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Juicio por el femicidio de Irma Ferreyra Da Rocha, día 2

Testigo complicó al acusado por el femicidio de Irma

El testimonio de Lucas Frutos fue contundente y apuntó contra el Porteño (34) como el hombre que salió del descampado donde la mujer fue brutalmente atacada

jueves 18 de agosto de 2022 | 8:11hs.
Testigo complicó al acusado por el femicidio de Irma
El testigo que halló a Irma señaló que el Porteño estaba ubicado a su derecha durante su declaración. Fotos: Marcelo Rodríguez
El testigo que halló a Irma señaló que el Porteño estaba ubicado a su derecha durante su declaración. Fotos: Marcelo Rodríguez

La segunda jornada del juicio por el atroz crimen de Irma Ferreyra Da Rocha (47), ocurrido el 17 de diciembre de 2016, avanzó ayer con la comparecencia de cuatro testigos. Entre los testimonios, contundentes y terribles, estuvieron presentes las dos personas que hallaron a la víctima agonizando en un terreno baldío en Garupá, la hermana Irma y una amiga.


 
El imputado, Alejandro Guillermo “el Porteño” Esteche (34), llegó al recinto esposado, acompañado de dos uniformados y mantuvo la cabeza gacha durante las dos horas de debate. En algunos momentos levantó la mirada y habló con su defensor, Edgardo Cabrera Germain, quien realizaba anotaciones en un cuaderno.


Por su parte, la jueza Viviana Cukla y los jueces Ángel Dejesús Cardozo y César Antonio Yaya oyeron con atención las declaraciones que dieron inicio a la ronda de testimonios que continuará hoy con la presencia de Eduardo, el hijo de Irma, y los uniformados de la Policía de Misiones que acudieron al lugar y realizaron las pericias de rigor.


Durante alrededor de diez minutos, Lucas Frutos relató ante el Tribunal Penal Uno de Posadas la secuencia de lo ocurrido aquella medianoche en que vivió una situación que lo dejó “anonadado”.

 Según su testimonio, era cerca de la 00.30 cuando se encontraba en su vehículo llegando a la casa de quien era su pareja, sobre la calle 246 del barrio Villa Bonita.

El hombre, quien en aquel momento se desempeñaba como cabo primero de la Prefectura Naval Argentina (PNA) con grado de suboficial, comentó que “en ese tiempo era una zona complicada y andaba precavido porque ya habíamos tenido hechos de robo. Bajaba los vidrios y ponía luz alta”.

 “Al llegar a la esquina de la colectora, al lado del túnel, doblo a mano derecha en una velocidad de maniobra, una velocidad mermada. Habré hecho cinco metros y veo una persona de sexo masculino saliendo de un terreno baldío que tenía altas las plantas y pastos”, explicó.

 “Veo que la persona baja de la pendiente del baldío, de metro y medio de altura, en actitud sospechosa, agachando la cabeza. Como yo tenía mi arma reglamentaria, bajé el vidrio porque venía mirándome y con actitud sospechosa. Entonces mantenemos la mirada y me di cuenta, por la perspicacia intuí, que algo había pasado”.

 “Entré a la casa, hice una inspección ocular y no noté nada. Sin embargo, una vez que entré y le dije que entren a mi pareja y a mi prima, empiezo a escuchar un maullido, fue gradual. Nunca pensé que era una persona, pero a medida que despertándose empecé a escuchar más fuerte. Pensé que era alguien que cayó del muro y se había roto una pierna”, expresó. Según su relato, en ese momento salió de la propiedad y se encontró con que el gemido era cada vez más fuerte.

 “Ingreso por la esquina del terreno baldío y veo un cuerpo de cúbito dorsal, o sea de espaldas y fue una situación bastante perpleja que me dejó anonadado porque denoto una persona que estaba acostada y que empezaba a tomar conciencia. Ahí me di cuenta que tenía un objeto incrustado dentro del ano”.

 El relato continuó con el detalle que más impactó al testigo: “Lo no me olvido hasta hoy es que esas ramas, incrustadas dentro de la persona, estaban marrones y pisadas. Eso fue lo que más me impactó. Si bien tenía experiencias con occisos, nunca me tocó de ver una situación así, fue muy shockeante”.

 Frutos explicó que decidió no tocar a la persona, quien, al recobrar la conciencia lentamente, empezó a gritar por ayuda. “Traté de preservarla. Fue bastante trágico lo que se vio esa noche y a la persona que lo realizó lo vi de frente, en la rueda de conocimiento lo reconocí”, aseveró.

 En esa línea, el representante del Ministerio Público Fiscal, Martín Rau, le consultó sobre las prendas que llevaba el imputado en ese momento. El testigo respondió que vio que llevaba una chomba a rayas, una bermuda oscura y zapatillas. Además, el fiscal le preguntó si podría reconocer al sospechoso en la sala. “Se encuentra a mi derecha”, apuntó Frutos.

