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La salida de Paraguay

domingo 04 de junio de 2023 | 3:50hs.
La salida de Paraguay

San Borja, 22 de febrero de 1831

A Monsieur Roguin:

Señor y viejo amigo mío, convencido del vivo interés que usted tuvo siempre hacia mí, me apresuro a anunciarle mi salida del Paraguay. Luego de veinte meses de estaría en Itapúa donde he dejado un segundo establecimiento agrícola. Por fin he cruzado el río Paraná por orden del supremo el 2 de febrero. El 8 he quitado la rivera de este río y el 15 he llegado a San Borja. El portador de estas líneas es Araujo, negociante portugués a quien he conocido en Itapúa, le ruego serle útil si hubiere la ocasión. La crecida excesiva del río (Paraná) no me ha permitido aún pasar todos mis efectos personales, pero tan pronto los recupere iré a visitar todos los pueblos de Misiones que se encuentren en la rivera izquierda del (río) Uruguay, luego pasaré a Corrientes donde espero encontrar lo que he dejado y sobre  todo, mis libros que me son extremadamente necesarios por la pérdida de varias obras en  mis primeros meses de estadía en el Paraguay.

De Corrientes retornaré probablemente a San Borja y finiquitando todos mis negocios aquí me dirigiré a Buenos Aires donde tengo tantos deseos y necesidad de ir. A fin de poner término a todas las tristes suposiciones que Ud. y todos mis amigos deben naturalmente haberse hecho durante los nueve años de mi detención en el Paraguay, debo decirle que en lo posible he pasado una vida tan feliz como pueda pasar aquél que se encuentra privado de toda comunicación con su país, su familia y sus amigos.

La práctica de la medicina me ha proporcionado siempre el medio de subsistencia, pero como ella no tomaba todo mi tiempo había establecido una fábrica de “agua viva” (alcohol) y de licores, así como un taller de carpintería y herrería, lo que  no solamente costeaba mi establecimiento agrícola, sino que me daba algunos beneficios provenientes de los trabajos ejecutados por cuenta de particulares. De esta manera he adquirido los medios para vivir con gran comodidad. El 12 de mayo de 1829 sin ningún otro preliminar el delegado de Santiago me comunicó la orden del supremo dictador, para abandonar el país.  Esta orden fue una mezcla de justicia e injusticia que no he podido explicarla de manera positiva. He cruzado el Paraná con todos los honores de la guerra. Esta segunda época de mi vida en Paraguay ha sido para mí un verdadero tormento. Nunca he dado lugar a nadie de quejas sobre mi persona. Yo era bien visto, y oso decirlo, estimado por todo el mundo.  Mismo el supremo dictador desde mi entrada en la República hasta el 12 de mayo de 1819 me han acordado la más grande libertad, y los jefes de departamento en el que yo vivía me trataban con bondad. En fin, como todo tiene un término, el dictador ha decidido mi salida definitiva del Paraguay y lo ha hecho de la manera más generosa. Estoy libre y espero poder abrazar a todos mis amigos que se acuerdan de mí. Querría decirles un millón de cosas, pero el tiempo no me permite escribirles a todos. En mi detención he pensado en todo el mundo, y sin ninguna carta geográfica he viajado mucho durante nueve años consecutivos. No he hablado una sola vez en francés, por lo tanto espero quiera excusar mi dicción y todas las faltas ortográficas que he cometido en mi carta.

Adiós mi querido señor Roguin, me quema el placer de encontrarle. Vuestro compatriota y sincero amigo

Aimé Bonpland

 

Bonpland, naturalista, médico y botánico francés, vivió diez años en el departamento de Misiones, en Paraguay en calidad de arrestado por orden del supremo dictador Gaspar Rodríguez de Francia.

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