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El desconsuelo de la madre de Gisela Báez (19)

“Mató a mi hija, ¿eso no significa nada para la Justicia?”

La estudiante de Panambí murió semanas después de haber sido atropellada de atrás por Mateo E. (17). Fue mientras volvía en moto, junto a su novio, al finalizar su fiesta de graduación

jueves 12 de enero de 2023 | 6:03hs.
“Mató a mi hija,  ¿eso no significa nada para la Justicia?”
Liliana González reclama justicia por la muerte de su hija.
Liliana González reclama justicia por la muerte de su hija.

Desde hace poco más de un mes la vida de Liliana González tuvo un giro inesperado, tanto que pasó de la felicidad plena a la tristeza absoluta y a un sentimiento de angustia constante que no le afecta sólo a ella, sino que se traslada también a sus hijos: Miqueas (4) y Leonel (14).

Es la mamá (y hermanos) de Gisela Báez, la estudiante de 19 años oriunda de Panambí que murió el 27 de diciembre del año pasado como consecuencia de las graves lesiones que sufrió al ser atropellada a la salida de su fiesta de graduación (el 3 de diciembre) por Mateo Román E. (17), que manejaba alcoholizado y excedido de velocidad un vehículo de su padre por la ruta provincial Costera Dos.

La pareja fue embestida cuando iba en motocicleta por la ruta provincial II.

“Su ausencia nos duele demasiado”, resumió Liliana con la voz quebrada. “Era una hija muy presente, atenta, cariñosa, un ejemplo para sus hermanos. Estaba involucrada en cada decisión que tomábamos en la casa, mi mano derecha en todo sentido. Más allá de hija era también mi amiga y confidente. Estábamos tan unidas que comenzaba a extrañarla desde que me contaba de sus deseos de irse a estudiar o trabajar para cumplir sus sueños. Nunca imaginé tenerla lejos, que la hayan matado me duele mucho. Llego a creer que no puedo soportarlo”, aseguró.

De acuerdo a las pericias, el adolescente atropelló de atrás la moto en la que Gisela regresaba a su casa junto a su novio, Braian Patiño.

Fue poco antes de las 6 de la mañana en un tramo de curvas y pendientes -a unos 6 kilómetros del cruce con la provincial 5- y como el impacto fue de atrás y a mucha velocidad, la estudiante, que iba de acompañante, se llevó la peor parte.

Sufrió la amputación traumática de la pierna izquierda, múltiples traumatismos y casi se desangra esperando la ambulancia, que según testigos tardó más de una hora en asistir.

Su estado era gravísimo y en la tarde de ese mismo sábado fue trasladada de urgencia desde el hospital Samic de Oberá hasta el hospital Madariaga de Posadas, donde los médicos la operaron varias veces durante tres semanas pero los daños terminaron siendo irreversibles para la joven. Murió el 27 de diciembre.

La felicidad de Gisela

“Todo el año nos preparamos para ese día, muy importante para ella”, recordó Liliana en relación a la fiesta de graduación de la Escuela Provincial de Educación Técnica 41 donde su hija terminó sus estudios secundarios.

Fue el último momento de felicidad compartido en familia, sin imaginar que horas después el menor al volante causaría una tragedia.

“Estaba feliz por haber cumplido ese ciclo y concretar eso que con tanto entusiasmo me contaba, que era seguir estudiando para ser mejor, para superarse, anhelaba su crecimiento personal”, rememoró Liliana con lágrimas en los ojos.

En ese contexto recordó que “aquel viernes (previo al siniestro fatal) la acompañamos a la peluquería, estaba un poco nerviosa pero a la vez muy contenta porque había aprobado todas las materias con buenas calificaciones. Le dije que si bien somos una familia humilde, tenía todo mi apoyo y el de sus hermanos en cuanto a lo que decidía seguir estudiando”.

La estudiante de Panambí, de 19 años, dejó a dos hermanos de 4 y 14 años.

“Tampoco me voy a olvidar lo hermosa que estaba en la fiesta, con su vestido soñado, era una princesa. Si hubiese sabido que iba a ser la última vez que la vería con vida me pondría yo en su lugar. Prefiero morir yo, no ella y me siento mal por no haber podido salvarla”, acotó con la mirada puesta en un retrato en la que se ve a su hija sonriente en la fiesta de 15 años.

Horas previas al desastre

La progenitora añadió que en medio del evento, a las 3.30 de la mañana regresó a la casa junto a Miqueas y Leonel: “Ella nos acompañó afuera del salón, aún me acuerdo de su sonrisa. Se sacó una selfie con sus hermanitos, los abrazó, me dio un beso en la frente y dijo que se iba a quedar un rato más con sus amigos y que tipo 5 regresaría en la moto con su novio”.

