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Lucía: 10 años de dolor y la búsqueda del violador serial

El 6 de abril de 2013, en Posadas, un hombre abusó sexualmente de Lucía Maidana, la asesinó y le prendió fuego al departamento en el que vivía la estudiante de Capioví. Un caso paradigmático que no tiene culpables ni sospechosos pese a que el violador atacó tres veces más: su perfil genético no coincide con ningún condenado por delitos sexuales en la provincia. Mientras se aguarda por el entrecruzamiento de datos con el registro nacional, familiares, amigos y la comunidad claman por justicia.

domingo 02 de abril de 2023 | 1:30hs.
Lucía: 10 años de dolor y la búsqueda del violador serial
El jueves se cumplirán 10 años del asesinato de Lucía, una década de marchas e impunidad.
El jueves se cumplirán 10 años del asesinato de Lucía, una década de marchas e impunidad.

En el anexo de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Unam, ubicado sobre la calle San Lorenzo de Posadas, la obra de Fado mantiene vivo el recuerdo de Lucía Maidana. En los pasillos, los carteles reafirman la memoria: "Cuando entres al aula no te olvides de que falta Lucía". Una sala de lectura también lleva su nombre.

El 6 de abril se cumplirán diez años del cruento femicidio contra la estudiante de Comunicación Social, abusada, asesinada y quemada en su departamento del barrio El Palomar. Diez años en los que su nombre se gritó y fue cartel en cada movilización estudiantil y contra la violencia machista, tal vez como ningún otro caso.

Pero esta década también está marcada por la impunidad. La Justicia y autoridades policiales buscaron y buscan sin éxito al asesino de la joven. Un femicida que también es violador serial, debido a que se confirmó mediante estudios genéticos que abusó de otras tres estudiantes en la ciudad de Posadas, dos en 2016 y una en 2018.



Por el caso de Lucía hay memoria, pero no hay verdad ni justicia.

Sobre Lucía se sabe que tenía 23 años, era oriunda de Capioví que también se estaba formando para ser chef. Vivía con su hermana Felicitas en un departamento de la calle Estado de Israel 3495, hasta que meses antes de su asesinato ésta se fue a Buenos Aires.

El día del crimen fue un sábado y la última vez que la vieron con vida fue a las 20.30 de la noche. Una vecina, también estudiante, se la cruzó cuando llegaba a su casa. A sus amigas les había anunciado que iba a salir a bailar, pero nunca llegó.

Cerca de las 22 un vecino de la zona vio cómo salía humo de su casa y descubrió el incendio. Entre dos intentaron apagar las llamas hasta que llegaron los Bomberos y la Policía de Misiones.


El cuerpo de Lucía se pudo ver a través de la ventana del departamento II. El incendio, se determinó luego, fue intencional y tuvo como dos posibles focos el colchón y un ropero. Al principio pensaron que se había tratado de un accidente doméstico, aunque la autopsia ordenada por el juez Marcelo Cardozo determinó que Lucía había sido víctima de al menos cinco golpes con un elemento contundente y de abuso sexual.

Esa noche el departamento quedó con resguardo policial y recién al otro día, cerca de las 13.30 y con los resultados de la necropsia, se empezó a investigar como un homicidio. Algunos detectives históricos de este caso consideran que se trató de tiempo perdido, una ventaja para el asesino.

Las autoridades del Juzgado de Instrucción Uno avanzaron desde ese punto, sin mayores pistas debido a que nadie vio a ninguna persona salir o entrar del lugar. Luego se detuvo a Nicolás Sotelo, quien estuvo preso durante 21 días hasta que las pruebas de ADN desestimaron que él haya sido el abusador de la joven.



La pista genética pasó a ser central en la investigación y es hoy tal vez la única esperanza por llegar a la verdad. Otra certeza es que el femicida era un estudiante de Humanidades, debido a que posiblemente conocía a Lucía de ese ámbito, pero también porque se supo, mediante ese ADN, que atacó sexualmente a otras tres estudiantes. Una de ellas casi murió.

Dos de esos hechos ocurrieron tres años después, en 2016, y las víctimas fueron estudiantes oriundas de Eldorado que cursaban sus carreras en la Facultad de Ciencias Sociales de la Unam. Allí emergió la hipótesis de un violador serial, luego confirmada científicamente.

El último de esos dos ocurrió el 10 de marzo, alrededor de las 5.15, en el primer piso de un departamento en la intersección de Tucumán y Roque Sáenz Peña. El agresor ingresó a la habitación por el balcón, escalando por un árbol y una estructura de cemento del tendido eléctrico.



Utilizó un cuchillo y maniató a la víctima, que dormía, para luego concretar el ultraje ahorcándola con un cordón. La joven dijo que el atacante la amenazó diciéndole “que no se te ocurra denunciar a la Policía ni a nadie, que la única que va a pasar vergüenza sos vos”.

Dos meses antes, en la madrugada del 3 de enero, el ataque ocurrió en un albergue cercano a la intersección de las calles San Luis y Catamarca. Según la denuncia, todo se habría desarrollado mientras la joven se estaba duchando en un baño compartido, fuera de su departamento.

Cuando salió para volver a la pieza, que estaba sin llaves, fue abordada por el atacante, que al parecer la venía siguiendo desde la calle. El agresor le propinó un golpe con un ladrillo y la llevó a la pieza donde concretó el ultraje.

Le dijo a la estudiante que la conocía de la facultad y que por eso le convenía guardar silencio.

La última víctima conocida fue una alumna de Ciencias Económicas atacada cerca de las medianoche del viernes 23 de febrero del 2018, sobre la calle Líbano, también en el barrio El Palomar. La chica estaba llegando a la casa de una compañera de estudio cuando en la oscuridad de la zona fue abordada, en Líbano entre Pedro Méndez y Rebollo.



No hay muchos detalles en razón de que hasta ahora la víctima no recuerda lo que pasó, pero lo cierto es que fue agredida con mucha saña, lo que fue relacionado con una actitud de enojo debido a que semanas antes se había conocido públicamente que había un violador serial suelto.

La vida de la estudiante corrió riesgo durante varios días y necesitó una operación en el cráneo debido a que la golpearon contra una pared.

En este contexto, cada vez que hay un ataque sexual que reúne características que puedan coincidir con su modus operandi se activan protocolos para descartar que no sea una nueva víctima, aunque el último hecho atribuido ocurrió hace cuatro años.

En las páginas que siguen El Territorio desarrollará las novedades judiciales respecto a uno de los hechos policiales más conmovedores de la historia misionera, que se volvió icónico por el momento histórico en el que sucedió. Además, los testimonios de su hermana Felicitas, de su abogada Roxana Rivas y la docente Elena Maidana.

Es un pedido de justicia ante la deuda de la Justicia y el Estado. Para no olvidar que Lucía falta y su asesino está libre.

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