Luisa Amelia- El perfume de mamá

domingo 14 de agosto de 2022 | 6:00hs.

El mediodía se manifestaba en la magnitud extrema de su cálida expresión, un atisbo encendido de sol se deslizaba perezosamente y resplandecía entre las plantas con flores, donde la azalea reinaba colorida y audaz.

Luisa Amelia se encontraba sola en el patio del fondo de su casa. Escuchaba sin prestar mucha atención la música que provenía de la casa vecina. Había lavado los platos, después del almuerzo, buscó su sillón predilecto, encendió un cigarrillo y comenzó a leer el diario como lo hacía de manera cotidiana. Era algo casi mecánico, comenzaba con las necrológicas y policiales, luego leía las noticias sociales, después durante treinta minutos desmenuzaba toda la información del periódico, hasta que el sueño la dominaba y se iba a dormir la siesta. Pensó como lo hacía siempre, planificando la cena para esa jornada. Seguramente milanesas con puré de papas, el plato predilecto de su esposo e hijas. Como de la nada sintió el aroma conocido. El perfume era intenso. La embargó por completo en ese momento de perplejidad y con la particularidad de que era el que utilizaba su madre. Esa fragancia floral la identificaba como a una mujer romántica, femenina, coqueta y dinámica. Ese aroma que acompañaba siempre a su mamá la hacía inconfundible y única.

Luisa Amelia sintió también la voz de su progenitora que le llamaba por su nombre. Se puso de pie asombrada y confundida. Entonces escuchó el sonido del teléfono fijo que provenía del living de su casa. Corrió hasta allí con una extraña presunción y temiendo que algo fatal había sucedido. Temblaba el tubo en su mano. La voz del teléfono era fría y escueta. Primero le preguntaron por su identidad y acto seguido le anunciaban que le estaban llamando de la Comisaría para notificarle que su madre había perdido la vida en un accidente vial. La noticia dada de manera tan abrupta y dura, la conmovió e hizo que dejara caer el teléfono al piso. Se sentó en el sofá, sentía como la voz que provenía del receptor continuaba dando detalles del suceso.

Miró la mesita ratona, su madre le sonreía desde un portarretrato. Lloró desconsoladamente casi treinta minutos, abrazando la foto.

Cuando se calmó, comenzó a marcar en el celular el número de su esposo, para comunicarle la nefasta noticia.

Esa fragancia floral seguía presente allí, Luisa Amelia, se secó las lágrimas con la palma de su mano y susurró “sé que estas aquí madre. Te siento junto a mí, lo percibo y te aseguro que seguirás eternamente a mi lado, hasta que en algún momento volvamos a encontrarnos”. Para agregar:

“Extrañaré tus guisos, me harán falta sin lugar a dudas tus caricias, cuando me alisabas el cabello, los cigarrillos, fumados a escondidas y luego tomar mandarinas, para que el olor a tabaco, desaparezca”.

Luisa Amelia se puso de pie, corrió la cortina, para que el sol de la tarde inundara la casa y se puso a hablar por celular con su esposo, comentándole lo que había ocurrido.

El perfume de mamá sigue siendo mi amparo y me embriaga en momentos difíciles o plenos de felicidad.

Mario Zajaczkowski

Cuento basado en un hecho real y es parte del libro Unos cuantos cuentos. Zajaczkowski es docente jubilado. Vive en Apóstoles, Misiones. Publicó “Historias y Leyendas Urbanas de Apóstoles” entre otros libros

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