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Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

Ana Ofelia Ruíz Reca

viernes 21 de octubre de 2022 | 6:00hs.
Ana Ofelia Ruíz Reca

Posadas en el año 1928 era una ciudad pequeña, delineada por el trajinar de los carros que iban y venían al puerto, calles de tierra, incipiente servicio de energía eléctrica y pocos meses antes se había librado el servicio de “aguas corrientes” para los vecinos que vivían dentro de “las cuatro avenidas”.

Aquel 26 de julio, Francisca Reca Goicoechea de Ruíz -Panchita- dio a luz en Posadas a Ana Ofelia; es posible que su esposo, Arístides Carlos Ruíz, apodado Tedé, no la acompañara en ese momento, no sólo porque no se acostumbraba sino, probablemente, porque ambos eran docentes en la Escuela N° 154 de la Picada San Martín y él era el director también.

Alrededor de 1932, la familia se instaló en Oberá -todavía resistía la denominación de Yerbal Viejo- y al poco tiempo Arístides heredó un establecimiento en inmediaciones de Santo Tomé, justo frente a la isla San Mateo, allí funcionaba una escuelita; la vocación de ambos pudo más, a diario se trasladaban en una canoa “con motor”, para dar clases.

Ofelia y sus hermanas mayores regresaron a Posadas por decisión de sus padres, para continuar la educación formal en el colegio Santa María, los parientes citadinos las recibieron amorosamente, pero de vez en cuando la nostalgia hacía su trabajo en el ánimo de las niñas, añoraban a sus padres y a la libertad inocente en tierras correntinas.

Dos años después falleció Tedé; de manera imprevista un infarto lo sorprendió en el patio de la escuela, Panchita decidió regresar a la ciudad de Posadas, la familia estaba nuevamente junta para afrontar la dolorosa pérdida y los tiempos por venir.

En 1946, Ofelia egresó de la Escuela Normal Mixta con el título de maestra. Parece ser que entonces, Chango Ayrault -César Napoleón era su nombre de pila-, un joven abogado local de 22 años, cofundador del Centro de Estudiante Misioneros en La Plata, ocupaba sus sueños; se casaron el 24 de diciembre de 1947.

La fecha habla claramente del espíritu de la pareja y la familia que formarían, no hay duda que los mandatos sociales y culturales no se impondrían en sus vidas; fueron padres de Ana Ofelia, Amelia Eloísa, María Beatriz Eugenia y María Silvina Solange. En la casona de Sarmiento casi San Lorenzo -construida mediante un crédito del Banco Hipotecario- crecieron las niñas, en medio de incontables sucesos estrechamente relacionados con el devenir provincial, según contó muchos años después una de ellas  a un medio local. “En la mesa del comedor se firmó el acta de creación del Frejuli (Frente Justicialista de Liberación Nacional); el 4 de enero de 1973 recibieron a artistas reconocidos de entonces -Sandro, Los Gatos-, los príncipes Leopoldo de Bélgica y la princesa Liliana, varias veces a Arturo Frondizi –siendo presidente en ejercicio-, diariamente el vecindario pasaba por allí, por necesidades legales, con problemas acuciantes, a consultar los padrones que estaban dispuestos en el garaje” … y Ofelia estaba siempre al frente, atendiendo, atenta, a la par de su marido.

El ejercicio de la política fue parte de esta familia desde el primer día, cuando se sancionó la ley de voto femenino, Ofelia participó en las interminables jornadas  de concientización, siempre en equipo con Chango. Esa fortaleza y la férrea convicción en el servicio a la sociedad mediante la participación política creció con la primera candidatura a diputado provincial de él en 1954 y su breve gestión, luego llegó el tiempo de ejercer como interventor provincial durante ocho meses (1959/1960) y más tarde fue gobernador (1960/1962), se desempeñó nuevamente como diputado provincial y asumió luego la vicegobernación en 1973.

En medio de tanto trajín, Ofelia escribía, versos, prosa, escribía desde las raíces de su propia vida, desde su sensibilidad social; a partir de la segunda mitad de la década de 1960 este matutino supo publicar sus trabajos. En la mayor parte de ellos rescató aspectos de la historia misionera… muchos desconocidos u olvidados actualmente. Transcribo del libro ‘Misiones a través de sus poetas’. Antología. Compilación y biografías por Silvia N. Giménez Giorio de Colombo, publicado en 1980: ‘Oberá, 9 de julio de 1928’, ‘Historia de Posadas’, ‘Breve historia de Posadas, desde 1880 hasta 1942’, ‘A 100 años de la llegada de los hermanos Goicoechea a Misiones’, ‘Semana Santa en las Misiones Jesuíticas’, ‘Sofía Gallardo de Zaragosa, espíritu privilegiado que vivió en Misiones’, ‘Posadas y su centenario’ –3 publicaciones-, ‘Primer Centenario de la ciudad de Posadas. Evolución de nuestra ciudad a través de los recuerdos de Rosa Oliveira de Belloni’, ‘La evocación de nuestra ciudad en los recuerdos de doña Clara Goler de Derna’, ‘La evocación de nuestra ciudad en los recuerdos de doña Elena Novoa de Díaz’, ‘Episodio en la comuna y las mujeres misioneras’, ‘Tacurú Pucú, su relación con Trinchera de San José’ (conferencia), ‘Posadas y su centenario. 1870 – 1970’, y 0El pie del mita – í’, tradición jesuítica (leyenda).

En la misma publicación se hace referencia a otros textos inéditos: ‘Un viaje a Misiones en 1885’, ‘Moraes Dutra. El descubiertero’ -premiado en un concurso organizado por este diario en el año 1972- y ‘Posadas, siglo XIX’, también galardonado. Otras tantas poesías, como ‘Plegaria Misionera’, ‘Transformándose en cuna’, ‘Canto a los fundadores de Posadas”, y la lista continúa.

Ofelia fue una de las víctimas fatales del atentado perpetrado el 30 de noviembre de 1973, posiblemente por la Triple A. También murieron en ese magnicidio su esposo y vicegobernador, César N. Ayrault; el piloto de la nave, Jorge Pirovani; el gobernador Juan Manuel Irrazabal; su esposa, Susana Claro, y poco después, María Susana Irrazabal, hija de ambos.

Ofelia es una de las personas que vivió de acuerdo a sus convicciones, a la luz de sus pasiones y en cumplimiento del deber autoimpuesto; vivió en una sociedad que embretaba a las mujeres al ámbito familiar, pero ella pasó por encima de prejuicios y habladurías. Con el apoyo incondicional de Panchita -su mamá-, fueron con Chango,  compañeros y socios de la vida; nos legaron esas hijas y ellas, a su vez, la descendencia, esta gran familia que camina por Misiones esperando los tiempos de la justicia, luego del fallo del Juzgado Federal de Eldorado que les dio la razón.

Mientras tanto, rescatemos la obra de Ofelia, recuperemos su memoria, su militancia; tal vez su vocación social sume en estos tiempos.

Gracias Maia, gracias Silvina, gracias Mela.

¡Hasta el próximo viernes!

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