Escondiendo al ruso (1978)

domingo 13 de noviembre de 2022 | 6:00hs.
Escondiendo al ruso (1978)
Escondiendo al ruso (1978)

El ruso era un problema.

En realidad un ruso siempre fue un problema. Para Napoleón, Hitler o ahora con el Proceso.

Al ruso había que ocultarlo sí o sí.

No teníamos tiempo de buscar muchas posibilidades. Había que hacer desaparecer todo lo que signifique atentar contra el modo de vivir occidental y cristiano de un pueblo que se supone derecho y humano.

¿El altillo, con techo de dos aguas, húmedo y poblado de ratas?

Muy visible, acotó el abuelo, Estaba el inmenso gallinero para ponedoras VIP, orgullo de mi suegro, maniático del orden de la granja. También bastante expuesto, razonó mi hija.

No contábamos con tía Brunilda. Solterona por su devoción a Bach, a quien dedicó toda su vida, amante incondicional y total de las formas puras y geométricas. Titular vitalicia del órgano de la Catedral, se podía admirar en su habitación a través de fotografías, toda la saga del inmortal Sebastián.

Y la tía Bruni, sentada frente al imponente Steinway, herencia de su último y frustrante noviazgo, se frotaba las manos imponente y altiva, antes de fusilar al germano, regalándonos una de sus pocas sonrisas del día, al tiempo que decía que el mejor escondite para el ruso era la pieza con cama empotrada en la pared, que se accionaba con un discreto botón semioculta detrás del gran armario.

Nos miramos. Como de costumbre la concertista había dado en la tecla.

Afortunadamente el ruso no pesaba mucho. Facundo lo trajo, yo apreté el botón y se acabó. Entre pañales, sábanas con olor a naftalina y escarpines de la abuela se oculta el libro de Dostoiewsky “Crimen y Castigo”.

Publicado en Cuentos Misioneros, antología. Lewicky fue médico, escritor y artista plástico.

Isidoro Lewicky

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