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El Rey

domingo 28 de agosto de 2022 | 6:00hs.
El Rey

El viento golpeaba fresco aquella mañana mientras recorría con la moto los casi veinte kilómetros que separaban mi casa, en Posadas, del Parque Ecológico, en Candelaria.

Desde que partiera insistía de a ratos con la limpieza del visor del casco, sin lograr que la visión mejorara; con el agravante de que eso provocaba que perdiera por momentos el equilibrio. No fue sino hasta luego de andar un largo rato que descubrí el problema: la escasa visión se debía, no a la supuesta suciedad, sino a que todo el paisaje estaba como en una bruma; aún sin haber niebla.

Por fin el puente sobre el Garupá. Unos pocos cientos de metros más y tomé la derivación de tierra hacia el río. El desequilibrio esta vez era causado por el barro, pues había llovido durante la noche y el inseguro suelo obligaba a que usara destrezas para no caerme.

Tomé la guardia con una sola novedad: la incorporación de un oso melero que debido al estrés del traslado aún no comía. “Lo tenían atado a un Mango” dijo mi relevado compañero. Raro, no debió ser él a quien yo reemplazara.

Entré rápidamente en la rutina. Tomé la escoba, la manguera y me introduje a la jaula de los monos. A estos también, como al oso melero, los habían incautado en varios domicilios en Posadas. Y fueron las mismas leyes que prohíben tener cualquier animal silvestre en cautiverio las que propiciaron la creación del Centro de Rehabilitación en el cual trabajaba. “Acudimos ante una denuncia y por lo general no tienen problemas de entregarnos los animales” me explicó Nicolás, cierta vez, uno de los Guardafaunas encargado de estos menesteres.

Continuaba la bruma. La pequeña jaula de las yacutingas estaba llena.

¡Llena de yacutingas! Cuando salí de franco solo había tres, ahora pude contar más de treinta. ¿A quién se le habrá ocurrido ponerlas todas juntas? Si la intención es rehabilitarlas para ser devueltas a su hábitat jamás se logrará de esta manera.

Fastidiado dejé el sector de las aves y me encaminé hacia los felinos grandes, las estrellas absolutas del lugar. Carne por las noches y limpieza por las mañanas. Al acercarme vi a dos niños visitantes que jugaban distraídos, colgados peligrosamente de la baranda protectora. Supuse que sus padres estarían vigilándolos así que continué con lo mío.

Primer paso, encerrar al tigre en la pequeña casilla que hacía las veces de guarida. Segundo paso juntar los restos de comida de la noche anterior. Huesos. Es decir que entré a la jaula, mientras el animal me observaba curioso tras las rejas que había accionado desde afuera para encerrarlo.

Tercer paso, barrer. La bruma hacía que no existiera más que yo, el cubículo enrejado y los encendidos ojos del tigre, atentos en un rincón.

A pesar de que hacía ya tiempo me ocupaba el trajín de alimentar a estos animales y limpiarlos, entrar a la jaula del rey de la selva misionera siempre me producía una particular impresión. Es tan imponente un yaguareté adulto que resulta imposible no sentirse intimidado ante su presencia; máxime si se está cometiendo la osadía de invadir su pequeño territorio.

No obstante continuaba yo con la rutina de barrer todo el piso, moviendo frenéticamente la escoba, pues hallaba materia fecal por todos lados... ¡excepto en el arenero! ¡Claro, para qué ocupar la arena si el era rey y yo su fiel súbdito limpiador!

Por eso no lo vi. No pensé en él por un instante. Cuando giré, la corpulenta bestia avanzaba hacia mí velozmente, deslizándose por sobre uno de los troncos, puestos para su comodidad en un extremo de la gran jaula.

Se me paralizó el corazón. Se me heló la sangre ¿Alguien abrió equivocadamente la puerta? ¿Olvidé trabarla? Mil preguntas más pasaron por mi mente en una fracción de segundo; pero yo –petrificado- solo atiné a defenderme con un certero manotazo a su cabeza, en el preciso instante en que me decía...

-¡Ay, querido! ¡Despertate, son las seis!

Miguel Azarmendia

Inédito. Azarmendia es cofundador de los grupos literarios AVE (Aristóbulo del Valle) y Misioletras (Posadas). Tiene publicado los libros: Desde lo profundo y Amor y Semilla (Poesía)

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