Me lo contó un policía (Basado en hechos reales)

Fugado

sábado 25 de marzo de 2023 | 6:00hs.

Por Luis Eduardo Benítez Comisario general (RE), Abogado

Históricamente, nuestra Policía nutrió sus filas preferentemente con hijos de policías, y no por una acción corporativa, simplemente es lo que los padres y madres integrantes de la institución elegían e inculcaban a sus hijos/as, por haber abrazado la vocación policial; aunque debemos reconocer que hoy en día las cosas han cambiado y es muy común encontrar a integrantes de la fuerza que no tienen relaciones familiares, ni antecedentes de ningún tipo con la Policía, pero optaron por esta profesión. En décadas pasadas, y particularmente en los cuadros del personal subalterno, los ingresos eran más laxos, más blandos o bien, menos exigentes; así, con capacidades físicas aceptables, el séptimo grado aprobado y un curso de tres meses, el agente salía a la calle a cumplir dicha tarea policial. Así fue que en una oportunidad ingresó a la fuerza con el grado de agente una persona proveniente de Buenos Aires a quien por su forma de hablar apodaron El Porteño.

Tuvo algunos problemas de conducta en Posadas y fue trasladado a Eldorado; en ese destino volvió a incurrir en faltas y, sumario administrativo mediante, fue trasladado a San Pedro. Allá estaba dicho agente cumpliendo su guardia en una Navidad de la década del 80, para colmo le había tocado el último turno, es decir a partir de las 3 de la madrugada hasta el amanecer. Quizá cansado, quizá trasnochado (lo que es muy común en época de fiestas navideñas), y quizá un poco nostálgico, nuestro agente se dejó vencer por el sueño, y cuando despertó sobresaltado, lo primero que vio fue la puerta del calabozo abierta. Miró hacia todas partes, recorrió los alrededores, corrió desesperado y ni rastros del único detenido; las horas volaron a partir de ese momento, pero se dijo a sí mismo: “Tranquilo, ya va a aparecer..”. Y a las 8.30, cuando llegó el jefe de comisaría, lo saludó, le deseó feliz Navidad y preguntó: “¿Novedades?, y éste respondió: “Todo tranquilo jefe, ¡sin novedad!, la única novedad que tengo es que el reculiao que estaba preso por homicidio, se tomó el buque”. No fue tan feliz la Navidad, toda la dotación fue convocada para buscar al fugado; y nuestro agente, El Porteño, fue sometido a un nuevo sumario administrativo, y debió cumplir un nuevo traslado de destino.

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