La mecánica es parte de su vida cotidiana y ahora va por la Fórmula Renault

Valentino Mattive, con los fierros en el ADN y un futuro prometedor

Con apenas 16 años, el piloto obereño se impuso en la Clase 3 del Misionero de Pista. La pasión familiar, el karting como escuela y condiciones que lo proyectan a nivel nacional
domingo 31 de julio de 2022 | 6:05hs.
Valentino Mattive, con los fierros en el ADN y un futuro prometedor
Valentino Mattive, con los fierros en el ADN y un futuro prometedor

En la casa de los Mattive se respiran fierros. Cruzan la calle y está el taller, así que la mecánica y los autos de carrera son parte de su vida cotidiana, una verdadera pasión marcada en el ADN de la familia.

A los 7 años, Valentino Mattive empezó a girar en karting y a los 8 ganó su primer título en la disciplina. El año pasado debutó en la Clase 3 del Campeonato Misionero de Automovilismo en Pista y el 10 de julio último ganó su primera carrera, con apenas 16 años.

Fue en el marco de la cuarta fecha del certamen organizado por la Federación Misionera de Automovilismo Deportivo (Femad) que se disputó el autódromo Ciudad de Oberá, por lo que se dio el gusto de ganar como local.

El obereño a bordo de su VW Gol aguantó los embates de los consagrados de la categoría, ganó una final apasionante y lo festejó con familiares y amigos.

Según registros del periodista Pablo Lizarraga, con 14 años Carlos Okulovich (h) ganó en el TC Nordeste y a los 15 Joaquín Rodríguez Oudín se impuso en la Clase N2 del Rally.

De esta forma, tras su triunfo en Oberá, Valentino Mattive se convirtió en uno de los tres pilotos más jóvenes en ganar en una carrera fiscalizada por la Femad y el segundo en Pista. Un logro que marca su enorme proyección y lo ubica entre las promesas del deporte misionero.

“Ahora ya estamos buscando el campeonato”, se animó a reconocer durante la entrevista con El Territorio mientras colaboraba con su papá Cristian en la puesta a punto del auto con vistas a la próxima fecha.

Y todo sin descuidar los estudios. Valentino asiste a cuarto año y después quiere estudiar ingeniería. También le gustaría correr en Fórmula Renault.

Los inicios y el choque

Junto a su hermano mayor Juan Pablo, desde chiquitos jugaron entre autos de carreras, por lo que fue natural que ambos se convirtieran en pilotos.

“Cuando tenía 7 años empecé a girar, a los 8 gané el primer campeonato y el segundo a los 9. Al año siguiente fui subcampeón nacional y después hice tres años más en Buenos Aires, donde logré varios podios, pero nunca corrí un campeonato completo por el presupuesto que requería y los viajes”, precisó.

En 2019 su hermano mayor debutó en la Clase 3 y Valentino no compitió. En 2020 llegó el parate obligado por la pandemia, pero el año pasado el más chico de los Mattive debutó en el campeonato de Pista.

Al respecto, el papá mencionó que “empezó a probar y andaba a la par del hermano, y en la primera carrera clasificó tercero corriendo con el auto de un amigo de Iguazú”.

Todo iba viento en popa, hasta el accidente del 5 septiembre del año pasado, por la quinta fecha que se corrió en Posadas. Se disputaba la serie de la Clase 3 cuando en la recta principal se tocaron Valentino y otro obereño, Gerardo Von Steiger, quienes impactaron el paredón lateral y al rebotar golpearon a Luis Garay, también de Oberá.

Ninguno sufrió heridas de gravedad, pero los tres tuvieron que abandonar la carrera porque los autos quedaron destruidos.

“El auto soportó bien y sólo me esguincé un tobillo y tuve un par de moretones”, contó el juvenil, quien recién volvió a competir este año.

A su lado, el papá recordó que luego del accidente tuvo que devolver el auto, que era prestado.

Pero ahí apareció la figura del Mosca Pastori, quien el día después del choque les regaló el Gol con el que actualmente corre Valentino.

“Estamos eternamente agradecidos a la familia Pastori. Fue el primer auto de Juampi Pastori y antes había sido de Carlitos Okulovich”, precisó sobre la historia de la máquina.

Condiciones y recursos

Consultado sobre cómo tomaron con su esposa el accidente, lo que tal vez hubiera hecho replantear muchas cosas, Cristian Mattive se sinceró: “La madre está resignada. En casa no se habla de otra cosa que no sea automovilismo, pero porque ella también apoya. No sabemos ni pescar, nuestra cabeza pasa por los fierros”.

Igual, reconoció que la mamá es quien marca límites, como por ejemplo que Valentino cumpla primero con el colegio y después sí, las carreras.

Hoy Juan Pablo está enfocado en sus estudios universitarios, por lo que sólo el más chico de los varones compite.

“El mayor es un poco más vehemente, Valentino más cerebral. Está muy fino, me transmite lo que hace el auto; se baja y él toca el auto, cosa que no hace nadie. El lunes, después de la carrera que ganó, sacó el motor y lo revisó”, contó el orgulloso.

Más allá de las condiciones técnicas de Valentino, lo cierto es que el automovilismo requiere recursos y apoyos para escalar de categoría.

“Me dicen ‘¿por qué no prueban un Fórmula Renault?’, pero correr una carrera no sirve. Y tampoco puedo vender mi casa para que gane un campeonato”, reflexionó el papá.

Por su parte, pensando en lo que viene en el Provincial, Valentino mencionó que está tercero, restan cuatro fechas y sueña con el campeonato.

“Creo que desde que empezó el año fuimos candidatos, pero después de ganar es como que me saqué un peso de encima y ahora vamos por el título”, afirmó con la confianza intacta.


La escuela del karting

Por su edad, Valentino Mattive requiere una autorización firmada por sus padres ante escribano público para poder competir en automovilismo.

Recién dentro de dos años podrá obtener su licencia de conducir, aunque no se desespera.

“Mis dos hijos corrieron en karting desde chiquitos y creo que por eso nunca sintieron necesidad de agarrar el auto y salir”, contó el papá.

Además, ponderó la escuela del karting para el manejo de coches de carrera: “Cuando yo corría me costaba mucho buscar una referencia en la pista, pero no corrí en karting, empecé a correr de grande. Ellos ya tienen todo incorporado, hacen una vuelta y ya leyeron la pista: ahí hay un saltito, tengo que frenar. Es increíble. Por eso tampoco me subí al auto a ver como estoy en tiempo con ellos, porque son mucho más rápidos”.

 

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