Quién es Edgard Morín

jueves 25 de agosto de 2022 | 6:00hs.

Edgard Morín, actualmente con 101 años (nació el 8 de julio de 1921), es uno de los intelectuales más singulares del mundo. Es autor de unos 60 libros, tiene numerosas distinciones académicas y científicas y es creador de una particular visión de la complejidad, uno de los ejes conceptuales de nuestra vida humana.

De las múltiples actividades a que se dedicó Morin, la educación es la que probablemente más lo atrajo: reclamaba la modernización y objetivación de la enseñanza para que fuera constructora de conciencias y no la mera repetición de conocimientos anteriores. Afirmaba que “La misión de la enseñanza es transmitir, no saberes puros, sino una cultura que permita comprender nuestra condición y ayudarnos a vivir. Al mismo tiempo, que favorezca una manera de pensar abierta y libre”.

Yo también creo que el saber no nos hace mejores ni más felices, ”Pero la educación nos puede ayudar a ser mejor y, si no feliz, enseñarnos a asumir la parte prosaica y a vivir la parte poética de nuestras vidas” sostiene Morín.

Existe una falta de adecuación cada vez más amplia, profunda y grave entre nuestros saberes disociados, parcelados, compartimentados entre disciplinas y, por otra parte, realidades o problemas cada vez más pluridisciplinarios, transversales, multidimensionales, transnacionales, globales, planetarios, con el agravante que en esta situación se vuelven invisibles: a) los conjuntos complejos; b) las interacciones y retroacciones entre las partes y el todo; c) las entidades multidimensionales y d) los problemas esenciales.

“Ahora bien, los problemas esenciales nunca son fragmentarios y los problemas globales son cada vez más esenciales; además, todos los problemas particulares no pueden plantearse y pensarse correctamente si no es en su contexto, y el contexto de estos problemas debe plantearse cada vez más en el contexto planetario”.

Todos estos conceptos de Morín no son fáciles de comprender, pero el propio mundo y sus avatares tampoco lo son. Los adelantos electrónicos parecen simplificar la vida, pero sólo aceleran el intercambio de información circunstancial, no necesariamente formativa.

Entonces, existe complejidad cuando no se pueden separar los componentes diferen­tes que constituyen un todo (como lo económico, lo político, lo sociológico, lo psicológico, lo afectivo) y cuando existe tejido interdependiente, interactivo e Inter retroactivo entre las partes y el todo, y entre el todo y las partes.

Finalmente, Morín insiste en que los desarrollos de nuestro siglo y de nuestra era planetaria nos enfrentan cada vez más y con mayor frecuen­cia y de manera cada vez más ineluctable con los desafíos de la complejidad.

En nuestro país, como agravantes, la inequidad y la inflación agregan a esa complejidad la incertidumbre (cuánto costará el pan la semana que viene, cuánto el litro de nafta, dónde conseguiré trabajo, etc.). En estas condiciones, las mentes jóvenes pierden sus aptitudes naturales para contextualizar los saberes y para integrarlos en los conjuntos a los que pertenecen.

Por ejemplo, la ciencia económica es una de las ciencias humanas más sofisticada y la más formalizada; sin embargo, los economistas son incapaces de ponerse de acuerdo en sus predicciones, que con frecuencia son erróneas. ¿Por qué? Porque la ciencia económica se aisló de las otras dimensiones humanas y sociales que son inseparables de ella. Se convirtió en una ciencia autista, no convive con otras problemáticas humanas –como la inequidad–.

Para lectores de escasa curiosidad y propensión a la lectura, Morín es de lectura compleja, densa, pero desafiante como tarea formativa. Si bien es europeo, le atrae Latinoamérica por sus diversas culturas, desde las aborígenes hasta las castellanas y portuguesa. Ha venido varias veces a la Argentina a dictar conferencias y conversatorios y difundir sus brillantes ideas.

Infobae asegura que “Tal vez ningún pensador vivo sobre el planeta sea tan necesario para entender el presente y afrontar el complejo futuro como Edgar Morin”.

Frente a los mensajes de odio, de falsas purezas y segregaciones, de racismo o fundamentalismo religioso, de anacrónicos nacionalismos, Morin proclama la esencial mixtura de la vida, la complejidad que rige el universo, la riqueza de la diversidad y la solidaridad que debe llevarnos a construir un mundo mejor, una nueva civilización planetaria.

Desde la década del 70 comienza sus principales obras: “El paradigma perdido: la naturaleza del hombre”, tema esencial y recurrente de su profundo y rico humanismo, pero acometerá a partir de 1977 y a lo largo de tres décadas su obra máxima; El método, en cinco volúmenes: 1. La naturaleza de la naturaleza; 2. La vida de la vida; 3. El conocimiento del conocimiento; 4. Las ideas; 5. La humanidad de la humanidad.

Allí afirma: “No seas de quienes tienen una carrera, se de quienes tienen una vida” (…) “Buscamos un conocimiento que traduzca la complejidad de lo que se llama lo real, que respete la existencia de los seres y el misterio de las cosas, e incorpore el principio de su propio conocimiento. Necesitamos un conocimiento cuya explicación no sea mutilación y cuya acción no sea manipulación. 

Creo que es un autor cuyas lecturas deberían nutrirnos hasta el fin de nuestras vidas. Afortunadamente tiene numerosos videos en Youtube, aptos para seguir el hilo de sus razonamientos y seguir aprendiendo, comenzando con alguno autobiográfico y otros didácticos y reflexivos, como uno –muy recomendable para lectores curiosos e inquietos por nuestra actual compleja realidad: pandemia, populismo, liberalismo, inseguridad, inflación, redes sociales, guerra, cambio ambiental, corrupción, incertidumbre, etc.– titulado “Pensamiento complejo de Morin”. Al llegar el nuevo siglo, la UNESCO solicitó a Morín un trabajo para difundir sus ideas de complejidad a todos los jóvenes alumnos del mundo, citadas en el citado video.

Unesco lo publicó como un libro titulado “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, dedicado a docentes y dirigentes sociales del mundo.

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