El baúl de Olga

domingo 13 de noviembre de 2022 | 6:00hs.
El baúl de Olga
El baúl de Olga

Ingreso a la casa y todo llama mi curiosidad. Implanto los ojos en la pintura de la selva de Lucas Braulio Areco. El aroma de frutas silvestres se confunde con el olor de la señora que toma mate y el caballo. Otras pinturas me convocan, no las atiendo por apartarme y confabular mi imaginación con el baúl, morado, no muy grande ni muy alto. Me pregunto:

¿Qué habrá en su interior?

Seguro que cartas de amor, con muchas palabras hermosas. O quizá monedas antiguas. O alguna herradura de la suerte. Observo al baúl disimuladamente. De a ratos, tengo miedo de que se abra, salga un muñeco rapé y me tire al río, ayudado con el viento.

Te prometo, la próxima vez que entre a esta casa, sin que nadie se dé cuenta abriré el baúl. Ahora, es imposible llegaron todos y comienza el Taller literario

II

Hoy, cumplo la promesa, abro la tapa del baúl. No del todo, solo un poquito. Descubriéndolo poco espacioso, muy oscuro en su interior;

— ¿Y sabes una cosa?.. Ja ja ja

— Ni te lo imaginas, ja ja ja…

— Eres curiosa, picarona.

— Abriré un poquito más, ja ja ja

— U y, viene la dueña, debo cerrarlo. Después te cuento.

— Ahora sí, creo, puedo abrir la tapa para ver bien en el interior

— Ja ja ja me hace cosquillas.

— Ja ja ja es áspero, frío. ¡Qué frío!

— Oh no, es lo mismo que… ¡Oh!

— ¡Uy! Tocan el timbre de la puerta.… Ufa, un vendedor

— Ahora sí, creo, debo, puedo…

— Ja ja ja…

— ¡Qué pena¡ Comienza el taller .Hoy imposible.

III

— Nuevamente me hallo acá. Frente al baúl.

— Abro la tapa, un poquito, miro con un ojo, oscuro, terriblemente oscuro.

— Se oyen voces.

— Son dos, parecen gobernantes, funcionarios. Tratan de guardar un crimen. Pareciera que quieren inculpar a alguien, el cadáver lo tienen todavía. Me siento obligada a abrirlo, antes de que me descubran y hagan de las suyas.

— ¿Cómo hago? ¿Si lo abro de golpe, se darán cuenta y quedaré como una cómplice? Continúo acá y viene alguien ¿Le cuento? ¿Cierro? Al cerrar se van, sin enterarme de qué pasa, además de guardar las huellas.

— Es a Poe a quien eliminaron. Sí, eso dicen

— Dejo caer la tapa. Llegan los demás talleristas. 

IV

Otro día de visita.

Intento abrir la tapa del baúl, me cuesta más que en otras oportunidades.

Apenas logro obtener una rendija, oigo las voces, son más y más fuertes.

Percibo la voz de alguien distinto, es también una mujer. Quieren cargarle a ella con el cadáver. Le ofrecen dinero, abogados y dos o tres años de cárcel y, cuando todos lo olviden, salir en libertad.

Reconozco la expresión del gobernante, es él el que más insiste

— ¿Es él el asesino?

— Aunque… el funcionario no disimula sus deseos de que la mujer se declare culpable.

Consigo abrir la tapa, casi hasta la mitad.

La mujer camina, pongo atención, arrastra un pie, puede ser discapacitada, la golpearon en la pierna o tiene un zapato con la suela despegada.

Ahora, Ella enciende un cigarrillo, con su iluminación, descubro que es pelirroja. En cada pitada veo otro detalle. Pareciera que al mirar hacia arriba... me va a descubrir.

Me pregunto — ¿Es una mujer pelirroja? ¿O usa peluca?

— Procuro destapar algunos centímetros, alguien se acerca. Debo cerrar…

V 

— ¿Y si le cuento a la dueña de casa, qué está pasando en su baúl?.

Me pregunto: — ¿Cómo le voy a decir? ¿Qué hay dos hombres y un crimen? ¿Qué hay una pelirroja fumando?

— Ja…ja… ja… Seguro me va a creer. Es algo tan increíble que ni yo me lo creo.

Sigo sola con el baúl, abro un poquito, la escena continúa. No alcanzo a ver el cadáver.

El gobernante prepara una… una,… ¿valija?, ¿portafolios?, ¿papeles? Sigo sin lograr distinguir ¿Qué es lo que hace?

— La pelirroja sigue fumando. Se toca la boca con los dedos.

— El funcionario, le apunta con un arma.

— O te declaras culpable o eres boleta. — Repica en eco.

—La acortamos, nena. Llamo a la policía. Declarándote culpable, sin nada que perder, en dos o tres años salís en libertad, con plata, te vas del país y una nueva señora.

