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La democracia que sí nos cambió la vida

sábado 19 de noviembre de 2022 | 6:00hs.
La democracia que sí nos cambió la vida

“Las palabras pueden ser como minúsculas dosis de arsénico: se las traga sin prestarles atención, parecen no hacer ningún efecto, y resulta que luego de algún tiempo, el efecto tóxico se hace sentir”. Esto afirma Victor Klemperer en ‘La lengua del Tercer Reich’ (1975), poniendo en escena el ascenso del nazismo en la lengua alemana. Días atrás Luis Juez hizo algunas cosas con sus palabras, pues le atribuyó a la democracia un impacto nulo sobre la vida de las personas, ignoró los casi cuarenta años donde el estado de derecho y la vigencia de los derechos humanos conforman un presupuesto mínimo respecto del cual parecía regir un acuerdo indubitable.

 Decididamente estamos frente a un acto político que, ante todo, es un acto de lenguaje. Es decir, además de una amnistía es una política activa del olvido, de la amnesia. La historia da cuenta de diversas experiencias en torno a la transición entre períodos de dictaduras con violación sistemática de los derechos humanos y la recuperación democrática.  En Argentina la transición tuvo sus bemoles, en virtud de que las potentes presiones dieron lugar a amnistías e indultos –luego revisados y dejados sin efectos-, pero fue un recorrido valiente y, en múltiples aspectos, un espejo en el que el mundo procuró reflejarse. Sin embargo, el desafío que encierra la democracia no se agota en ningún acto, es cada vez. La llamada “justicia de transición” exige un claro mensaje de responsabilidad que alcanza al Estado y a la sociedad civil.

Hacerse cargo del pasado significa saber lo que ocurrió, para que nadie pueda decir alguna vez “yo no sabía”. No se trata de vivir como antes con sus conciudadanos, sino de construir un pasado común para constituir una comunidad que aún no existe. En ese marco, la publicidad es esencial para lo que se comparte. El uso del espacio público, de la amplificación de voces propia de los medios de comunicación, configuran campos de batalla sobre los que no es admisible otorgar concesiones, deben ser ocupados para sacar de la penumbra a los recuerdos.

Ahora bien, ¿qué mundo contribuimos a producir hablando como hablamos?

Un mural de Ciudad del Cabo en las postrimerías del Apartheid rezaba: “How to turn human wrongs in human rights” (Cómo transformar los errores humanos en derechos humanos). Quizás la respuesta a este interrogante se encuentre en la vereda de enfrente a lo expresado por Luis Juez, es decir, en la democracia. La democracia que se conquistó, que se sostuvo, que se vive y que nos permite vivir, pero también la democracia que se nombra.

Por Franco Gatti
Profesor e investigador. Para Página12

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