Está bajo techo y protegido en el Parque del Conocimiento

El auto de Ramón Ayala, rescatado y en las memorias

El llamativo vehículo llevó a El Mensú por las rutas fronterizas, lo adquirió en Chile y quedó varios años en un depósito; lo rescataron por iniciativa de Ole Kowalski
jueves 25 de mayo de 2023 | 6:05hs.
El auto de Ramón Ayala, rescatado y en las memorias
El auto de Ramón Ayala, rescatado y en las memorias

De los vehículos que pasan por la playa techada del Parque del Conocimiento, hay uno que no tiene prisa. Inmóvil testigo del repetitivo apagar y encenderse de los motores y de las puertas que se abren y cierran cada día entre murmullo de voces.

El gigante gris observa imperturbable y silente, pero este viejo espectador tiene una larga historia.

Si bien supo ser protagonista de relatos fantásticos, su verdadero origen es aún más sorprendente y célebre y lo hace toda una joya urbana.

Se trata del Oldsmobile gris con patente paraguaya que se halla estacionado hace tres años en el lugar por el que transitan quienes trabajan en el inmenso complejo cultural y los que asisten ocasionalmente a incontables eventos. 

El paso del tiempo hizo que se posara sobre la carrocería como una hábil lluvia la tierra colorada y también se desinflaron los neumáticos. Quizás por ello, algunos pensaron en un auto olvidado y los más imaginativos se preguntaron quién lo habría dejado allí.

Ramón compró el auto en Chile cuando vivía en Paraguay. Foto: gentileza Cultura

Lo cierto es que el automóvil no está abandonado, está a resguardo en el estacionamiento subterráneo de la plaza seca del Parque y su propietario es nada menos que el gran Ramón Ayala, artista insigne de Misiones y que vive hace muchos años en Buenos Aires.

Mantenimiento

El martes, por pedido de Ramón y de su esposa, desde el Ministerio de Cultura de la Provincia se realizó la limpieza del auto, pulido, se colocaron cámaras nuevas y un cobertor azul para protegerlo del polvo.            

Joselo Schuap, ministro de Cultura de la Provincia, fue quien estuvo al frente de estas tareas de mantenimiento, al igual que antes fue uno de los encargados de rescatar el vehículo con una grúa y ponerlo a resguardo en el espacio donde está hasta hoy.

Acerca del legendario Oldsmobile de Ramón y de cómo lo pusieron a salvo por iniciativa de Ole Kowalski, fallecido el año pasado, habló Schuap con el programa Acá te lo contamos, de Radioactiva 100.7.

El titular de Cultura relató que rescatar el auto que permaneció muchos años en casa de un amigo de Ramón, en una especie de depósito donde le alcanzaba la lluvia y también anidaban cerca las palomas, “no fue fácil”.   

Joselo Schuap con el Oldsmobile que ayudó a rescatar. Foto: Gentileza cultura

Así, lamentó las versiones sobre un abandono del auto, “alguien comentó por ahí que había un auto abandonado, es una expresión simpática pero para nada es real, la verdad es que es un auto rescatado y tiene una historia muy especial”, dijo y continuó: “Tiene que ver con Ramón que andaba con este auto por los caminos y con un amigo que ya no está y extrañamos mucho, que es Ole Kowalski, que fue quien impulsó lo de ponerlo a resguardo bajo techo. Como todas las cosas en Misiones, el auto tenía un poco de polvo encima pero nada más y ahora quedó impecable”.

El funcionario precisó que, “hace tres años lo fuimos a buscar con una grúa que nos posibilitó la municipalidad y Claudia Gauto, presidenta del Parque del Conocimiento nos permitió estacionarlo ahí. Muchas cosas y mucha gente colaboraron para rescatar el auto y alguien dice que está abandonado y eso duele un poquito”.

Recordó Joselo que Ramón había comprado el auto en Chile, en un momento en que se vendían autos refaccionados de Estados Unidos. “Tenía patente paraguaya porque Ramón residía por ese entonces entre Paraguay y Buenos Aires y en sus viajes pasaba por Posadas y por toda Misiones a visitar a amigos”. 

Imponente    

El auto es imponente, con una larga trompa deportiva en el frente y atrás cortado recto y el baúl, es eléctrico y con caja automática, y como no tiene batería no se pueden abrir las puertas ni bajar las ventanas ni funciona el freno ni la dirección.

“El auto es una joya, no tenemos la llave pero tampoco tiene batería, el auto pertenece a Ramón y su esposa y está estacionado y resguardado para lo que ellos decidan, pienso que Ramón debe tener una copia de la llave”, sostuvo. Por último explicó, “como amigo de Ramón y como titular de Cultura uno cumple con rescatar cosas así, porque es un auto pero es el auto de Ramón y también está este recuerdo de todo lo que hizo Ole para que el auto no se arruine, para que no se pierda porque es un pedazo de historia”.

Doce horas con El Mensú

El músico y compositor montecarlense Rula Marcial tiene una anécdota con Ramón y su auto, un relato que lo hace reír a carcajadas y al mismo tiempo exclamar, “nos salvamos de milagro, Ramón decía que a él lo cuidaban los pájaros y yo creo que alguien nos cuidó a lo largo del camino”.

Rula viajó a ese día del año 2001 en que estaba en Posadas y tenía que tocar en Puerto Iguazú con Botafogo por la noche para relatar cómo conoció a El Mensú.

Buscando quien lo acerque al norte, fue Joselo quien le dijo que Ramón iba para la Ciudad de las Cataratas y que lo pasaba a buscar. 

“Era el mediodía y me buscó del mástil en ese auto que era inmenso y raro, yo al menos nunca había visto algo así”.

En la Garita pararon a comprar un cacho de banana y después hicieron otra posta en San Ignacio para almorzar. “Íbamos a 30, 40 kilómetros por hora, y Ramón me dictaba los versos que se le iban ocurriendo por el camino, manejaba y hacía poesía y el auto parecía avanzar muy lento y me contó que si se terminaba la batería no podíamos ni abrir la puerta porque era todo eléctrico”.

Kilómetro a kilómetro, “ya parecíamos amigos de la escuela, nos contamos de toda la vida, y él quería conocer a mi familia en Montecarlo y quería pasar a ver la casa de Martínez Alva, un gran escritor de nuestras tierras y amigo suyo que había fallecido”.

La tarde iba transcurriendo entre las visitas de Ramón y la contemplación del paisaje, “poco antes de las 8 llegamos a Eldorado, el auto empieza a fallar, no giraba bien el volante”, narró. En la estación de servicio aseguraron que el problema era la batería. El dúo siguió la marcha igual, “Ramón me dice que si nos quedamos en la ruta alguien nos va a ayudar, me encomendé a Dios y a todos los santos y seguimos… yo lo resumo pero fueron doce horas de viaje y de unas charlas hermosas y locas a veces”.

Ya en Iguazú, rememoró,  “estábamos en la avenida Victoria Aguirre, había una estación de servicio, cruzamos un lomo de burro y se trabó el volante y no funcionaba el freno, no funcionaba nada y fue como una cosa de película que nos metimos en la estación de servicio, desviamos los autos, la gente y los expendedores de combustible y dimos contra una pared llena de bolsas de residuos gigantes”.

En aquella época no eran frecuentes los celulares y nadie sabía nada de los viajeros, “yo decía ‘listo, llegamos tarde’, pero nos ayudaron y tocamos esa noche, y esas doce horas de Posadas a Iguazú no me las olvido más, sufrí un poco claro  (risas) pero también la experiencia fue un regalo que me dio la vida”.

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