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La selva y las emociones cobran vida en Posadas

Silvana Kelm y Alberto Mathot coinciden en Alegrarte para una muestra sorprendente que interpela profundamente desde todos los sentidos

sábado 13 de mayo de 2023 | 3:00hs.
La selva y las emociones cobran vida en Posadas

El misterio, la frescura,lo inhóspito pero a la vez conocido para muchos, la selva misionera despierta un sinfín de emociones, evoca sentimientos tan profundos como el arraigo de sus raíces y es sin lugar a dudas la mayor musa de los artistas. Inevitablemente un poquito de monte se cuela siempre en las obras de los exponentes de la música, literatura, pintura locales. Pero lejos de los caminos rojizos y el verde paisaje que los rodea, Alberto Mathot logra condensar la seducción de la jungla con una impronta única, llena de un halo encantador tan atrapante como aparentemente impenetrable. Su obra, como la selva, nos envuelve y sumerge en otro tiempo y espacio, en un surrealismo cuasi mágico que capta la atención tanto de quienes han cruzado sus límites como de quienes no.
Oxígeno II una de sus más recientes muestras, se despliega en Alegrarte. Allí, además de observar piezas de distinto tamaño, porte y connotaciones, siempre con su verde fulgor particular, el artista pintará en vivo los fines de semana de este mes.


Mathot revela que el verde preponderante en su obra es debido a que quiso borrar la bruma gris de sus bocetos, darle más entidad a la frescura de la vegetación con distintas intensidades verdosas. Su conexión con la madre tierra es igual de profunda que su pintura, y así en medio de la inauguración en Alegrarte, contó que después de exponer la monumental pieza -que ahora ensalza el salón principal de esa galería-café- en Las Vegas, decidió ir a agradecerle al árbol que lo había inspirado.

Constantemente encuentra excusas para adentrarse en el mundo que grafica. Oriundo de Alem, fue docente de escuelas rurales, donde combinó su pasión por la enseñanza y la naturaleza. Sus obras hoy forman parte de importantes salas y colecciones privadas de puntos tan disímiles como Irlanda,Costa Rica, Austria, China o Emiratos Árabes. Lo que genera su arte trasciende tiempo y espacio y entre anécdotas de seguidores, por ejemplo, se repiten historias de amor que tuvieron como puntapié y eje, la creación del misionero. “Cuando nos pusimos de novios, hace 18 años, esa tarde noche estávamos observando un paisaje y coincidimos: ‘este es un paisaje muy Mathot’, ambos éramos seguidores de tu obra. Entonces ahora, cada vez que vemos un paisaje real de la selva que nos sorprende, decimos al unísono: ‘este es un paisaje Mathot’”, le revelaron al artista Natalia y Esteban, dos fervientes admiradores. Instantáneamente Alberto recordó una historia similar, cómo una pareja que hoy reside en Córdoba, le compó varios ejemplares porque se conocieron y arrancaron su historia en el marco de exhibición suya en Posadas.
Es que se podrían pasar horas y horas contemplando las composiciones de Mathot y descubriendo nuevas complejidades, quizás eso las hace en definita, más humanas que salvajes.

Además, en la galería que abrió este año, se exponen este mes, sorprendentes esculturas de Silvana Kelm, que entre gráficas y poéticas, también llaman a una honda reflexión. Mujer Tierra, Éxtasis, Labor, La musa, El pescador, se cuelan entre las pintorescas mesas del café como para irrumpir y dejar un mensaje. ‘‘Elegí esculturas que dialoguen con Mathot, que no rompan con el clima que él puede tener en su obra e hice algunas nuevas que ya tenía en mente y que podían conjugarse bien en esta muestra’’, comenzó explicando Kelm sobre la curaduría detrás.

Según profundizó La musa es eso que rodea, envuelve. ‘‘Es una obra de los 90 pero que elegí como principal porque eso es lo que hace la naturaleza para mí, te envuelve, te sostiene, te contiene. Es también un vínculo afectivo’’, definió al equiparar su simbólica escultura con los cuadros de Alberto. ‘‘Los vínculos son un motor para hacer’’ cerró en expresa convivencia con el hiperrealismo selvático.
El humano y la selva conviven este mes en Alegrarte, de las manos de Kelm y Mathot, como una excusa estética para repensarnos y repensar nuestros lazos con el todo. z

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