La localidad cumplió ayer 77 años de vida

Don Soto, testigo desde niño de la fundación de Campo Ramón

El vecino tiene 94 años, cría gallinas y cuida su huerta. Recuerda cuando era monte todo el municipio, que hoy se erige con oferta turística de la mano de sus cascadas
jueves 01 de diciembre de 2022 | 6:04hs.
Don Soto, testigo desde niño de la fundación de Campo Ramón
Don Soto, testigo desde niño de la fundación de Campo Ramón

Daniel Soto, de 94 años, llegó desde Paraguay a Posadas; luego se trasladó a Bonpland y más tarde se asentó en la zona de montes. Cuando tenía 5 años, junto a su familia, echaron raíces en la localidad denominada en un primer momento Mariano Moreno, que luego pasó a llamarse Campo Ramón, municipio de Misiones que cumplió ayer 77 años de vida.

Campo Ramón empieza a tener su propia historia cuando se formó la Comisión de Fomento; fue creada el 30 de noviembre de 1945, actualmente es el primer municipio ecológico de la provincia, con la Fiesta Provincial de la Ecología.

Su historia está repleta de anécdotas de familias inmigrantes que forjaron el pueblo a machete y mucho trabajo rural. Uno de los casos testigo es el vecino Don Soto. A pesar de que la memoria empieza a fallar, el hombre es el indicado para dar testimonio ya que es personaje conocido y respetado en el pueblo.

“Cuando llegué era todo fiscal y monte, mi papá era de Paraguay y nos radicamos primero en Posadas, allí, mi papá consiguió trabajo en Eldorado, luego nos radicamos en Bonpland y finalmente le ofrecieron para habitar esta zona, donde había muchos bichos, como jabalí y yaguaretés”, empezó a comentar Daniel a El Territorio.

Además, explicó que la gente que estaba radicada en Bonpland eran los que venían a Campo Ramón.  “La gente era de Bonpland que venía a habitar este lugar, plantaban yerba, verduras y un montón de cosas, mi mamá fabricaba jabón, con la grasa de chancho”, comentó.

Hoy el pueblo es una de las localidades que apuesta al turismo rural, con una diversidad de saltos y cascadas, balnearios con su naturaleza que lo caracteriza, donde tienen un grupo de emprendedores que se capacitan y apuestan a la industria sin chimeneas.

El hombre de 94 años, todavía cría sus gallinas, cuida su huerta y busca agua en una vertiente del potrero que tiene la chacra, “siempre crié gallinas caseras, no esa doble pechuga que dicen, teníamos gallos grandes y finos, las gallinas ponían huevos y yo no vendía, regalaba a los vecinos”.

Entre los recuerdos de Soto, resaltó cómo era comprar alimentos en Oberá y su paso por la escuela, en la que en un solo año aprendió a escribir, leer y todo lo necesario para defenderse en la vida. “Para ir a comprar alimentos que no teníamos en la chacra, iban mis papás en caballo hasta Oberá y lo que recuerdo que sólo un año fui a la escuela primaria y aprendí todo lo que necesitaba”. 

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