— La toma de los hombros y la tira al piso.

Casi grito — ¡suéltala!

— ¿Cómo hago?

— ¿Quién me va a creer?

— Soy testigo de, de… ¿Un crimen? ¿Supuesto?... ¿Una trampa donde quieren cargar el finado a otra? ¿Y, lo único que hago es sostener la tapa y mirar por la hendija

— ¡Qué suerte... mala, maldita suerte! Viene alguien, dejo caer la tapa.

VI

— Ya está, le pregunto a la dueña de la casa, qué hay en el baúl. Claro, después le cuento la verdad.

— No, usted se equivoca, en su baúl se cometió un crimen. Qué ingenua, seguro que ella me va a creer. ¡Qué tonta! Me felicito por lo tonta que soy.

— Hablamos de la mitología griega con la maestra, la dueña de casa y la que dicta el Taller literario, hacen falta tan solo treinta minutos para que termine. No encuentro la manera de saber qué sucede en el interior del baúl. No, no, y no, no me puedo ir y dejar esta situación sin resolver.

Némesis, la diosa de la justicia y la venganza, a ella debe acudir la pelirroja y, si abro la tapa, un poquito para que nos oiga, quizás pida ayuda a la divinidad y acicala esta situación. ¿Cómo hago para abrir el baúl sin llamar la atención? ¿Con mi pie, con el talón, con la punta del dedo abro un poquito la tapa?

— Disculpe señora. Mae ¿quién era? ¿Némesis?.

— Sí, Némesis…

— Espero que la pelirroja escuche y advierta que la quiero ayudar, que no está sola.

— Me duele el dedo, retiro el pie, lo tengo acalambrado, debo bajar la tapa, consentir que sirva para crear una esperanza en esta mujer, si ha oído, claro.

VII 

Estoy sola. Es un decir porque al abrir la tapa del baúl nos encontramos los cuatro y el cadáver.

— Abro la tapa. Al gobernante no lo veo. ¿Se fue? ¿Deja al funcionario y se va? Seguro el burócrata es el culpable y al gallina del gobernante le falta coraje para delatarlo.

— Es su pareja, son pareja... acabo de confirmarlo con su comentario: “por tu culpa, creer que él te quiere ¿no te das cuenta? Yo soy su amor ¿cómo no lo notaste? Sos una necia, una verdadera necia.”

— Y sigues siendo por no hacer lo que te pedimos. Es la solución para todos ¿no?

— ¿Crees que el jefe te ama? eh…eh…

— ¡Ah es una mujer! ¡Es una mujer a la que matan! ¡Es una mujer la amante! ¿O la esposa del gobernante? Mis pensamientos me llevan

— ¿Dónde está el cadáver? Lo oigo, quiere decir que él permanece allí.

— ¡Bueno señorita, debe decidir! O se declara culpable o se va con ella.

— Declaramos que eran amantes y, como la sorprendí con mi esposa y le exigí que me acompañen, en un pacto de amor deciden suicidarse con la misma arma las dos. Que, al sorprenderlas, ella ya está muerta y no le permitimos llevar a cabo su pacto.

Los jueces nos van hacer muchas preguntas, pedimos discreción para no poner en evidencia mi buen nombre. Así que ¡decídase! ¿Qué hace?

¿Muere o es culpable?

Viene la maestra. Bajo la tapa del baúl. Me muero de ganas por contar.

Oigo un disparo. No es la ventana que se azota a mis espaldas.

¿Cómo le digo? ¿Qué le digo?... Si abro el baúl seguro ellos desaparecen y quedo como una curiosa. ¿Qué hago? Sé que hay un crimen, quién es el culpable, el motivo del asesinato. Pero, si abro mi boca todo se va por la abertura. ¿Cómo hacer… ¿Esa pobre mujer, por ser la secretaria, va a quedar culpable de todo?

VIII

Némesis hace justicia. La secretaria tiene la coartada perfecta. Se quita la peluca y revela mientras se incorpora Susana, la esposa del gobernante.

Como las cosas no marchan bien me contrata para conseguir pruebas. Cierro un libro. Cierro el otro. Bajo la tapa del baúl.

— Señorita ¿puede contarme que tiene en el baúl?

— Son libros.

— ¿Me puede prestar la novela policial?

— ¿Cuál?

— La pelirroja…

— ¡Ja ja ja! ¿Qué pensaste picarona? ¿Que en la casa de Olga donde funciona el taller literario tiene un túnel subterráneo y… quizás… se comunique con Casa de Gobierno?

El cuento es parte del libro Relatos de colectiveros. Barchuk es fundadora de AELIJUM (Asociación de Escritores de Literatura Infantil y Juvenil de Misiones)

Ana Barchuk de Rodríguez

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