Zona 33, destellos en la marginalidad

En una puesta efusiva, comprometida, intensa pero con una magistral ironía que despierta risas en los peores momentos, el poderoso texto de Patricio Elizalde cobra vida en la obra Zona 33.

"Hay que ser positiva ante situaciones adversas" le dice Reina a su hermana Diva, que sensible y un tanto hipocondriaca de tanto bombardeo mediático le responde: "Es que estoy radioactiva".

La pieza -que incluye también a Estrella como la draga más divina pero también vulnerable- denota un tremendo trabajo detrás que se luce incluso en las jugadas destrezas físicas de las tres protagonistas (raspones reales incluidos).

Cada una con su sello característico, desde lo estético a la actitud y el ímpetu en la palabra, son tan distintas como iguales sus miserias.

"Decís feliz y me da risa", "Nuestra adicción es el arte independiente", "Acá nada es justo", dice cada cual a su turno definiendo el espíritu de una obra concisa imponente y necesaria.

Entre Ru Paul tercermundista y un poco de Karadagian, saca lo mejor del espectador para reflexionar y/o alivianar la semana.

Reconociendo su valor y singularidad el público se involucra desde el minuto uno, con palmas, arenga y buenos chiflidos, ovaciona y tras el saludo final se saca fotos aprovechando ese montaje de los actores que los convierte en magistrales personajes únicos.

Ojalá vengan nuevas funciones para que el brillo y las plumas descollen todo polvoriento sentir.

La marginalidad en la frontera, un futuro distópico con viejas mañas