Marcha de los días: Los dolores de Alberto y la Argentina

El presidente pasó una semana dolorido por un problema lumbar. El país transitó una semana de dolores económicos con los índices de inflación. La política tradicional desordenada le abre la puerta a Milei. En Misiones, ordenados es más fácil.
domingo 19 de marzo de 2023 | 3:30hs.
Marcha de los días: Los dolores de Alberto y la Argentina
Marcha de los días: Los dolores de Alberto y la Argentina

En las últimas semanas asistimos a uno de los mayores avances en materia de comunicación entre humanos y máquinas, la aparición del chat de inteligencia artificial. Por primera vez, está al alcance de todos, la posibilidad de hacerle preguntas a una computadora y que esta devuelva una respuesta sin la intervención previa de un humano que la haya programado, sino que lo hace a partir de una "experiencia propia". Y nos pareció interesante ir a buscar allí, a las líneas de esos chats, la definición de una palabra que esta semana atravesó, por diferentes motivos, a la política y a la sociedad argentina. Dolor: "es una respuesta del sistema nervioso que tiene como objetivo alertar al organismo de que algo está mal y motivar a la persona a tomar medidas para protegerse o buscar tratamiento médico", dice el chat de OpenAI.

Dolor es lo que sintió el presidente Alberto Fernández esta semana, en la que debió ser internado e intervenido quirúrgicamente por una hernia de disco lumbar, que lo alejó de su agenda de trabajo. Esa agenda que las últimas semanas buscaba mostrarlo como un hombre de gestión que piensa en la posibilidad de ser reelecto. Posibilidad que parece lejana y que no despierta interés en su espacio político, y que por tal razón genera internas que terminan alejando al oficialismo de la realidad.

Dolor sintió el bolsillo de los argentinos cuando se conocieron las estadísticas de la economía diaria que releva el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Por el lado de la inflación se conoció que fue de un 6,6% en el mes de febrero y un 102,5% en el interanual. Mientras que el precio de la canasta básica se ubicó en los $177.063 y la de la canasta básica alimentaria en $80.483. Ambas subieron más que la inflación.

Con estos números el mayor dolor está por venir. El mayor dolor se sentirá a fin de año cuando se calculen los índices de pobreza e indigencia. Las proyecciones indican que el gobierno actual podría llegar a finales de año a números que posicionen a la pobreza por encima de los niveles que había en diciembre de 2019, cuando Alberto Fernández asumió la presidencia, en aquel tiempo en que sus dolores de espaldas no eran agudos, como tampoco lo eran las internas del Frente de Todos, que hoy están empujadas por la insistencia del presidente de mantener su intención de ser candidato en las Primarias de agosto próximo.

El dolor de espalda le avisó al presidente que algo andaba mal en la zona lumbar. El dolor que siente un argentino que ve licuar su salario día a día por la inflación; el dolor social que provocan la pobreza e indigencia creciente; y el dolor político de un espacio que se desangra en internas; son las respuestas del sistema nervioso del gobierno alertando que algo está mal en la gestión, más allá de los índices de crecimiento de la actividad económica por dos años consecutivos.


De la decepción a la motosierra

En ese contexto, Juntos por el Cambio no logra hacer pie para ofrecer un aliciente a los dolores, porque le trae a la gente el recuerdo de los dolores que provocó la pésima gestión de gobierno de Mauricio Macri. Aquella corrida cambiaria a mediados de gestión, la disparada de la inflación, mucho menor que la de hoy, es cierto, pero mucho mayor a la que había cuando comenzó la gestión amarilla en 2015, traen a la memoria de los argentinos los dolores provocados en aquel momento. Una solución que no resuelva ni el problema ni el dolor, no es solución.

El espacio de amarillos y radicales también muestra problemas políticos. Internas intrapartidarias y extrapartidarias que los alejan de la gente, de los problemas reales de la calle. Los amarillos del PRO peleándose entre ellos públicamente en cuanto tema intentan tocar, esta semana la disputa de los laderos de Horacio Rodríguez Larreta con los de Patricia Bullrich se centró en los temas de seguridad. Mientras que la disputa con los radicales, que esta semana tienen en Gerardo Morales a su primer candidato a presidente lanzado, sigue estando en el plano del debate de candidaturas.

En ese contexto de decepción provocado por los dos espacios que hasta ahora eran mayoritarios aparece la propuesta de Javier Milei que, a los gritos y con la promesa de "usar la motosierra" para recortar la política, hace pie y se posiciona, ya no como un tercer espacio alejado de la disputa principal, sino como uno de los tres espacios que pelea por llegar a la segunda vuelta.

El voto a Milei no expresa ideología, no significa que los argentinos empiezan a creer que en sus ideales liberales exacerbados está la solución a los dolores sociales y políticos. El voto a Milei es la expresión de la decepción de los argentinos para con los espacios, y los políticos, tradicionales. Esto se refleja en un punto con claridad.

Cuando Milei solo habla de economía, su intención de voto se mantiene o crece. Cuando Milei intenta llevar la lógica de su liberalismo casi anarquista a otros ámbitos como el de la seguridad, la venta de órganos o el del funcionamiento de la República, su intención de votos se desploma. Por eso, hace tiempo, solo habla de economía, aunque desde varios sectores intentan hacerlo opinar de otros temas, buscando provocar esa caída.


Unidos y desorganizados

Mientras tanto, en el oficialismo esos dolores sociales y políticos se asocia a la decisión de Alberto Fernández de mantener en pie sus intenciones de ser candidato en las Primarias, contradiciendo la postura de sus socios y su mentora, Cristina Fernández, que consideran que el presidente no debe presentar su candidatura. Esa sociedad desata un desorden interno que muestra conflictos que semana a semana aumentan su intensidad.

