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Punta Quebracho, la batalla olvidada

sábado 03 de junio de 2023 | 6:00hs.
Punta Quebracho, la batalla olvidada

Por Ramón Agustín Alegre Escritor y periodista

Bajo el lema “no pasarán”, el 4 de junio de 1846 el general Lucio Mansilla le hizo frente a la flota anglofrancesa que navegaba por el Paraná rumbo la Río de la Plata. La batalla se libró en Punta Quebracho, donde hoy se ubica Puerto General San Martín, en la provincia de Santa Fe. Los resultados de esta gesta fueron claves para el afianzamiento de nuestra soberanía económica, porque a partir de entonces, ningún barco con bandera extranjera pudo surcar los ríos interiores del país, sin la autorización del Estado nacional y abonar los cánones correspondientes.

(...) Años después, en abril de 1835, Juan Manuel de Rosas asume por segunda vez la gobernación de Buenos Aires. Esta provincia estaba habilitada también, para llevar la representación de las demás provincias de la Confederación Argentina en los diferentes foros internacionales. Como en Buenos Aires se hallaba la aduana, principal generadora de recursos para el país, más los plenos poderes que les otorgaron para que asumiera ese cargo, el nuevo gobernador comenzó a ejercer una enorme influencia sobre el resto de las provincias.

(...) En los últimos meses de 1845, la flota mercante y la militar anglo-francesa, con la colaboración de los librecambistas argentinos, se preparan para una incursión económica por el río Paraná. Juan Manuel de Rosas se entera de la movida, y manda al general Lucio Mansilla para que trate de frenar esa incursión clandestina por parte de las dos principales potencias de la época. Mansilla manda extender cadenas en el río para obstaculizar el paso de los europeos, en la zona conocida como la Vuelta de Obligado, y desde la costa va a hostigar a la flota extranjera. Así comienza la guerra del Paraná. La superioridad en número y calidad del armamento anglo-francés terminó quebrando la larga y dura resistencia de los argentinos. Salvado ese obstáculo, siguieron aguas arriba por el Paraná, rumbo a Corrientes y Asunción. Rosas no se dio por vencido. De inmediato manda nuevamente al general Mansilla a que arme hostigamientos a la flota extranjera en diferentes puntos del río Paraná. Esta vez, con un poco más de tiempo, busca un lugar en el río donde pudiera hacerle mucho daño a la flota anglo-francesa. Mansilla encuentra un punto a orillas del Paraná donde puede obtener mejores ventajas que la que tuvo en la Vuelta de Obligado. Ese lugar es Punta Quebracho, en la provincia de Santa Fe. Hacia allí trasladó sus pertrechos militares y los hombres que tenía disponibles. Eran sólo unos 800 soldados, 17 cañones y 150 rifles los que harían frente a una flota compuesta por más de 70 barcos mercantes, más de 10 barcos de guerra y un número superior de hombres bien armados. El 4 de junio de 1846 la flota anglo-francesa y el ejército del general Mansilla se traban en la última gran lucha armada de la guerra del Paraná. Esta vez, las cosas fueron distintas a lo que ocurrió en la batalla de la Vuelta de Obligado, porque los argentinos utilizaron muy bien las alturas de las barrancas del río. Cuando los europeos vieron hundirse algunos de sus barcos mercantes, otros seriamente dañados, y además de barcos de guerra inutilizados, deciden huir del lugar. Previo a eso optan por incendiar los barcos mercantes dañados para que los argentinos no se apoderen de su cargamento. Esa fue la tercera derrota de los ingleses a manos criollas.

La batalla de Punta Quebracho fue escondida por el gran historiador Bartolomé Mitre, enemigo de Rosas, porque fue un gran triunfo de las armas argentinas sobre las dos principales potencias del mundo de esos tiempos. Esto representó uno de los mayores logros para la soberanía económica del país. El general José de San Martín en una de sus varias cartas desde Francia ha calificado al resultado de esa batalla, como una segunda independencia del país. Ese logro fue uno de los principales motivos por el cual San Martín decide regalar su sable a Rosas.

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