El tucano

domingo 12 de febrero de 2023 | 6:45hs.
El tucano
El tucano

Hay muchos pájaros en Misiones. No voy pretender ser sabio en este aspecto y que conozco todos los pájaros de la zona. Eso se lo dejo a los ornitólogos o a los fanáticos que se dedican horas y horas observando con catalejos, la vida y las costumbres de determinadas aves.

En el Paraná y en los arroyos hay por supuesto garzas.

Hablando de arroyos; no sé porque los llaman así.  Los de Misiones son caudalosos, anchos y me parece que deberían llamarse ríos. La cantidad de agua que transportan, sobre todo con lluvias intensas, es asombroso. Se pueden tornar en torrentes en poco tiempo y arrasan con todo llevando grandes troncos como si fueran fósforos. En muchos casos el agua y los troncos dañaban los puentes. En muchas ocasiones la fuerza del agua soltaba los gruesos planchones que les servían de piso. Por esta razón era peligroso cruzar un puente cuando el torrente ya lo tapaba.

Lo hice en varias oportunidades por no querer esperar que baje el agua. Podían pasar varios días. Siempre cargaba bien mi Jeep para darle peso y afortunadamente nunca tuve problemas.

Los horneros. Casi siempre hacen sus hornitos cerca de las casas. Esto siempre me llamó la atención.

Parecería que el hornero usa al hombre como protección. Cualquier ave rapaz se cuida bien de acercarse a las casas. Por supuesto los nidos son de tierra colorada y mucho más vistosos que los de la pampa. Todavía tengo uno de cada color sobre la repisa de la chimenea en mi casa.

Alguna vez leí que se hizo un estudio sobre hacia donde apunta la entrada del nido del hornero. ¿Es hacia la salida del sol?, ¿hacia el oeste o el norte o el sur o hacia la casa de las cercanías? Se llegó a la conclusión que siempre la entrada del nido apunta hacia el lugar de donde traen el barro. De otra manera a este simpático pajarito le sería imposible terminar su nido.

Loros hay en cantidades. Bochincheros, ruidosos, vistosos. No conviene tener árboles de paraíso cerca de una casa porque sus frutos son sus predilectos. No hay forma de espantarlos. Lo digo por experiencia. ¡Antes del amanecer ya empieza el bochinche!

El pilincho parece siempre despeinado. Sus plumas marroncitas nunca están alineadas  y parecen payasos. Después del chaparrón se los ve sentados uno al lado del otro, en grupos de más de veinte con las plumas abiertas para secarse. No molestan a nadie aunque sus miradas son malévolas.

El Chopí es negro como el carbón, no tiene ningún otro color. Su nombre es una onomatopeya de su canto. Son muy parecidos al pilincho pero negros. Tampoco molestan a nadie.

Todos conocemos el colibrí. En ese clima subtropical se encuentran cómodos por la profusión de flores con néctar con los que se alimentan. Son rápidos y se defienden con valentía. Los he visto en varias ocasiones espantar a un carancho o a algún ave de rapiña veinte veces su tamaño.

El tucano. Hay varias variedades en Misiones. Desde los más chicos hasta los más morrudos. Todos con su enorme pico distintivo. Los picos y las plumas varían de color con cada variedad.

Había adquirido en Buenos Aires una carabina 22 de buena calidad. Era un arma semiautomátia con un cargador por la culata de veinte tiros.

En Eldorado la carne venía con tropas de reses a pié desde Corrientes. Las tropas pasaban, custodiadas por gauchos con sus perros, delante de la chacra, esta "picada " se llama Urquiza, y las llevaban hasta el matadero municipal.

Generalmente era ganado mestizo y su carne era durísima. Sólo el lomo se dejaba masticar. Allí lo llaman el lomito. Debido a esto compré la carabina; para cazar palomas.

Todas las palomas eran grandes, muy grandes, con dos o tres se podía hacer un buen caldo, ni que hablar de un buen guiso.

Una mañana me desperté apenas después del amanecer. Todavía estaba medio dormido, miro por la ventana del dormitorio.

De ese lado de la casa habían plantado papayas. En Misiones se los llama mamones. Sigue siendo mi desayuno preferido. Contienen papaína. Para la digestión es lo más indicado porque la papaína destruye proteínas y ablanda las carnes, cosa que en ese entonces ignoraba.

En una planta de mamón estaba aferrado un tucano especialmente hermoso. Había elegido una fruta madura y la estaba saboreando. Tenía un enorme pico amarillo, con algunas rayas negras y verdes y allí donde terminaba el pico cerca de los ojos un aro rojo. Tenía los ojos bordeados por otro aro blanco.

Me habían contado que para mantener la cabeza de un tucano como trofeo, había que dejar la cabeza cerca de algún nido de hormigas carnívoras; éstas limpian hasta el último recoveco y dejan el cráneo completamente vacío. Las plumas no las tocan.

No lo pensé un instante, tomé la carabina y lo maté; le corté la cabeza y lo puse allí mismo en un tronco cerca de un nido de diminutas hormigas carnívoras. A las pocas horas éstas ya estaban haciendo su trabajo.

Al día siguiente al despertarme, miré por la misma ventana y vi otro tucano parado sobre el tronco muy cerca de la cabeza que había dejado el día anterior. La miraba de soslayo y continuamente movía su cabeza para mirar con el otro ojo, como asegurándose.

Mi corazón dejó de latir por un segundo. En ese momento me di cuenta que era la pareja e inmediatamente sospeché que, como muchos otros pájaros, la cigüeña por ejemplo, son monógamos y tienen una sola pareja de por vida.

Todavía siento vergüenza y remordimiento por lo que hice.

 

Gerardo Klomp.

El relato corresponde a vivencias del autor en la década del 50.

Son parte del libro Recuerdos de Misiones, inédito.

Klomp tenía propiedades en Eldorado. Falleció en 2019 en Buenos Aires.

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