Un desorden fundado en la intención reeleccionista del presidente, en la decisión de Cristina Fernández de no ser la candidata ordenadora del espacio y en el hecho de que al día de hoy ninguno de los candidatos del oficialismo supera el 25% de intención de votos. Umbral que, dicen, pone el presidente como referencia para mantener su candidatura. Según una serie de encuestas recientes y en medio de la crisis la sumatoria de los candidatos del espacio arrojan números cercanos a los 30% y con eso a la puerta de la segunda vuelta, pero el que logre meterse tiene serios problemas de lograr el triunfo en segunda vuelta. Por eso la escalada inflacionaria deja mal parado a Sergio Massa que era la real esperanza del peronismo si lograba domar la inflación.

Esta semana asistimos, otra vez a un cruce mediático entre los alfiles de Cristina Fernández, en especial La Cámpora y sus referentes, y los del presidente, liderados por el ministro de Seguridad Aníbal Fernández. Dardos que por momentos son bombas que vuelan de un lado al otro del oficialismo, que dejan en evidencia que no hay muchas posibilidades de acuerdos en materia de candidaturas.

Estos desencuentros generan desorden. Aparecen en el mapa un puñado de posibles candidatos a presidente que no logran consenso interno o de la sociedad. El primero por los desacuerdos entre los espacios, el segundo por los dolores que provocaron. Eduardo "Wado" de Pedro, Daniel Scioli, Jorge Capitanich, Alberto Fernández y Sergio Massa son hoy los aspirantes. Todos nombres en danza de un espacio que, más allá de la desorganización, logra todavía mantenerse unido. Es que saben que la premisa que los unió en 2019 sigue vigente, "con Cristina sola no alcanza, sin Cristina no se puede". Se necesitan mutuamente.
Así, no hay en el Frente de Todos ni en Juntos por el Cambio opciones que ordenen las internas de cara a las elecciones nacionales. No hay, aún, en ambas fuerzas una propuesta que logre superar las decepciones que provocaron sus gobiernos sucesivos. Así, Javier Milei asoma como un actor que ya dejó de ser de reparto, para sumarse a la escena como uno de los actores principales.


Organizados es más fácil

El desorden que evidencia los espacios nacionales se refleja también en sus representaciones locales. Y es que las rencillas internas del orden nacional se trasladan a las provincias y de allí a los municipios, desordenando todo el mapa político. Así, al día de hoy, a un día de tener que presentar las listas de candidatos a intendente de los diferentes sublemas -porque la presentación vence mañana lunes a las 23.59-, los espacios nacionales aún no sacaron a la cancha a sus candidatos a intendentes.

Algo distinto a lo que pasa en el Frente Renovador, donde en Posadas vemos a los candidatos a gobernador, Hugo Passalacqua, y a vicegobernador, Lucas Romero Spinelli, recorriendo Misiones desde diciembre pasado visitando y presentando públicamente a los 500 candidatos a intendentes que la renovación tendrá en los 78 municipios de Misiones. Desde esta semana se les sumará, ya como primer candidato a diputado provincial confirmado, el gobernador Oscar Herrera Ahuad, que acompañaba la campaña, pero desde un rol más institucional. Ahora, comenzará a hacer campaña como candidato.

Esta semana habló el líder del espacio oficialista provincial, Carlos Rovira, y explicó por qué se da esta diferencia de tiempos en el trabajo electoral. Para Rovira tener "buenas personas", comprometidas con la causa, alejadas de las rencillas internas y las grietas provocadas por las luchas de egos "hace fácil la designación de candidatos".

Le hace tan fácil las decisiones, que la Renovación no solo tiene definidos los candidatos de la elección provincial, sino también los de la contienda nacional. Así se conoce que Carlos Arce será el primero de la lista para representar a Misiones en el Senado de la Nación, acompañado por Sonia Rojas Decut y el referente juvenil Milton Astroza. Y para diputados nacionales los representantes ya confirmados son el deportista Daniel "Colo" Vancsik, la joven Yamila Ruiz, el músico y referente social Alberto Arrúa y la dirigente Adriana Bezus.

Así, este orden político e institucional, que deriva en un orden institucional, ayudan a tener una gestión de gobierno ordenada, que permite un recambio generacional de ideas que impulsa a la provincia a mostrarse como una anomalía dentro de un país con dolores. Es cierto que los dolores nacionales también golpean al misionero, pero con inteligencia, creatividad e innovación, la gestión provincial ha ido buscando alicientes para esos dolores. Por ejemplo, para el dolor de la inflación aparecieron los programas Ahora, que son una ayuda para el golpeado bolsillo del trabajador.

En ese contexto, Misiones entiende que el presente requiere una apuesta fuerte orientada hacia la economía del conocimiento, como herramienta para potenciar su matriz económica. Pero además como herramienta para dar trabajo a cientos de jóvenes que conforman la población demográfica más joven del país. Allí, el Silicon Misiones asoma como una herramienta de gran importancia. Esta semana inauguró su primer edificio, donde ya hay 18 empresas, misioneras y de otras latitudes, listas para emplear mano de obra local en un rubro que por estos días paga los mejores salarios del país, como por ejemplo el de la programación de software. La inauguración del jueves pasado, de la cual Rovira es su ideólogo e impulsor del proyecto, atrajo la mirada de miles de interesados de la región y países vecinos en formar parte del ecosistema tecnológico de Misiones.

Así, "Misiones es una anomalía", decía Rovira, para luego explicar que a la luz de lo que pasa en el resto de la Argentina, para los ojos ajenos a la provincia, parece inexplicable el orden y la previsibilidad que ofrece la tierra colorada, en materia de organización social, política y hasta económica.

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