El reflexionador

Mirado sin pretensiones, diríamos a simple vista, era un invertebrado de cuerpo blando, contráctil y cilíndrico.

Sin embargo, el reflexionador era mucho más que un vulgar vermiforme.  Tenía la políticamente incorrecta costumbre de pensar. Discurría sobre todo lo que percibía injusto.

La estrategia del reflexionador era incidir gradualmente sobre las bases y luego producir modificaciones en los mandamases.

Hubiera podido hacerlo al revés, pero tenía para sí que las verdaderas revoluciones se producen de abajo hacia arriba y no a la inversa.

Esto, entendía el reflexionador, garantizaba la solidez y perdurabilidad de todo el proceso.

Así, horadaba las mentes de los autoritarios, de los codiciosos, de los intolerantes, de los egoístas.

Su trabajo consistía en acercarse despacio a los oídos humanos en cuestión e iniciar su perorata.

Había alborotado con su accionar. Alguna gente, que al principio casi no lo registraba, empezó a incomodarse.

-¿Y éste de dónde salió?

-¿Qué pretende?

Las preguntas se precipitaban. La preocupación aumentaba.

Es que unos cuantos, demasiados, estaban cambiando para bien. Se mostraban menos agresivos, más solidarios.

-Una despreciable oruga no va a revolucionar nuestra comunidad- se oyó tronar al encolerizado jefe del gobierno.

-Hay que aplicar rápidamente una solución contundente- dijeron en verso y a coro los miembros de su equipo gubernamental.

-Si fuera un elefante, más imponente, menos insignificante- insistía el jefe del gobierno.

-Es intolerable que un animalejo de escasa cuantía pretenda ejercer presión- adherían los genuflexos.

Tramaron su eliminación con un vermífugo poderoso que el incauto reflexionador ingirió una tarde plomiza.

Sin embargo, la semilla de su prédica estaba germinando.

El cuento pertenece al libro Cuento con Vos Recargado, publicado en 2021. Gasparini es abogada y docente.

Marta Stella de Gasparini