Me lo contó un policía (Basado en hechos reales)
Condorito y su moto

Por Luis Eduardo Benítez Comisario general (RE), abogado
La comisaría de Puerto Esperanza (donde trabajé en la década del 80) estaba ubicada contigua a la Municipalidad, prácticamente frente a la plaza central de la localidad. La dotación de diecisiete hombres, incluido jefe y oficiales, debía velar por la seguridad de la ciudad y colonias de su jurisdicción, Mado, Paraje Istueta, 12 de Octubre, hasta la costa del río Paraná. Uno de los choferes, a quien sus camaradas lo apodaron cariñosamente Condorito, había vivido en Buenos Aires, y se diferenciaba de los demás camaradas por su forma extravagante de vestir: muñequeras de cuero, pantalones jean ajustados, camisas estampadas y botas, y por supuesto, sombrero blanco; esa era su vestimenta al momento de retirarse de franco servicio; y lo hacía a toda velocidad, en su vieja motocicleta marca Puma, la cual iba despidiendo una estela de humo hacia atrás.
Fue en una oportunidad que estando el intendente del pueblo junto al secretario de gobierno y otros colaboradores, en la plaza, observando como otros obreros montaban un palco para una fiesta patria que se aproximaba, salió nuestro hombre en su moto, un poco más rápido que de costumbre, quizá con intenciones de demostrar la potencia del motor de su máquina, y al trasponer un badén del empedrado, ¡¡¡zassss!!!, se desprendió la horquilla y rueda delantera, y el soldado Condorito salió despedido varios metros sobre la calzada. Por cierto, no llevaba casco y tuvo mucha suerte pese a la caída, pues solamente resultó con innumerables raspones en distintas partes del cuerpo (alguien dijo “éste deberá salir a comprar piel”). Tanto el intendente como los que lo acompañaban no pudieron contener las carcajadas, y luego de unos segundos, muy dolorido, nuestro hombre se incorporó, juntó su sombrero, miró fijamente al intendente y sus hombres, y en tono amenazante les dijo: “¿Que les pasa a ustedes? ¿O quieren pasar una larga y triste noche en el calabozo?”.