Pinceladas de historia

Frentes agrícolas en el poblamiento de Misiones

domingo 11 de diciembre de 2022 | 6:00hs.

La ocupación del espacio misionero en la refundación del territorio, después de la Guerra de la Triple Alianza que puso fin a más de cuatro décadas de presencia paraguaya tuvo como protagonistas a inmigrantes espontáneos provenientes en su mayoría de los estados brasileños de Rio Grande do Sul y Paraná y también del Paraguay. Estos grupos pioneros, expulsados de sus países por la inestabilidad política reinante, fueron ingresando a través de los ríos y las picadas que se habían construido en los tiempos previos de extracción de yerba silvestre y de maderas. En desordenado proceso ocuparon las crestas de la sierra misionera, que no habían sido vendidas en la impulsiva venta de tierras realizadas por el gobierno de Corrientes en los últimos suspiros de su administración en 1881.

Los colonos brasileños introdujeron la agricultura sembrando maíz, porotos y tabaco. A ellos se les sumaron grupos de polacos y ucranianos provenientes del sur brasileño que se fueron incorporando al territorio misionero casi al mismo tiempo que sus hermanos de sangre lo hacían en forma oficial a partir de 1897, con la creación de la colonia Apóstoles.

Para poder ordenar y canalizar este poblamiento espontáneo, el gobierno del Territorio Nacional dispuso la creación de nuevas colonias que se sumaron a las de Candelaria y Santa Ana, creadas en 1883. Nacieron así a fines del siglo, diez nuevas colonias. En las bajas Misiones fueron creadas además de la ya mencionada Apóstoles, las de Azara, San José, Concepción y Cerro Corá. En tanto San Javier, San Ignacio y Corpus fueron fundadas a orillas del río Paraná y San Pedro en el lejano interior. En 1903 las doce colonias poseían 10.000 habitantes. Las más pobladas eran Apóstoles y Azara que habían recibido a partir de 1897 una importante afluencia de inmigrantes ucranianos y polacos provenientes de la región de Galitzia, al sudeste de la actual Ucrania, en ese entonces dominada por el Imperio austro-húngaro.

Otros europeos en forma espontánea se asentaron a lo largo de las picadas ubicadas al interior de las tierras fiscales. Así por ejemplo, en la picada entre San Javier y Bonpland varias familias suecas se establecieron entre los años 1902-1903. Estas familias habían venido del Brasil. En esta misma picada se produjo el asentamiento de la primera migración finlandesa en Argentina durante los años 1906 y 1907. En los años siguientes se fueron sumando nuevas familias en ese espacio, dando inicio, por ejemplo,a la colonización sueca en la zona conocida como Yerbal Viejo, que a partir de 1927 pasó a denominarse Oberá. A los suecos se sumaron checos, rusos, ucranianos, suizos, italianos, noruegos, finlandeses y alemanes, en sucesivas corrientes inmigratorias. Si bien en un principio la superficie de las chacras era de 100 ha, con el tiempo prevaleció la unidad productiva de 25 ha, de las cuales los colonos sembraban 7 u 8 quedando el resto para extracción de maderas y espacios para pastoreo. En especial las chacras de los colonos europeos contaban también con granjas donde se criaban gallinas, cerdos y se plantaban legumbres para la subsistencia familiar.

El sistema de otorgamiento de títulos por parte del gobierno nacional fue bastante engorroso y lento, lo que favorecía la ocupación espontánea e ilegal, pero a medida que se fue concretando permitió el afianzamiento de los pobladores. El éxito colonizador de aquellos esforzados pioneros condujo al gobierno territorial a crear nuevas colonias o ensanchar las ya existentes. Así, en 1903 eran 140.000 las hectáreas destinadas a la colonización agrícola. En 1921 ya sumaban 473.000. En tanto la superficie cultivada alcanzaba unas 14.000 en 1903, mientras que menos de veinte años después, en 1921 esa superficie casi se había triplicado llegando a las 36.000 hectáreas.

La primera consecuencia de este proceso colonizador agrícola en Misiones fue la declinación de la actividad extractiva, principal recurso económico previo a la llegada de los colonos. La yerba mate y la madera habían sido irracionalmente cortadas durante más de medio siglo, desde por lo menos 1840, lo que, en el caso de los yerbales los convertía en improductivos. En 1904 un informe económico oficial advertía que, “los yerbales de Misiones están en decadencia y si las medidas para garantir su conservación no se dictan a tiempo, quizás no pasen muchos años sin que tenga que lamentarse la desaparición casi total del principal renglón de la riqueza de esta región”.

Esta realidad llevó a la proyección de planes de domesticación de la yerba, experiencia que ya se había concretado exitosamente durante las Misiones Jesuíticas. A pesar de haberse perdido la tradición del cultivo de la yerba mate, una serie de ensayos permitieron que a partir de la década de 1910 la yerba cultivada fuera reemplazando a la yerba silvestre y dando lugar a un nuevo modelo agrícola aprovechado exitosamente en especial por los colonos galitzianos.

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