Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)
El futuro del pasado
Cuando nos referimos al pasado histórico de Misiones, en general, queda la sensación de huecos o vacíos en el relato cronológico; es decir, todo comienza con la llegada de los jesuitas y la fundación de “los treinta pueblos” -a partir del año 1609-, la expulsión de la orden religiosa (1768), la adhesión a la Causa de Mayo (1810), el paso de Belgrano en el marco de la Expedición al Paraguay (1810/1), las campañas de Guacurarí (1815 a 1819), la construcción de la Trinchera de San José (1835 a 1841), de soslayo la Guerra de la Triple Alianza (1865 a 1870), la creación del Departamento de Candelaria (1870), la conformación del Territorio Nacional de Misiones (1881), la llegada de inmigrantes europeos -a partir de 1897-, la provincialización (1953), algunas referencias a la última dictadura cívico-militar (1976–1983), la reinstauración de la democracia en diciembre de 1983… y pará de contar.
Casi cuatro siglos para trece momentos, procesos o acontecimientos; es el resultado de la difusión de la historiografía generada en el siglo pasado -fundamentalmente en los primeros sesenta años-; a pesar del esfuerzo de investigadores profesionales y amateurs, el desequilibrio entre la producción y la socialización de los trabajos resultantes es una de las causas del desconocimiento y el retraso en la actualización de relato macro. Y ni hablar del uso y abuso que políticamente se hace de algún aspecto de la historia regional; en otras palabras, los especialistas en “hacer pasar un camello por el ojo de una aguja” irrespetando a los hechos y personas que fueron protagonistas de entonces, algunos a costa de su propia vida y, en incontables casos, con descendientes que son nuestros vecinos y comprovincianos…o tra deuda pendiente.
Y entonces, surge una inquietud: en las cuatro décadas transcurridas desde 1983, ¿hubo más sucesos históricos?
La respuesta afirmativa es obvia, la curiosidad despierta ansiedad en saber a cuáles se consagrará como “oficiales” y a cuáles se los llevará la noche del olvido. Repasemos lo que la memoria trae caprichosamente: la inauguración del Puente Tancredo Neves -o De la Amistad-, en 1985; ídem para la represa Uruguaí y el Puente Internacional Roque González de Santa Cruz, en 1990; la privatización de Apos, el Banco de la Provincia, Papel Misionero, el Instituto del Seguro -entre otras empresas del estado- y de miles de hectáreas en áreas de parques provinciales, a mediados de la misma década; la creación del Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables; las Ferias Francas; la creación de la Línea 102 en 1996; la Constituyente de 2006; la Costanera posadeña y sus similares en otras ciudades de la provincia; el Sistema Integrado de Transporte Posadas-Garupá–Candelaria; la Biofábrica; el turismo como política del estado provincial; el Parque del Conocimiento, el Parque Tecnológico y el Parque de la Salud; el Centro de Investigaciones Entomológicas; los nuevos municipios; puentes como el de la aldea Chafariz, imprescindible para la gurisada y los docentes de la Escuela N° 905 y los vecinos de Picada Guaraní -en este caso y las réplicas en situaciones similares-; la Línea 137 a partir del año 2013; la modernización de la traza vial misionera y su última versión denominada “travesía urbana”; las Secretarías de Estado -con rango de Ministerio y onda siglo XXI- de Cambio Climático y Energía; la educación inclusiva y/o disruptiva; la irrupción de la robótica como nuevo horizonte.
Los refugiados laosianos llegados en 1979; imposible olvidar el Tractorazo de 2002; los juicios por delitos de lesa humanidad -a partir de 2008-; la Tragedia del Cruce del Paraná en enero de 2010; el destino de Mario Golemba, desaparecido en marzo de 2008, y de las casi sesenta personas cuyo paradero se desconoce desde 2014 -hasta mayo de 2021-; el “autoacuartelamiento” del personal de la Policía de la Provincia en febrero de 2012; los movimientos sociales misioneros -llamados “piqueteros” en general, cito a modo de ejemplo CCC, FOL, Evita, PO, MTR, MAR-; los recicladores urbanos de Misiones; las cooperativas de trabajo -reconceptualizadas-; las comunidades LGBTIQ+; la negada negritud misionera.
Casos resonantes de violencia intrafamiliar, de género, infantil, laboral, sexual, tan arraigadas en nuestra sociedad regional, considerados delitos desde 2007; el retorno o blanqueo a costumbres y prácticas de antaño bajo el slogan de “étnicas” -Karaí Octubre, San Juan, San Baltasar, entre otras -.
A quiénes se consagrará como héroes, como próceres y ¿aparecerán -por fin- las mujeres en los relatos “bendecidos” ?; accederemos a una revisión histórica menos romantizada y más científica o seguiremos sin ejercer nuestro derecho a la identidad; desterraremos definitivamente prejuicios encubiertos en frases como “crisol de razas”, “hermanos guaraníes” o “changa paraguaya”, claramente discriminatorios.
Aceptaremos nuestro pasado, el de cada uno, el que compartimos como sociedad, el que construimos cada día -con y sin conciencia-, sentiremos orgullo de y por esta Misiones que no sería lo que es y lo que será, sin nosotros -todos y cada uno-, juntos, separados, enfrentados, amalgamados, acostumbrados… haciendo del misionerismo algo real, tangible en un reviro, en una esquina o en una tonada que se niega a masificarse; nos haremos cargo de la resiliencia y la sororidad que, desde ese pasado -aquel y éste- nos sostiene, reconoce y construye como misioneros y misioneras y que, básicamente, es ser buena persona… la mayoría.
No sé, pienso nomás.
¡Hasta el próximo viernes!