Me lo contó un policía (Basado en hechos reales)

La señora “M”

sábado 18 de febrero de 2023 | 6:00hs.

El trabajo del Policía y especialmente en las comisarías es muy particular, pues debe atender a diario a personas de todos los estamentos sociales, es decir, al comerciante, al profesional, al indigente, al docente, al empresario, etcétera, y para todos los problemas que tienen, hay que tratar de encontrarles una solución; también, y pese a no tener una formación específica al respecto, debe lidiar con personas con deficiencias y/o alteraciones mentales; hace muchos años fui destinado a la comisaría de Montecarlo (ciudad con bellísima gente), y allí, a diario, puntualmente, de mañana o a la tarde, llegaba la señora “M”, la cual, indefectiblemente, siempre manifestaba deseos de radicar una denuncia; se trataba de una mujer mayor, rubia de ojos celestes intensos y de pequeña estatura; pobladores y Policías antiguos contaban una “leyenda urbana” acerca de la misma, decían que años anteriores ella tenía una familia bien constituida y una buena posición económica, pero que había sufrido una infidelidad y abandono matrimonial, a partir de lo cual quedó con una deficiencia mental; la señora “M” conocía perfectamente con quién debía hablar para radicar una denuncia, sabía leer y firmar, por lo tanto “exigía” ser atendida con rigurosidad, caso contrario no se retiraba; así denunciaba a un vecino, según la cual le había robado miles  de dólares; al otro día denunciaba a cierto banco que se había quedado con  sus ahorros; denunciaba a familiares, que según ella le habían robado todas sus joyas, etcétera; hasta que cierto día, de intenso movimiento en la dependencia, llegó la citada señora, a quien pregunté: “Bueno, estimada señora, ¿qué le robaron ahora?”, a lo que me contestó: “Oficial, mi yerno me robó todos los dientes de oro de mi paladar”; pasó a mi oficina, abrió la boca, y yo, como si entendiera algo de odontología, con una pequeña regla señalé y le dije: “Efectivamente, señora, faltan todos los dientes de oro”, le tomé la denuncia, la firmó y se marchó conforme. Años más tarde, cuando había sido trasladado a la Unidad Regional III Eldorado, de la guardia me avisan que había una señora con deseos de radicar una denuncia, ordené que la hicieran pasar. ¿De quién se trataba ? Allí estaba, firme, sin inmutarse, la señora “M ”, denunciando la sustracción, según dijo, de su automóvil. En fin,  son gajes del oficio...

Por Luis Eduardo Benítez
Comisario general (RE), Abogado

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