En los años 80, una familia residente en Buenos Aires decide mudarse a Misiones y eligió Miguel Lanús para radicarse. Así fue que los Olmedo (padre, madre y cuatro hijos) fueron testigos de la transformación que experimentó la zona costera. Una de las actividades que hacían era ir a contemplar el río Paraná y en el camino se encontraban siempre con este molino.

Zona de oleros, barro ñaú y estero, la cabeza de la familia dispuso camiones para cargar tierra. Así empezaron a plantar y a tratar su nuevo hogar.

Mientras tanto, la dinamita y la deforestación dieron paso a lo que es hoy la Costa Sur, y entre el paisaje sobresalía este molino, cerca de una casa grande, antigua, de época.

Miguel Olmedo, enamorado y celoso de la historia de su nuevo barrio, presentó un petitorio a la Entidad Binacional Yacyretá para conservarlo. Un ida y vuelta de papeles y permisos para no dejar huérfana a esta parte de la historia, su objetivo era que el molino no se convierta en chatarra y que siga en pie. Y lo logró.

Obtuvo los permisos y hoy se encuentra en la casa familiar, mirando al río, soplando y soplando, con un ruido especial cuando el viento es muy intenso que anuncia si se acerca el mal tiempo.

Foto: Natalia Guerrero

Foto: Natalia Guerrero