 Por otro lado, la testigo Sonia Poterala solicitó declarar sin la presencia del imputado. La mujer era la pareja de Frutos y se encontraba en el vehículo cuando llegaron a su vivienda en Villa Bonita.

 Relató que volvían del cine y explicó que, por episodios previos de robos, contaba con un servicio de seguridad. En ese contexto, refirió: “Vemos al hombre que sale caminando del baldío. Miró con una mirada fija, fea, nunca tan consciente de lo que había hecho. Activé el botón antipánico del servicio de seguridad”.

 Mencionó la secuencia referida previamente por Frutos y continuó: “Viene Lucas, que había ido a buscar al sujeto, y dice que había una mujer tirada, abusada y nos dice que vayamos para adentro. Nunca había escuchado un sonido tan feo. Ella pedía ayuda, yo no la pude ver, trataba de hablarle de lejos hasta que vinieron a buscarla con la ambulancia y vino la policía”.

 En cuanto al hombre, expresó que cuando lo vio salir del pastizal “en la forma que caminó”, pensó que habían entrado a robar a su casa. “Es algo en la mirada, no me puedo sacar la mirada de la cabeza. Salió como si nada y, cuando se dio cuenta de que Lucas lo seguía, se fue”.

 “Después de que encontraron a Irma, ¿qué pensaste?”, preguntó el fiscal Rau a la mujer. “Que podría haber sido yo. Andá a saber si yo llegaba sola y me pasaba algo por lo que había visto”, expresó Poterala con temor en la voz. “Se deschavó solo por la mirada loca”, agregó.

 ‘Lo más aberrante que vi en mi vida’

 “No lo voy a olvidar nunca, la víctima era mi hermana”, empezó diciendo Mabel Ferreyra Da Rocha ante el tribunal, que le solicitó que cuente lo que se acuerda de aquel último día en el que vio a su familiar.

 “Esa noche pasó por mi casa a buscar un delineador y después fue a devolverme porque iba a salir, estaba feliz. Mi madre había fallecido hace seis meses, entonces ella empezó a trabajar mucho y siempre estuvo pendiente de sus hijos. No tenía una relación, o yo no sabía, porque mi hermana era muy reservada. Vivía para sus hijos”, expresó.

 “No sabía de su amiga y me enteré cuando vinieron al otro día a contarme que mi hermana había sido abusada. La vida de mi hermana terminó así, de la peor manera”, lamentó la mujer.

 “Me acerqué al hospital, es algo que no se lo deseo a nadie”, relató Mabel sobre el encuentro con su hermana en el nosocomio y refirió que Irma estaba en una sala común, de la cual se oían los lamentos desde afuera.

 “Parecía un animal como gemía del dolor. Le agarro la mano a mi hermana y le veo que no tenía la mitad de los dedos. Se había arrancado las uñas tratando de escapar. No me voy a olvidar del trauma de ver a mi hermana sin la mitad de los dedos y sin las uñas. Fue lo más aberrante que vi en mi vida”.

 Ante la consulta sobre la atención médica por parte del abogado defensor Edgardo Cabrera Germain, Mabel aseveró: “Mi hermana estaba en un lugar digno, con medicamentos. Mi hermana estaba lastimada y el dolor era tan intenso que pedí un calmante para que pueda dormir. Vino la enfermera, le puso el calmante y después se durmió. Tuvo un buen trato ahí”.

 “Sentía vergüenza, impotencia, su mirada estaba ida y le salían lágrimas. No me dijo nombres, sólo preguntó por su hijo Esteban”, explicó en relación a que su hermana no llegó a decir quién la atacó brutalmente.

 Aseguró que Irma era el sostén de su casa y que sus hijos “quedaron a la deriva” tras el crimen.

 “Nos cambió para el resto de la vida. Veo crecer a mis nietas, hermosas, pero tenés que tener cuidado porque hay tantas personas como este señor que está acá” .

 “En este caso la Justicia hizo rápido lo que tenía que hacer, lo encontró y lo pudieron agarrar pronto al hombre que mató a mi hermana. Este señor tiene que pagar la condena. Pido que se haga justicia por la memoria de mi hermana, porque a ella no la tendremos nunca más”, finalizó y se retiró.

 Por último ingresó al recinto Susana Ayala, la amiga que se encontraba esa fatídica noche con Irma. Sin embargo, con evidente conmoción y cierto desconcierto resultó imposible continuar con una declaración coherente que aporte al esclarecimiento del hecho.

 En este contexto, la defensa consultó al fiscal sobre la posibilidad de basarse en la lectura de la declaración que la mujer realizó en la etapa de instrucción. En ese sentido, la jueza Cukla informó que pondrán la propuesta a consideración con los integrantes del tribunal.

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