Lupín

lunes 13 de marzo de 2023 | 6:00hs.

Por Ramón Claudio Chávez Ex juez federal

Apóstoles había dejado atrás esa esencia de pueblo para convertirse en una pequeña ciudad con destino de crecimiento. Pese a ello, muchas costumbres perduraron, como los carritos de la colonia con los colonos que venían a vender los productos de la huerta, mandioca, y leche en botellas de vidrio.

El movimiento social y económico, no constituía impedimento para que los pobladores se conocieran como antaño, aunque de a poco fueron variando los hábitos y las costumbres. La televisión no había llegado, el cine era el encuentro social obligado de las familias los fines de semana. Para ir al cine, había que empilcharse, era todo un acontecimiento social y los jóvenes aprovechaban la ocasión para cruzarse miradas cómplices.

Concurrir era disfrutar las películas y cruzarse con un personaje que trabajaba en el lugar. “Lupín” lo apodaron sus amigos por aquella famosa historieta creada por Guillermo Guerrero que en cierto modo se autorreferenciaba. Hoy es una serie exitosa de Netflix, aunque con otra temática se acostumbró a que lo llamaran por su apodo.

Su verdadero nombre es Rogelio Guimaraez y vino al pueblo siendo muy joven desde la serranía misionera, en las inmediaciones del “Establecimiento el 43”. Inmediatamente se puso a trabajar y ser conocido por todos. En el cine era una especie de “influencer”, encargado de las relaciones públicas, controlaba en el acceso, ubicaba a los espectadores con su linterna cuando la película ya había comenzado. Siempre estaba pulcramente vestido; en el invierno usaba un sobretodo bordó, era más parecido a un “botones” del Hotel Plaza de la Quinta Avenida de Nueva Yord.

Mientras “el Polaco Burtnik” se encargaba de la exhibición de los films, Lupín estaba atento a cuanto requerimiento había, incluso en los matinés del domingo, cuando los chicos imitaban el galope de los caballos en las películas de conwoy golpeando los pies en el piso de madera de la sala.

En ese mismo tiempo, comenzaron a realizarse los carnavales apostoleños, en principio sobre la calle Pellegrini y luego en la Belgrano con el auspicio de la Municipalidad. El Club Social San Martín y el Club Social, competían con carrozas, comparsa y scola de samba.

El recordado Pepe Castro llegado de Santo Tomé, comenzó con la organización de la scola del Club Social. Pepe conocía intensamente los corsos santotomeños, que se parecían a los del Brasil, especialmente en los ritmos.

Al poco tiempo, Lupín se convirtió en director de la scola de samba, Choché Fioritto tocaba como los dioses el redoblante, acompañada por otros intérpretes, que deleitaban al público con los cambios de ritmo de la batucada, samba enredo, y permitían el lucimiento de las bellas jóvenes de la comparsa.

Al año siguiente, Pepe Castro, Lupín y los otros muchachos armaron la scola de samba del Club Ucraniano, con el mismo éxito y la repercusión de cuando representaban al Social.

Apóstoles fue reconocida como la capital del carnaval misionero por el éxito de su organización, la vestimenta y la presentación de los clubes en la calle. Además de los clubes San Martín y Social, comenzó a participar el Club Unión, y la novedosa scola de samba “Bahía”, con la dirección del inefable Rogelio y la música contagiosa propia de los mejores carnavales. Bahía continuo un tiempo actuando en otros sitios, cuando los corsos dejaron de organizarse.

Los clubes comenzaron a participar en los carnavales de la capital provincial con gran suceso. El Dr. Juan Carlos Guerra, presidente del Club Jorge Gibson Brown, contrato a Lupín para que enseñara los ritmos a los muchachos del club que presidía. Rogelio lo hizo acompañado por Choché “Máquina” Fiorito y Alberto Nene Sotelo, obtuvieron el primer premio en scola de samba en los corsos capitalinos.

Posteriormente los jóvenes de la ciudad descubrieron el boliche, lugar obligado de reunión los días sábados, estudiantes secundarios, de magisterio, universitarios que venían los fines de semana y otros de la Empresa Vialco, que estaban construyendo el asfalto desde Apóstoles a la ciudad de Posadas. Lupín salía del cine y venía a “Tequila”, de Negrito Scotto; se decía que al boliche nunca había que llegar muy temprano, por lo que él podía cumplir con su trabajo y el momento de esparcimiento. En la primera parte de la noche, los ritmos tenían ese aire a la música disco, para culminar con “la luz negra” y su romanticismo, canciones como “Love Story de Taylor Swit, o, “Como deseo ser tu amor” de Los Galos.

La moda del boliche atrapó tanto a las chicas y chicos del lugar, comenzaron allí muchos romances.

Necho de Paula adquirió los derechos del Cine Rex; Lupín comenzó a trabajar en “Comercial Caballero”, de Don Isabelino Caballero y sus hijos. De pronto dejo de frecuentar los lugares de la ciudad porque se trasladó en su nuevo laburo a la ciudad de Santo Tomé, donde permaneció mucho tiempo.

Rogelio se casó con Julia, a quien como no podía ser de otra manera, la conoció en el cine y ya son abuelos.

Sostiene que siempre observó a sus buenos maestros, y pudo separar la diversión del trabajo, para sentirse realizado en la vida.

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