Ganadería, el tiempo perdido

miércoles 21 de septiembre de 2022 | 6:00hs.

El pasado jueves 15, el ministro Sergio Massa anunció la intención de planificar el desarrollo agropecuario en el norte argentino. Ojalá no sea solo intención y quede como tantos otros en agua de borrajas.

Duda que se comprueba con recorrer la bibliografía de los planes ganaderos realizados en el país. En ellos se obvió, invariablemente, la decisión más importante para consumarlo ¿cómo financiarlos y dónde ejecutarlos? Es la consecuencia política de creer que el país ganadero se limita a la pampa húmeda y el consumo de la carne circunscripto a la Capital Federal y al conurbano bonaerense. Si las cosas por allí andan bien, de rebote el país se contonea igual. Y no es así, puesto que la improvisación en materia ganadera, está visto, repite intermitentemente las crisis de la carne.

Los vaivenes productivos en la pampa húmeda marcan el compás de los gobiernos de turno que, reaccionan, según el índice económico y el malestar del consumidor capitalino. Esto los obliga a tomar decisiones coyunturales a fin de repechar el momento.

Ya en la reunión del Consejo Federal Agropecuario de 1974, se analizó la necesidad de correr las fronteras ganaderas hacia las regiones del Norte, debido al avance de los granos sobre los campos de pastoreo, ahora en extremo agudizado.

Toda la región, se dijo, posee una extensión de 850.000 kilómetros cuadrados, tiene en existencia diez millones de vacunos, es el diecinueve por ciento del total del país y necesariamente debe aumentar al doble su producción animal.

Pasaron muchos años y Argentina sigue con casi igual stock, y ante la gran demanda de carne expone la urgencia de implementar el ausente plan nacional, inclusive a la brasileña como pregonan algunos.

Si esto fuera posible, habría que instalarlo como ellos lo hicieron a principio de los años sesenta, cuando en sus matorrales se mal alimentaban setenta y cinco millones de animales de escasa genética. No hubo secreto en ello. Fueron las tremendas ganas de hacer las cosas y la decisión política de brindar créditos blandos, a largo plazo, bajo interés y sin ajustes por variaciones inflacionarias debido a un trato preferencial reglado entre los bancos y el Estado, con el claro objetivo de satisfacer la demanda interna y copar los mercados internacionales.

En cambio, en nuestra Argentina se evolucionó en calidad y se estancó en cantidad, y si hacemos comparaciones en retrospectiva, veremos que hace cincuenta años nuestro porvenir ganadero era brillante y el brasilero muy oscuro. Después, nos alcanzó el futuro, es este presente. El nuestro es de crisis mientras que ellos lograron el segundo stock ganadero del planeta con más doscientos millones de cabezas y se posicionaron como el mayor exportador de carne del mundo.

A ellos, el futuro les sonríe y siguen batucando alegres. Mientras tanto, nosotros, seguimos enredados en nuestros enfrentamientos internos al ritmo cansino de un tango tristón, en lugar de concretar un plan ganadero nacional, como realmente el campo y la República se merecen.

 A su turno, el año pasado, el ex ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación Julián Domínguez presentó el plan GanAr 2022-2023 para generar previsibilidad y confianza a la ganadería argentina. Fue en un encuentro con los titulares de las cuatro entidades agropecuarias (CRA, Coninagro, SRA, FAA). El plan establecía un esquema de beneficios directo para los productores basado en una línea de créditos por 100 mil millones de pesos a tasa subsidiada con el fin de aumentar la productividad, el sostenimiento de los cortes preferidos para el mercado interno a precios accesibles, la creación con rango institucional de un Consejo Consultivo con representantes de toda la cadena, y un nuevo esquema de exportaciones destinado a mercados emergentes.

El ministro Domínguez, conocedor de la decadente ganadería nacional, tuvo la intención de dar la puntada inicial de recuperar el stock ganadero afectado desde el tsunami de la llamada guerra con el campo. Ésta comenzó con el anuncio en marzo de 2008 mediante la circular 125, aplicando un sistema de retenciones móviles para el agro con foco en la soja, por la cual subía la alícuota del 35% al 44%, hasta alcanzar un tope de 48%. Para el campo representaba una medida confiscatoria y, a raíz de ello, el sector agropecuario inició un paro que duró cuatro meses. Luego de ese momento, como reflejo de esta crisis, la ganadería empezó a disminuir en cantidad de animales bovinos en forma progresiva pues, de 57 millones de cabezas en existencia, cayó en fase de liquidación a 48 millones en 2011, siendo el menor volumen registrado en decenas de años. A partir de 2011 comienza la recomposición de la ganadería hasta alcanzar los 54,5 millones de cabezas actuales. En igual período Uruguay de 10 millones de cabezas registra hoy 12,5 millones y, Paraguay, de 10 a 14,5 millones, copando a la vez los mercados internacionales que Argentina dejó de atender. Y en cuanto al Plan GaNar, el ex ministro Domínguez se fue sin poder cristalizarlo.

Haciendo un análisis de la evolución de la ganadería argentina en los últimos cincuenta años, se observa que las existencias de ganado bovino no han sufrido oscilaciones de importancia, salvo el período 2008-2011, manifestando variaciones relativas sin una tendencia definida. En el mismo período la población argentina experimentó durante la segunda mitad del siglo XX un crecimiento poblacional del 127%, mientras que el stock bovino creció un 19%, lo que determina que en la década del 50 nuestro país contara con aproximadamente 2,56 vacunos por habitante, siendo hoy esa relación de 1,2 cabeza bovina por habitante.  De ahí la necesidad de efectivizar un plan racional que perdure en el tiempo

“Quedar en agua de borrajas”, es cuando tenemos ciertas esperanzas puestas en algo y éstas se diluyen de manera repentina, quedando en nada.

La borraja es una planta silvestre a la que se le atribuía cierta capacidad de dejar embarazada a una mujer al beber su infusión, de manera que si esto no ocurría se decía que había “quedado en agua de borrajas” disipándose la esperanza de maternidad. Tal cual los planes ganaderos.

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