Ella extraña a su mamá

domingo 12 de marzo de 2023 | 4:30hs.
Ella extraña a su mamá
Ella extraña a su mamá

-¡Mira ésta, mira que linda esta foto! _ dijo sacudiendo una foto vieja entre sus deditos regordetes de niña Samanta.

-¡Qué linda foto! ¿Quién está allí? _ pregunta intrigada la joven madre suponiendo que venía a continuación un relato inventado como tantos otros de esta pequeña retoño que le fascinaba contar historias partiendo de su imaginación, y de lo que creía que veía en cada foto antigua. Esta vez fue distinto. Samanta mira la foto, suspira hondo, y la vuelve a dejar en la caja de fotos viejas se coloca los risos dorados detrás de sus orejitas y se vuelve a dirigir a su mamá diciendo: - Me traen muy tristes recuerdos esas fotos ¿porque mejor no salimos afuera ahora que dejo de llover?

Así hicieron las dos. Su mamá amaba verla jugar; sentía que con cada salto y corrida de la pequeña Samanta, una parte suya también podía saltar y correr; pero Anna no podía, desde hacía un año estaba en silla de ruedas, y para no caer en depresión solía hacer cosas de chicas con su pequeña Samanta. Estar con ella le aliviaba la tristeza, y de a ratos hasta se olvidaba de estar allí, condenada a una silla con ruedas.

El día pasó como todos los días pasaban: rápido; acelerados como si fueran días de Ferrari. Los días vendrían cada vez más cortos y fugaces, así pasaron este y los siguientes días. Como agua que se escurre por las manos, pero Anna seguía intrigada porque a Samanta “le daba tristeza” ver esa foto. Así que nuevamente una de esas siestas calurosas cuando la niña no tenía intención de dormir, Anna vuelve a tomar la caja de fotos viejas, y le invita a verlas.

A Samanta le encantaba sentarse al lado de su mamá, y contarle historias de cada una de ellas. Como si hubiera estado allí, se ponía muy seria y con la boca con forma de piquito y expresiones de artista en su rostro, contaba inventando relatos de las personas y lugares que estaban en aquellas fotos.

Nuevamente entre foto y foto, Samanta contando cotidianidades, y hasta cosas que su mamá no se explicaba cómo es que la niña de cinco años podía explicar. A su manera, pasaban los días y en las tardes cuando Samanta se disponía a “Charlar cosas de Chicas” con su mamá, inventaba nombres, situaciones y era muy divertido para Anna ser de a ratos la niña que escucha relatos de una abuela. Así se imaginaba Anna, que su hija pequeña era un poquito el alma de su abuela.

Nuevamente Samanta al tomar la foto la mira, la da vuelta sobre su regazo, y toma inmediatamente otra para seguir contando “quienes eran y que estaban haciendo ese día de la foto”

-Samanta, allí hay una foto entre tu vestido. ¿Quién está en esa foto?_ pregunta Anna.
-¡Ay mami! Aún no lo decido. Es que me pone muy triste esa señora.
La foto era de sus bisabuelos del marido de Anna. Para la pequeña Samanta, sería la foto de sus tátara abuelos paternos. Anna supo que en realidad había sido una historia muy dura la que tuvo que pasar la bisabuela de su marido; pero asumía que tal vez los ojos en la foto tan grandes abiertos como si fuera una desorbitada mirada, hacía que se asuste la pequeña.

-¿Es por los ojos grandes de la señora de la foto?_ pregunta entonces Anna.
-No mami, ¡No! _ coloca las manitos en sus rodillas, y con un lagrimón en la mejilla de la verdadera angustia inexplicable de aquella foto de sus tátaraabuelos mira a su mamá consternada y le pregunta: - ¿Acaso no vez mami? Esa señora extrañaba mucho a su mamá. Y murió. Se murió cuando le sacaron la foto, y veía a su mama adentro de su imaginación y por eso tenía los ojos tan grandes. Pero nadie otro veía a su mamá, se murió. Todos se murieron. _ dijo secándose la mejilla y miró nuevamente a su mamá. –me pone triste esta foto. Nadie le creía a esa señora que extrañaba a su mamá, porque ya era grande, y no tenía que extrañar a su mamá. Y se murió. Todos se murieron.

– ¿Te vas a morir mami? _ Con su mirada llena de lágrimas y muy dolida por lo que ella sentía al ver la foto respira angustiada y con cortada inhalación, y vuelve a decir a su mamá: - Te vas a morir también un día, y te voy a extrañar también, como en esa foto te extrañé hasta que te volví a ver. _ luego le agarra la mano a su mamá y le dice: - No entiendes mami, esa foto me pone muy triste, porque yo también tengo miedo de que mueras a su mamá, y por eso mira tan grande, porque cree que la ve y en realidad no la ve porque se murió.

Consternada la madre de la pequeña Samanta, vuelve a tomar otras fotos donde la niña volvía a ser la pícara soñadora, contando sobre cuando la carreta se había roto y debían llevar al pueblo a la señora; cuando en el puesto de verduras había una chica que se enamoró del muchacho que vendía leche, y cuando los niños que jugaban en un río se embarraban en los charcos que hacían como si fueran cerdos, y así todo embarrados se tiraban de unos trampolines al río… en fin; la niña contaba inventando en el momento historias divertidas de cuando ella _porque siempre ella estaba en los relatos_ conocía, veía, y hasta se reconocía en las fotos.

Lo extraño era que la niña se reconocía en la foto de su tátara abuela, cuando se la sacaron un día antes de morir. Ella en la vida había sido sufrida; fue tratada de loca por otros que la separaron de su tierra. El marido la había comprado como si fuera un animal, su padre la había vendido a cambio de una tierra en el extranjero, y ella vino a dar vida a muchos hijos, a demasiados hijos… fue muy sufrida su vida, y en realidad extrañaba a su mamá. Nunca pudo volver a verla, ni volver a su tierra.

Anna indagó entre los parientes añosos de su esposo, quienes le confirmaron que Ágata jamás fue feliz. Y que la niña, con esa amplitud de imaginación, al ver en sus ojos desorbitados imaginó motivos que a ella le angustiaban. A Samanta le angustiaba mucho perder a su mamá. Venía de perder a su papá, y para ella Anna era todo en su mundo; entonces su imaginación llevaba a que Ágata extrañaba a su mamá. Y su mamá se había muerto. Y cosas de esas que decía Samanta.

Pero Anna, con el corazón de madre, al ver como se ponía su hijita al verla… supo descifrar que había algo más. Tal vez era un poco del alma de Ágata que volvía al mundo buscando ser feliz. Y reencontrarse con mamá.

Aideé Jéssica Martini.

Autora de la novela Estampida de Emociones en 2022

y de cuentos publicados en antologías “Ojos de Cielo”

y “Dios nos crea y el amor nos une”

en los años 2004 y 2005 respectivamente

en la Editorial Universitaria de Misiones,

en “Los Jóvenes Cuentan”.

Vive en Puerto Rico- Misiones.

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