“Esperé despierta hasta las 6 pero no llegaba, ya estaba bastante preocupada cuando llegó el papá de Patiño para avisar que ambos habían sufrido un accidente. No pensé que era tan grave pero en el hospital de Oberá, cuando la vi, me desesperé al ver la forma en que este criminal la dejó”, lamentó.

Si bien en el hospital Madariaga después de tres semanas en terapia intensiva y varias intervenciones quirúrgicas Gisela mostró una leve mejoría, los esfuerzos médicos no fueron suficientes para salvarle la vida.

“Le hablaba constantemente, le contaba de sus hermanitos y sentía que me apretaba la mano, pero de una hora para otra falleció. En ese momento mi vida se fue con ella”, admitió.

¿Y ahora qué?

Liliana sobrelleva el dolor a flor de piel, al igual que los hermanos de Gisela. Contó que tuvo que cerrar la habitación de su hija para apaciguar la angustia de los chicos que la buscan constantemente en los recuerdos que están guardados, y también la suya propia, porque la busca inconscientemente pese a saber que nunca más volverá a verla.

En medio de todo eso debe lidiar también con la presencia en la localidad del menor que mató a su hija, y de los padres, a quienes otorga una enorme carga de responsabilidad por haber entregado el auto al hijo, que producto de la irresponsabilidad terminó siendo un arma mortal.

“Nadie de esa familia se acercó para hablar conmigo y no sé si se puede decir que son personas. Demostraron absoluto desprecio por la vida, todos, carencia de empatía por nuestro sufrimiento, por lo que le hicieron a mi hija y digo hicieron porque los padres tienen mucha culpa por haberle dado el auto al hijo que es un borracho y acá eso no es novedad”.

El menor al mando del auto (Volkswagen Gol) apenas sufrió algunos raspones, salió del habitáculo por sus propios medios y fue rescatado por un pariente que circulaba detrás, en otro vehículo, dejando abandonados a los heridos.

Según la Policía fue para llevarlo al médico pero los familiares de las víctimas aseguran que en realidad “lo ayudaron a escapar y con eso atenuar el nivel de alcohol que tenía en sangre”.

Desde la fuerza habían informado que presentaba “aliento etílico” y judicialmente no trascendió el nivel de alcohol que tenía en sangre, detectado en la pericia sanguínea. Más allá de eso, al menos un testigo dijo que previo al momento del impacto los ocupantes de ambos vehículos estaban corriendo picadas, que incluso él debió tirarse a la banquina para evitar ser atropellado. Su testimonio es clave.

“No sólo los atropelló de atrás manejando alcoholizado y excedido de velocidad, sino que sus parientes que venían en otro vehículo lo sacaron del auto y escaparon del lugar dejando a los chicos tirados, en estado gravísimo y sin atención. Ni siquiera llamaron a la Policía, los abandonaron, entonces pienso que con todas esas pruebas la Justicia tiene que hacer algo porque el hecho de ser menor de edad no lo exime del asesinato que cometió. Mató a mi hija ¿Eso no significa nada para la justicia?”, cuestionó Liliana, dolida por el hecho de que la causa continúa su curso judicial sin detenidos.

“Pruebas tienen de sobra”

En ese sentido, la progenitora observó que “pruebas tienen de sobra, no entiendo por qué este asesino al volante y sus padres siguen con su vida normal, el menor en libertad, jugando al fútbol, yendo a bailar con los amigos2, e interpeló al juez que entiende la causa: “¿Nuestra familia qué? ¿La vida de mi hija qué? ¿Los sueños que le arrebataron qué? ¿La persona que lo sacó de la escena no tiene responsabilidad? ¿Eso no es encubrimiento? Si el menor no puede ir preso entonces quién se hace cargo del asesinato de mi hija ¿Quién paga las consecuencias? Tengo miedo de que este sea un nuevo caso impune”.

“Solamente quiero que se haga justicia. Perdí a mi hija de la peor manera, todos sus planes terminaron en la basura por culpa de un irresponsable que también apagó la vida de los que quedamos. Como mamá mi anhelo mayor era verla bien, feliz, logrando sus metas, pero me la quitaron y la extraño demasiado, siento su ausencia y pienso que en este momento no puedo hacer más que luchar para que su muerte no quede en nada. Estoy decidida a insistir hasta que el asesino o quien sea el responsable pague, porque no hay garantías de que no vuelva a matar a otra persona si ahora dejan todo así”, puntualizó.

“Es indescriptible el dolor que tengo, imaginar que nunca más sentiré su abrazo, los besos que me daba en la frente, me parte el alma y aunque a veces creo que no voy a poder aguantar, por ella voy a buscar la manera de mantenerme fuerte. De una u otra manera esa familia va a tener que pagar por el crimen de Gisela. Yo nunca los voy a perdonar, pero más allá de eso espero que el juez se ponga en mi lugar y actúe en consecuencia. Como yo, la sociedad también espera respuestas”, advirtió Liliana. 

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