Pinceladas de historia

El aporte de los guaraní-misioneros al poblamiento de Entre Ríos

domingo 18 de diciembre de 2022 | 6:00hs.

La región de la actual provincia de Entre Ríos fue una de las más beneficiadas por las migraciones guaraníes producidas después de la expulsión de los Jesuitas. Y de estas migraciones se halla abundante información en el Archivo General de la Nación que nos permite percibir la magnitud de las mismas y concluir que esta provincia fue inicialmente poblada por población guaraní fugada de los pueblos.

Hasta las últimas décadas del siglo XVIII, Entre Ríos no había sido ocupada efectivamente ni tampoco urbanizada, salvo el pequeño puerto de La Bajada (actual Paraná), que prácticamente era un apéndice de Santa Fe, de cuyo cabildo dependía. En las épocas en que las actividades ganaderas comienzan a ser redituables, en las tres últimas décadas del siglo XVIII, los conflictos jurisdiccionales y los grandes litigios por la posesión de las tierras fueron creando difíciles situaciones que las autoridades locales no pudieron manejar. Por ello, el virrey Vértiz inició un plan de ordenamiento poblacional. En lo que luego fue la provincia de Entre Ríos, el veedor y programador de esa organización fue el sargento mayor de Dragones, don Tomás de Rocamora (el mismo que años después, en los tiempos de la revolución de Mayo actuara en Misiones) quien propuso fundar cinco villas para reunificar la población dispersa por el territorio. Ellas servirían como segunda línea de defensa ante las posibles expansiones portuguesas sobre el territorio. En 1783 fundó las villas de Gualeguaychú, Gualeguay y Concepción del Uruguay, que sobrevivieron con el tiempo y fueron ocupadas mayormente por parte de la dispersa población guaraní. Las otras dos nunca pudo hacerlas realidad.

A los pocos años de fundadas estas villas, y mientras las autoridades de Buenos Aires se desesperaban por encontrar remedio a la decadencia de las Misiones de guaraníes, Vértiz ordena a los funcionarios locales de los pueblos existentes en el Litoral que se hicieran los esfuerzos necesarios para hacer retornar a sus pueblos de origen a los guaraníes que habitasen las sociedades españolas. En respuesta a esa orden, el alcalde del nuevo pueblo de Concepción del Uruguay responde, en 1790, que sería imposible el cumplimiento de esa orden, pues los guaraníes cumplían labores fundamentales, especialmente en el trabajo agrícola. Allí mismo detalla los nombres de las cabezas de familia de cada uno de los vecinos guaraníes que habitaban la Villa de Arroyo de la China, así como el pueblo del que provenían. Según tal informe, 21 familias procedían de Yapeyú, 8 de La Cruz, 4 de Santo Tomé, 5 de San Borja, 5 de Santo Angel y San Juan, 3 de San Miguel, 5 de San Luis, 5 de San Nicolás, 4 de Santa María Mayor, 3 de San Francisco Javier, 2 de Mártires, 6 de Concepción, 8 de San José, 3 de Candelaria, 5 de Santa Ana, 14 de Loreto, 6 de San Ignacio Miní, 4 de Corpus, 2 de Trinidad, 5 de Jesús, 12 de Concepción, 9 de Apóstoles, 15 de San Carlos, 9 de Itapúa, 4 de San Cosme y Damián, 4 de Santiago, 5 de Santa Rosa, uno de Santa María de Fe y otro de San Ignacio Guazú.

Listas semejantes existen para los otros pueblos de Gualeguaychú y Gualeguay. En total, entre las tres villas existían 273 cabezas de familia, lo que hipotéticamente, si contabilizamos cinco miembros por familia nos daría un total de unos 1.300 residentes guaraníes en estos pueblos recién fundados. Fueron estas familias guaraníes las fundadoras de los primeros pueblos entrerrianos, como así el principal recurso de fuerza laboral en los orígenes de esta rica provincia.

Parte de esta población se hallaba ya radicada en esos pagos antes de la creación de las villas por parte de Rocamora, lo que indica la temprana salida de muchos indios a poco de la expulsión de los Jesuitas. En el Primer Libro de Defunciones de Concepción del Uruguay, de 1781, figuran como fallecidos “104 indios misioneros, 111 paraguayos (seguramente también indios misioneros), 64 criollos y 34 españoles”.

Fracasado el intento de Vértiz de retornarlos a sus poblados de origen, el futuro Virrey Santiago de Liniers, a cargo del Gobierno de Misiones en 1803, propone una solución al problema de los emigrados. Lo que realmente interesaba a las autoridades virreinales era el cobro de los tributos al Rey. Por ello, en 1803, citando las entonces polvorientas Leyes de Indias donde se indicaba que a los indios ausentes de sus pueblos se les exigiese tributo arbitrario, Liniers propone que esa estipulación se la pusiese en práctica entre los indios de Arroyo de la China.

“Me han asegurado –indica Liniers- que en todo su distrito existen empleados en las islas del Uruguay y estancias adyacentes, cerca de 3.000 indios fugitivos de todos los Pueblos. Se les podría exigir 4 pesos y ½ al año a razón de 3 reales por mes que ganan de 8 a 10 pesos...y una vez cobrado remitir todo lo recaudado a Candelaria (capital entonces de los pueblos guaraní-misioneros...”. A tal fin, ampliaba su propuesta “... a todas las Estancias de Españoles comprendidas entre el Uruguay, Paraná y Mocoretá...”

Un censo de 1804 indica que en la Villa entonces existían 1.987 habitantes y en el área rural, 2.224, lo que hace un total de 4.211 personas, de las cuales, según el informe de Liniers, 3.000 eran guaraníes.

Estos datos son elocuentes para demostrar la enorme importancia de la fuerza laboral de los indios guaraníes dispersos por los campos entrerrianos, en los inicios de la actividad ganadera del Litoral. Y su carácter de pioneros habitantes de las primeras ciudades fundadas en este territorio.

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