Réquiem a Roque González de Santa Cruz

miércoles 16 de noviembre de 2022 | 6:00hs.

8 de noviembre de 1870, el Gobierno de Corrientes dictó la Ley de Creación del Departamento de Candelaria y designó al pueblo de Trinchera de San José (después retitulado Posadas en 1879 para congraciarse con el Poder Central) como sede de las autoridades. Ese suceso jurídico es considerado como fecha de fundación de la actual ciudad de Posadas.

Año 1641. Exactamente a las diez de la mañana la campana de la Iglesia comenzó a sonar a badajo batiente. Inmediatamente los chicos dejaron de jugar y se dirigieron a la plaza. Lo mismo hicieron los avá con sus familias, incluidos solteros y solteras, viudos y viudas, niños y ancianos; todo el pueblo debía asistir por invitación obligatoria. Los monaguillos y sacristanes frente a la entrada principal de la iglesia colocaron presurosos una larga mesada, cubriéndola de manteles de algodón bordados con ñandutí. Encima pusieron el cáliz de oro, el atril con el misal, el incensario, el ostensorio, el hisopo en el acetre, las vinajeras y el crucifijo; objetos litúrgicos indispensables para oficiar la Santa Misa. Por último, dispusieron una fila de bancos frente al improvisado altar donde, momentos más tarde, el padre Juan oficiaría el Réquiem para el fundador de las Misiones. Salvando las distancias, en las otras ciudades de la república jesuita, iniciaron exactamente en el mismo horario el repique de las campanas llamando a los habitantes a exaltar el recuerdo de la muerte del hermano Roque González de Santa Cruz, asesinado doce años atrás por indómitos infieles en el asentamiento de Apóstoles de Caazapaguazú, apenas cruzando el Río Uruguay, cerca de San Nicolás, la reducción por él fundada. La plaza principal estaba repleta de gente y los bancos totalmente ocupados cuando el padre Juan se ubicó ante el altar e hizo la señal de la cruz dando inicio a la misa. Luego levantó la vista y quedó gratamente sorprendido al ver a Aguaraí sentado entre los contertulios más importantes; era la primera vez que asistía a un acto religioso del hombre blanco. Tampoco había asistido a ningún rito de sus ancestros, valga la aclaración. Ocupando otros lugares se ubicaba la plana mayor del ejército indiano que se preparaba para la guerra. El Capitán General Padre Pedro Romero se hallaba en el centro acompañado en el ala derecha por el Comandante General Nicolás Ñeenguirú, cacique de la reducción de Concepción, sus asistentes Francisco Mbay Robá e Ignacio Abiarú, y Arazay el cacique local. A su lado se sentó Ñaroí, recientemente llegado tras concretar el traslado del pequeño asentamiento de Acaraguá, que quedaba bajando el Río Uruguay en una loma a orillas de la desembocadura del arroyo Mbororé, instalado allí como medida preventiva y estratégica debido a la batalla que se aproximaba. Del lado izquierdo del padre Romero se ubicaron los ex militares y Hermanos de la congregación: Juan Cárdenas, Antonio Bernal y Domingo Torres, venidos especialmente para encargarse de la instrucción castrense del ejército guaraní. A estos le seguían sacerdotes de reducciones vecinas que fueron designados capitanes de otros tantos batallones. Apenas terminó la liturgia de la homilía, Juan prosiguió con el panegírico de Roque González escrito sobre un papel que en voz alta leyó: Hermanos y Hermanas: Hoy se cumplen doce años del fallecimiento de nuestro querido hermano Roque González y ¡cómo lo extrañamos!, ¡cómo sentimos su ausencia y la falta de sus sanos consejos! Murió asesinado acá enfrente, cruzando el río, por las flechas y el hacha asesina del cacique Nezú, conocido por todos ustedes. ¿El motivo?, no toleraba que sus hermanos vivieran socialmente en pueblos organizados y se hallaran comprometidos a trabajar por el bien común. Como verán, los enemigos están afuera, pero también están adentro. Por ello, y por sus obras, Dios se encargará de juzgar a unos y a otros. Roque González tenía 52 años cuando murió y llevaba treinta predicando y fundando pueblos desde que salió de su Asunción natal. ¿Recuerdan los pueblos que fundó? Nuestra Señora de Encarnación del Itapúa en ambas orillas; Concepción, San Nicolás, Candelaria y San Ignacio Miní en el Guaira, destruido por los bandeirantes. ¿Saben que su cuerpo fue quemado? ¡Pero, oh milagro, su corazón quedó intacto! Por esa gracia divina fue llevado a Ñande Roga Guazú, nuestra casa grande en Roma donde vive el Santo Papa. Allí, su corazón descansa en paz, al lado del hacha del martirio. Terminó de leer y dijo: Ahora hermanos, arrodillémonos y recemos por su alma y las almas de los padres Alonso Rodríguez y Juan del Castillo, asesinados ese mismo día.

Según el escritor e historiador misionero Julio Cantero, en 1615 Roque González de Santa Cruz fundó la reducción “Nuestra Señora de la Anunciación de la Encarnación de Itapúa” en lo que hoy es el territorio de Posadas, luego el Padre Boroa decidiría edificar el conjunto edilicio principal del asentamiento con una construcción más moderna, y en la margen derecha del río lo que hoy conocemos como Encarnación, Paraguay. Esto que muchos consideran un “traslado” no pudo haberse dado de modo inmediato a la toma de decisión de la nueva edificación pues implicaba la construcción planificada y proyectada con materiales menos perennes de toda la infraestructura básica en un nuevo asentamiento, el sitio nuevo debió ser mejor a la que se dejaba para que valiera la pena el traslado.

El punto es que el primer antecedente histórico de asentamiento estable registrado por la historia, en el sitio geográfico que hoy ocupa la ciudad de Posadas, capital de la provincia de Misiones, es justamente el no tan escaso compendio de fuentes que tenemos sobre esta épica fundación de esa reducción, la primer “misión” de otras tantas en un territorio que muchos años después sería conocido inequívocamente como el de las Misiones, por el singular número de estos emprendimiento civilizadores cristianos aquí instaladas, nombre que desde entonces le perdura a nuestra provincia y que alude a esa característica de su poblamiento, a este tipo de ordenamiento social de marcadas características religiosas. 

Aquí consideramos que a aquella fundación de mano de Roque González de Santa Cruz le debemos los posadeños el ser hoy día un crucial punto de convergencias de vías de comunicación y comercio con activo tráfico de mercancías y contingentes humanos. Y consideramos también que es reivindicable el topónimo de Itapúa dado que ese era su nombre original.

En Itapúa realizó con éxito su primera fundación de una Reducción el abnegado Roque González de Santa Cruz aquel 25 de marzo de 1615, queda claro fue en lo que hoy es parte de Posadas entonces conocido como la zona de Itapúa, quizás estaba ubicada unos 200 metros al oeste del [ex] puerto”. Según estimaciones del reconocido geógrafo Miguel Stefañuk o como deslizó el ex Obispo de Posadas Jorge Kemerer, en un discurso pronunciado en 1988 en la Universidad de El Salvador sobre su ubicación.  “Guillermo Furlong opina que el lugar Geográfico fue el que hoy se denomina Parque Paraguay (sic) en la ciudad de Posadas”. 

Por todo esto, los posadeños debemos estar orgullosos de que un santo varón, haya fundado en un punto geográfico referencial, lo que hoy es la ciudad de Posadas.

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