Las casas de madera

miércoles 24 de agosto de 2022 | 6:00hs.

Al despedirse intensificó la mirada en la amada figura de su madre quien llegó a la Argentina cuando todavía era una chiquilla. Había pisado el puerto de Buenos Aires sobreviviendo a la gran hambruna de los años novecientos veinte que azotó a Ucrania. Atrás quedaron enterrados sus recuerdos de primera infancia; nostalgia, dolor y desarraigo guardaba en el fondo de su alma que bien simulaba, pero jamás pudo superar. La siguió observando y, cosa rara, por primera vez la vio como mujer. Pensativo, dijo para sí: -Qué rubia es mamá. Tan menuda y tan hermosa. Parece lábil y etérea y, sin embargo… -Él sabía, todos sabían que en el interior de la aparentemente débil mujer habitaba la fuerza arrolladora que vence los obstáculos y dificultades. Todos sabían que, junto a su marido, ella -la frágil Catalina- aró la tierra, plantó yerba, ordeñó vacas, dio de comer a los animales, construyó corrales y ayudó a levantar la casa de madera sobre tacones altos*, símil a las construidas por los colonos misioneros.

Así fueron ellos. Tumbaron árboles, plantaron, cosecharon y construyeron sus propias viviendas ¡de madera!

En nuestra Misiones los jesuitas edificaron sus casas de piedras yuxtapuestas unas sobre otras. No así en la antigua reducción de Chiquitos en Bolivia, fundada a principios del siglo XVIII conserva intacta sus estructuras de madera. Motivo por la cual fue declarada por la Unesco patrimonio Cultural de la Humanidad.

En Noruega, en 1179, fue construida una iglesia de madera ubicada en Ryfoss. Hoy en día se utiliza como templo luterano de la parroquia local. Hay otras, como la ubicada en Averoy, construida en la segunda mitad del siglo XIV. Todas distinguidas como Monumentos de la Humanidad.

Más acá en el tiempo, en Posadas, las casas del barrio 25 de Mayo en la chacra 21 destinados a empleados públicos fue construida en madera. Surgió en 1961 por un proyecto de viviendas impulsado por el gobernador César Napoleón Ayrault, el Chango, bajo la dirección de don Aldo Constristano, presidente del Directorio del Instituto Provincial de la Vivienda.

En época de Ricardo Cacho Barrios gobernador se realizaron las famosas casas de madera Ñanderoga. Una de ellas, Ñ3 la de mayor distinción, está de muestra en la exacta esquina de Bartolomé Mitre y Junín en Posadas. Y también es muestra que un buen proyecto de gobierno no interesa al gobierno siguiente como política de Estado.

Estudios definen que la madera es un material orgánico de origen vegetal, presente en la vida del hombre desde sus orígenes, siendo uno de los elementos de construcción más antiguos. Es un tejido omnipresente en la naturaleza y ha sido el recurso de mayor empleo como material, desde la prehistoria hasta principios de la era industrial. ¡Y en la era industrial!

Entre las tradiciones ancestrales, la utilización de la madera como material han podido sobrevivir en buenas condiciones durante miles de años a pesar de su fragilidad.

En las Misiones Jesuíticas los curas supieron aprovechar las habilidades artísticas de los indígenas, y los artesanos indígenas pronto aprendieron el uso y las técnicas para el trabajo de la madera. En los templos se destaca un sistema constructivo original basado en la estructura portante de la madera.

Toda esta descripción de las bondades y utilización de la madera en la historia de la civilización, viene bien para aclarar un presunto exabrupto del presidente Alberto Fernández, cuando expresara en la inauguración del Mercado de Lomas en la provincia de Buenos Aires: “Debemos vivir en condiciones dignas y no en casas de madera”.  

Por esta frase, la Federación Argentina de la Industria de la Madera y Afines, Faima, salió a responderle: “La dignidad no es algo atribuible al material constructivo. Existen innumerables ejemplos de situaciones de precariedad profunda, y que es inherente a los materiales que se utilizan en la construcción de las viviendas”.  Lo hizo a través de un comunicado por medio del cual consideraron de desafortunadas las expresiones del presidente de la Nación, pues, asegura, que las viviendas de madera pueden ser la solución al déficit habitacional argentino. Además, desde la Unión de Sindicatos de la Industria Maderera de la República Argentina (Usimra), también salieron a defender las bondades de la madera para la construcción de viviendas y cuestionaron las expresiones del presidente. En tanto, los locales de Apicofom (la Asociación de Productores, Industriales y Comerciantes Forestales de Misiones y Corrientes) expresaron: “Las construcciones de madera del país son de muy buena calidad, trabajamos con el Inti y con el Inta, se nota que habla desde un desconocimiento total”,

Considero que al trío de gremios les asiste la razón, pero creo que interpretaron mal las expresiones vertidas por el presidente Fernández. Él se refirió a las casillas de maderas, algunas de terciadas, otras de cartón, donde viven hacinados miles y miles de compatriotas sumidos en la extrema pobreza, sin luz, agua ni cloacas y con excusados uno al lado del otro que, en las intensas lluvias, desbordan. Otros subsisten hacinados bajo las autopistas y los zombis andrajosos deambulan en busca de un bocado y duermen donde les agarra la noche.  Son el lumpen de la sociedad que por hambruna se rebuscan en los basurales y sobreviven en el límite de encontrar una changa o delinquir.

Según el informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la pobreza alcanzó el 49,5%, mientras que la indigencia superó el 10% de la población, con índice récord de inflación mensual del 7,4 en el mes de julio. La inflación y la maquinita de hacer billetes sin respaldo acarrean miserias.

En la universidad de los años 60, muy politizada, por cierto, pero de un país lleno de esperanzas donde la pobreza existía y no había indigentes, supimos leer la novela ‘Los ex hombres’, de Máximo Gorki. Relata un mundo pobre y desolador en su Rusia natal, donde la miseria humana es tan desgarradora que quien lea queda fuertemente impactado ante esa realidad. Han pasado decenas de aquellos años dichosos de sueños y utopías juveniles, y nuestra Argentina está como en el relato.

 

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