Sergio Kozak sigue prófugo desde el 21 de febrero

"Todos los días se me vienen en sueños ellas dos, es un calvario"

Rafael Alejandro Elizalde (22) es sobreviviente y testigo del hecho policial más grave del año, el doble crimen de San Antonio. Su mochila y el pedido de justicia.
sábado 31 de diciembre de 2022 | 2:30hs.
"Todos los días se me vienen en sueños ellas dos, es un calvario"
"Todos los días se me vienen en sueños ellas dos, es un calvario"

"Es algo que sinceramente todos los días te acordás, te levantás con esta idea de que no están más y que vos estuviste ahí enfrente y no pudiste hacer nada. Encima el hombre no aparece y es peor. El recuerdo es de todos los días, más en estas fechas especiales es peor, porque te acordás que un año atrás estaban acá".

Quien habla es Rafael Alejandro Elisalde (22), joven que presenció el que fue el hecho policial más grave del año en Misiones: el doble femicidio de Débora Elizalde (23) y Gabriela Agüero (39) en la localidad de San Antonio. Ocurrió el 21 de febrero y hasta ahora el asesino, Sergio Kozak (33), sigue prófugo.

Sobre Kozak pesa un pedido de captura internacional y el Ministerio de Gobierno de Misiones lanzó una recompensa de un millón de pesos para quienes aporten datos sobre su paradero.



Hay muchas versiones de dónde está y la principal duda es cómo se mantiene económicamente en las sombras tantos tiempo.

Investigadores judiciales y policiales repiten que tarde o temprano va a caer, aunque eso no deja tranquilos a los familiares, quienes se sienten abandonados y consideran que no se está haciendo nada para poder dar con el femicida. Incluso consideran que aún se mueve por el pueblo con total impunidad.

Según contaron los familiares, la primera Navidad sin Débora y Gabriela fue de mucha tristeza y fluyeron las lágrimas. Y creen que esta noche, la de Año Nuevo, será igual.

En este marco, El Territorio habló con Rafael, hermano de Débora e hijo de Gabriela, quien es el testigo principal de la causa debido a que presenció el doble crimen e incluso se trenzó en un forcejeo con el asesino antes de que este se escape para no volver.

"Nos sentimos abandonados, hace un año que sucedió eso y ni noticias. Llega esta fecha y no sabes qué hacer, pensás que ellas podrían estar acá y no están por el tipo ese. Preguntas y no saben, se tiran la pelota, sinceramente nos sentimos abandonados. Dejaron de buscar, no hay indicios", reclamó el joven.

Según Rafael, todo el tiempo les llegan informaciones sobre el posible paradero del prófugo, pero cuando trasladan eso a la Policía de Misiones, la respuesta es "no, no puedo ir", "no tenemos cómo ir". Ellos hicieron su propia pesquisa y consideran que no debe estar lejos.

"Hay gente que te dice que el tipo anda por el pueblo a la noche en un auto, que se hizo tal cosa en la cara para que no le reconozcan, pero el que le conoce sabe que es él. La misma familia hace movimientos muy raros hacia la colonia, pero creemos que si decimos 'vengan a buscarlo, está acá', no van a venir. Creemos que no les importa lo que pasó", expuso con resignación.

Y en esa línea, amplió: "Te dan ganas de desistir, no tenés cómo llegar y hablar con un jefe porque te va a tirar la pelota para otro lado y ya te picha y te da ganas de hacer por tus propias manos la justicia, ¿me entendés? Podemos llegar y acorralar a uno o a otro, pero eso es una cacería de brujas, que es mejor no hacer".

Consultado por cómo se mantiene en la clandestinidad el acusado, señaló que "barato no debe ser ni un poco, pero yo te digo que el telecentro de él sigue funcionando, es un pariente de él que tomó el mando, hay dudas de que sí y de que no. Pero no puede ser que un tipo sea supuestamente tan buscado y no aparezca".

Como era de esperarse, un hecho de estas características modificó todos los proyectos a futuro en la familia. Rafael tiene un hermano mellizo llamado Esteban y una hermana pronta a cumplir 2 años, Zoe Bianca. "Teníamos planes que sin ellas son imposibles", lamentó.

"La bebé está con mi abuela todavía, le estamos criando, infelizmente está sin la mamá, pero como nosotros aprendemos vivir, así ella también va a tener que aprender. Por ahí a ella le sea un poco más fácil, pero a nosotros nos deja muy triste que ella tenga que crecer sin la mamá que nosotros tuvimos. Y más si le tenemos que decir 'un tipo le mató a tu mamá pero no le pudimos buscar'", detalló sobre la menor.

"Por ejemplo, la noche de Navidad fue muy mala para toda la familia, tanto para mis tíos como para mis abuelos. Ya no es la Navidad que era antes sin ellas, más de esa forma", volvió a recordar.

Rafael se siente igual, pero también debe llevar con una carga dolorosamente particular por ser protagonista de la tragedia que le tocó como familia.

Es una carga de la que no puede escapar, con la que convive: "Todos los días te tenés que acordar, soñás, te vienen entre sueño a ellas dos. Es un calvario, la verdad".

 

Una cena, un baile y el hecho filmado

El ataque ocurrió en el corazón del barrio Nueva Esperanza, de San Antonio, minutos antes de las cuatro de la madrugada del lunes 21 de febrero, frente a la casa de las víctimas.

La noche anterior, las dos mujeres, Rafael y el femicida habían ido a cenar y después de eso decidieron trasladarse a la bailanta sobre la ruta nacional 101, en Gramado.

Rafael relató que en determinado momento Kozak se salió del grupo y empezó a bailar con otras mujeres que habían asistido allí. Eso motivó el enojo de Débora y una pelea en el lugar.

El cuidador de la bailanta, Héctor Olivera, comentó a El Territorio que pasadas las 2 de la mañana el hombre salió detrás de las mujeres y comenzó a agredirlas, por lo que intervino la Policía y lo echó.

Después de eso, Débora se fue a la casa de una amiga, por lo que cuando el femicida volvió al boliche -se cree que había ido a buscar el arma-, ella ya no estaba.

Cerca del final de la noche madre e hijo buscaron a Débora y se fueron todos juntos a su casa con un remisero conocido de las víctimas. El asesino las siguió.

Débora, Gabriela y Rafael bajaron del coche y cruzaron la calle, mientras que Kozak siguió la secuencia desde su camioneta, que llegó al mismo tiempo que el coche en el que se movilizaban las víctimas y se detuvo atrás.

Así, una vez que llegaron a la vereda, avanzó la Fiat Toro, con la que primero intentó atropellarlas, pero finalmente desenfundó un revólver calibre 38 y desde el habitáculo las ejecutó a corta distancia.

Las imágenes de las cámaras de seguridad muestran cómo el hombre disparó sin bajarse y a quemarropa.

Cuando vio lo sucedido, Rafael dijo que golpeó la estructura de la camioneta y se metió al habitáculo por la puerta del acompañante, lo que coincide con el video y las marcas en el asiento.

Fue en esa instancia que le sustrajo el arma al asesino, que terminó huyendo de la escena y su camioneta hallada horas más tarde en un terreno de su propiedad.

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