El heredero

Ezequiel Vidal González comenzó su sexto año en las inferiores de Boca con la mente puesta en llegar a la Reserva. El pibe de Candelaria, hijo del histórico goleador misionero, llegó con 10 años al Xeneize, sueña en grande y se ve en la Primera
jueves 30 de marzo de 2023 | 1:00hs.
El heredero
El heredero

Ezequiel sale de entrenar y saluda a todos en el predio. Lo conoce casi a la perfección. Hace seis años que todos los días agarra su ropa de entrenamiento y se va a practicar a Ezeiza. Hace seis años que llegó al Mundo Boca y, poco a poco, se abrió su camino dentro del Xeneize. A sus 15 años, Ezequiel Vidal González se prepara para cumplir su sueño: jugar en la Primera de Boca.

“Tuve la posibilidad en su momento de quedar, de poder quedarme seis años en el club y de poder cumplir el sueño que tienen muchos chicos”, contó el misionero en un mano a mano con El Territorio en Buenos Aires.

El de la Tierra Colorada se probó a los 10 años y quedó en las inferiores xeneizes. Desde ese momento, su familia tomó la decisión de acompañar el sueño del chico, que ya mostraba buenas condiciones.

Delantero, como su padre Antonio -quien supo brillar en Nacional de Montevideo y The Strongest de Bolivia-, Ezequiel viene en ascenso. Este año pasó a la séptima división de Boca, la que dirige Chipi Barijho y se puso como gran objetivo del 2023 llegar a la Reserva, una meta ambiciosa: “Este año quiero llegar a la Reserva y quedar a un paso de la Primera. El siguiente paso es subir a Reserva, pero con tranquilidad porque va a llegar.”.

“Tener entrenadores como Pablo Ledesma o ahora el Chipi Barhijo es importante. Son personas de las que aprendés un montón. Trato de escuchar porque saben mucho y te llevan por buen camino. Acá aprendí a jugar rápido, a pegarle con mi pierna inhábil, a manejar los dos perfiles”, comentó el misionero.

Es que más allá de que llegar a Boca significa un sueño cumplido también es una presión. La competencia es constante entre compañeros. Cada fin de año llega el corte, algunos se quedan y otros tienen que buscar un nuevo club. Los chicos pasan a ser mini profesionales y en ese contexto la familia se vuelve un pilar clave.

“Te tenés que proponer un sueño y yo tengo el acompañamiento de mi familia. Viví un tiempo en la pensión y ahora están mis papás y eso ayuda, porque está bueno que me puedan acompañar. Tengo amigos en otras categorías y veo que el esfuerzo que hacen es muy grande. El mío (esfuerzo) también, pero tengo a mis papás cerca que me hace todo un poco más fácil”, analizó Ezequiel.

A la hora de describirse, Ezequiel aseguró que “de los tres puestos de arriba me manejo bien”. “Juego por derecha, como soy zurdo, engancho para afuera y me queda bien el arco. De Boca miro mucho a Langoni y Villa, que son de mi puesto y por supuesto a Messi, que está en otro nivel. Cuando los miro se aprende”, expresó.

Sobre el final de la charla, Ezequiel confesó que se ve en la Bombonera jugando un partido de Primera: “Fui varios partidos de alcanza pelotas y estar dentro de la cancha es una locura. Me imagino algún día ahí adentro. Me imagino en la Bombonera. Es un gran sueño”.

El fanático de Boca va paso a paso, pero crece de manera constante. Pasó por varias categorías y se ilusiona que jugar en la Bombonera, esa misma en la que su papá a fines de los 80 le marcó tres goles al Xeneize con la camiseta de San Martín de Tucumán.

En noviembre de 1988, Antonio le convirtió tres goles a Boca en La Bombonera.

Ezequiel tiene los pies sobre la tierra y a su familia como gran compañía. El heredero de los goles de Antonio sigue su camino por el Mundo Boca.

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