Me lo contó un policía (Basado en hechos reales)

El informante

sábado 07 de enero de 2023 | 6:00hs.

Corría el año 1988; habían pasado pocas semanas de la inauguración de la nueva comisaría de Ruiz de Montoya, un edificio modelo construido con el aporte de la comunidad, y allá nos instalamos con nuestras familias y un puñado de hombres. A los pocos días, un sábado por la tarde, nos avisan que en una cancha de bochas, en inmediaciones de la cooperativa, había una pelea y un hombre herido con arma blanca. En ésa época no existían hospital ni sala de primeros auxilios en el pueblo, sólo una doctora que viajaba desde Jardín América en su Ford Fairlane, una o dos veces por semana, y atendía a algunos pacientes en un improvisado salón. Por desgracia, nuestra vieja Dodge (el único móvil) se “sublevó” y no quiso arrancar, así que tuvimos que cargar al herido en mi auto particular y lo trasladamos al hospital de Puerto Rico, pero en el trayecto, falleció.

De regreso al pueblo y ya de noche, nos encontrábamos con el dilema: ¿quién o quiénes eran los autores del hecho?, ¿dónde estarían y quién podría darnos información? Al llegar a la comisaría, me informa el jefe de guardia, ‘no hay novedades jefe, solo el agente “B” recién trajo a tres borrachos que venían gritando por la calle principal, entre ellos un  “paisano aborigen”; están todos en el calabozo’.

Organizamos dos patrullas, las cuales saldrían en distintas direcciones con el fin del esclarecimiento del homicidio, pero el aborigen insistía desde las rejas que quería hablar con el jefe, mientras los otros detenidos dormían la borrachera. Tanto insistió, que al final ordené que lo trajeran a mi despacho, y ahí me contó: “Esos dos que están ahí adentro son los que mataron al gringo en la cancha de bochas, le hincaron con una tijera de peluquero, la tijera está escondida en el baño del calabozo…”. Inmediatamente abrimos las celdas y efectivamente, encontramos la tijera adentro de un inodoro; despertamos a ambos detenidos y notamos que aún tenían manchas de sangre en sus ropas.

El hecho prácticamente quedó esclarecido gracias al aporte menos pensado, y por supuesto, ordené la inmediata libertad de nuestro “Informante” amigo.

Por Luis Eduardo Benítez
Comisario general (RE), Abogado

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