023 | 6:00hs.

Por Luis Eduardo Benítez Comisario general (RE), Abogado

Colonia Guatambú está ubicada a pocos kilómetros de Montecarlo, es una zona de gente sencilla y trabajadora, dedicada a la explotación de la madera, yerba mate y también ganadería; existen propietarios de chacras, aserraderos, secaderos y, por ende, obreros o peones, como se los llama habitualmente. Algunos de estos peones suelen vivir en galpones o casas que sus patrones les ceden sin cargo, pues además, hacen las veces de cuidadores del ganado, dan aviso de algún incendio que se pueda originar, hacen el mantenimiento y cuidado de las herramientas de trabajo, etcétera.

Allá por 1985 existía en Montecarlo un hombre de origen alemán, robusto, corpulento pero bonachón, propietario de dos chacras en Colonia Guatambú, ocupadas con yerba mate y también tenía algunos animales vacunos. El cuidador de las plantaciones y los animales era un morocho, a quien lo llamaban cariñosamente Carbón en alusión a su color de piel; éste tenía una numerosa familia (esposa y ocho hijos), muy trabajador y honesto, pero lamentablemente, cuando tomaba un vino, se perdía totalmente y era capaz de los hechos más insólitos.

En una ocasión, era fin de semana (sábado) y cumpleaños de uno de sus hijos, Carbón no tenía dinero, se tomó unos tragos y decidió que la fecha no podía pasar sin festejos, así que mató un ternero del patrón, organizó un asado e invitó a varios vecinos de la colonia, algunos de los cuales contaron después que Carbón cantó y hasta bailó en el patio de tierra, al ritmo de un viejo radiograbador.

Cuando el lunes el patrón se dirigía a su chacra en su camioneta, encontró a Carbón frente al por entonces Banco Provincia, bien temprano se había presentado a solicitar un préstamo para pagar el ternero y reparar el daño. Esta vez fue perdonado bajo promesa de buen comportamiento.

No pasó mucho tiempo, llegó Semana Santa, Carbón estaba sólo pues su familia viajó a casa de unos parientes, otra vez con un vino encima, se le ocurrió que podía ir a un bar de la zona, pero manejando el tractor de su patrón, y así lo hizo. Estando allí, apostó con otro parroquiano que podía subir un barranco con el tractor; al segundo intento literalmente partió al tractor en dos, sufrió un corte en la frente y la pérdida de varios dientes nada más (el borracho tiene suerte). Cuando llegó el patrón preguntó: “¿Qué hiciste, Carbón? ¿Quién te dio permiso para manejar el tractor? ¿Qué me habías prometido?”. El hombre, con el rostro rojo, se agarraba la cabeza, en eso Carbón se le acerca, escupe un poco de sangre y algo de tierra y con tono paternal le dice a su jefe: “Tranqui, patrón, soldamo’ el trator y listo” (textual).

Nunca más volví a ver al citado morocho.

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