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La yerba mate en la historia misionera

domingo 04 de septiembre de 2022 | 6:00hs.

En 1984 comenzamos a investigar sobre la yerba mate, para comprender mejor la historia de Misiones, pues este producto ocupa en ella un lugar central y atraviesa todos sus períodos. En 1989 Ediciones Montoya publicó nuestro libro Historia de la yerba mate en Misiones, con los primeros resultados que obtuvimos. En las tres décadas siguientes abordamos otras áreas de la historia regional que en algunos aspectos se vinculaban con la temática de la yerba mate, y nos permitieron profundizar nuestra investigación inicial; también publicamos historias generales de Misiones. Todo este recorrido nos llevó de regreso al tema inicial y a revisar el libro editado en 1989. Es por ello que hoy, 32 años después, consideramos necesario publicar este nuevo libro La yerba mate en la historia misionera. Nuestra investigación abarca desde las primeras noticias sobre la yerba mate en el siglo XVI hasta la regulación de la actividad yerbatera, con la creación de la Comisión Reguladora de la Yerba Mate en 1935.

Los yerbales naturales crecían en una región geográfica bien delimitada, como explicamos en el primer capítulo, dentro de la cual estaba comprendida nuestra actual provincia de Misiones. La planta de yerba mate era utilizada con fines rituales y para consumo desde antes de la llegada de los europeos. A partir de la conquista y colonización española, en los siglos XVI y XVII la yerba fue objeto de miradas y opiniones encontradas, que analizamos en el capítulo II. Algunas autoridades y los primeros misioneros jesuitas procuraron restringir su extracción y elaboración para evitar la explotación inhumana de los indios en el Mbaracayú e intentaron también prohibir su consumo por considerarlo un vicio pernicioso, vinculado además con la hechicería. Los encomenderos y comerciantes manifestaron gran interés por las ganancias que la explotación de la yerba generaba y trataron de evitar la aplicación de las ordenanzas restrictivas, iniciando pleitos que duraron años.

Las prohibiciones no surtieron efecto y el consumo se generalizaba cada vez más, en consecuencia, se requería mayor producción. Las propias reducciones jesuíticas, durante casi todo el siglo XVII dependieron de los yerbales de Mbaracayú para proveer del producto a miles de entusiastas del mate, y para recoger la necesaria para su comercio y así cumplir con el tributo al rey. Pero los jesuitas pusieron todo su empeño en encontrar un método de reproducir la yerba para poder plantar yerbales cerca de los pueblos, y lo consiguieron después de muchos intentos. Esto supuso un cambio importante en la producción yerbatera, que constituyó el principal rubro de exportación de las reducciones. La yerba mate en el período reduccional es el tema del tercer capítulo.

La desorganización de los pueblos y el proceso de disgregación ocurrido en las décadas posteriores a la expulsión de la Compañía de Jesús, no permitieron ampliar los yerbales cultivados, por el contrario, la inadecuada explotación fue deteriorando los existentes. Esto se agravó en los años de guerra por la revolución e independencia y en los subsiguientes conflictos del federalismo del litoral. En ese contexto llegó a la región el sabio Amadeo Bonpland. El capítulo IV lo dedicamos a los importantes estudios que él realizó sobre la yerba y a sus intentos de cultivarla, interrumpidos por el gobierno paraguayo.

Cuando Misiones con sus yerbales quedó bajo jurisdicción del gobierno de Corrientes (capítulo V), éste procuró detener la depredación de las plantas y reactivar la actividad yerbatera, considerada una fuente de riqueza para la provincia y de recursos fiscales. La actividad cobró auge después de la guerra de la triple alianza, con el descubrimiento de nuevos yerbales y la instalación de secaderos y molinos. Esto motivó la sanción del reglamento de 1876.

El capítulo VI comienza con la creación del Territorio Nacional de Misiones en 1881 que permitió al gobierno nacional –superando los graves obstáculos iniciales- controlar la producción de yerba y desarrollarla aún más, para lo cual sancionó sucesivos reglamentos. La extracción y producción yerbatera fue en progresivo aumento e impulsó el desarrollo de centros urbanos, pero las condiciones de trabajo de los peones yerbateros eran durísimas, infrahumanas, como exponemos en el capítulo séptimo. Las actividades que realizaban en los campamentos yerbateros eran diversas y de mucho esfuerzo. El mensú –denominación general que se dio al trabajador de los yerbales- vivía en la miseria, sometido a injusticias y malos tratos.

Hacia final del siglo XIX se buscaban métodos para reproducir las plantas y cultivar yerbales, paulatinamente fueron dando resultados positivos. El octavo capítulo está dedicado a las primeras décadas del siglo siguiente, cuando se sentaron las bases para una mejor explotación, aprovechamiento y producción de la yerba en el Territorio Nacional de Misiones, preludio de la producción en gran escala que siguió. El proceso de colonización estuvo estrechamente vinculado con la plantación de yerba mate. El auge de este cultivo desembocó en una sobreproducción, este problema sumado a la competencia de las yerbas extranjeras, y las consecuencias de la crisis de 1930 motivó la creación de los organismos reguladores de la actividad yerbatera.

En el capítulo IX nos referimos a las primeras cooperativas agrícolas que se fundaron en las colonias de Misiones. Estas cumplieron un rol muy importante en la producción yerbatera, entre otras cosas, facilitaron la secanza a los colonos que plantaban yerba. El gran auge que fue alcanzando la producción yerbatera dio nacimiento a distintas asociaciones que también reseñamos.


La yerba mate en la historia misionera, fue publicado por Ediciones Montoya en junio de 2022, diseño gráfico de Marcos Luft. Consta de 286 páginas, con ilustraciones, mapas y gráficos en color. Declarado de Interés Educativo (Res.087 MCECyT)

María Angélica Amable y Liliana Mirta Rojas

 

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