El ideólogo, Juan Fontini, vive en Aristóbulo y es un inventor de alma

Creó un artefacto para pelar más rápido las mandiocas

En pocos segundos, la máquina saca la cáscara sin esfuerzo. También diseñó una similar para el ananá. Piensa ahora hacerla eléctrica y trabaja en un aparato para hacer abono 
domingo 17 de julio de 2022 | 6:05hs.
Creó un artefacto  para pelar más rápido las mandiocas
Creó un artefacto para pelar más rápido las mandiocas

A Juan Fontini lo movilizaron siempre dos acciones: el hacer y el emprender. Su naturaleza inquieta y curiosa lo llevó a buscar soluciones tanto para su chacra -a unos pocos kilómetros de Aristóbulo del Valle- como también encargos de particulares, de Misiones y de otras partes del país. A sus 80 y pico (sic), ese espíritu sigue vigente, reconoce. 

De la ruta serán poco más de cinco kilómetros. Al llegar se encuentra un pequeño galpón que por su apariencia fue testigo del paso del tiempo en la zona, prácticamente inmersa en el valle del majestuoso Cuñá Pirú. Ese taller, lleno de herramientas clásicas de cualquier inventor, es el espacio de la materialización de las ideas de Juan, de las que se ejecutaron y de otras tantas que restan concretarse.

La máquina tiene aproximadamente un metro de alto.

Sonrisa de por medio, Don Fontini cuenta cómo dedicó su vida al trabajo, pensando en cosas nuevas y perfeccionar técnicas. Esa premisa lo llevó a crear inventos, algunos más específicos para el campo y otros que bien podrían estar en la cocina de cualquier hogar.

Siempre se interesó por la actividad industrial ligada a la materia prima; interés que se convirtió en realidad, trabajando en la producción de almidón por la ruta nacional 12.

En un momento optó por llevar de la ruta 12 a la 14 un poco de esa actividad. Fue cuando montó su pequeña pyme en un lugar paradisíaco del Centro misionero. 

La mandioca es el principal insumo de la actividad y, a la vez, de gran consumo en la mesa de las familias de la tierra colorada. Pero aparece un límite: el hecho de pelar, que habrá resultado a más de uno algo fastidioso. Pero en eso encontró una solución: una cilindradora de mandioca.

Puntualmente es una estructura de soporte que unifica un brazo metálico que está conectado a una cuchilla para presionar la mandioca sobre una bandeja perforada que funciona -de un diámetro determinado- como filo para el pelado. Ese brazo se mueve hacia abajo y tras el movimiento, por un caño inferior sale la mandioca sin piel, prácticamente lista para luego llevarla a la cocina. Una solución rápida y sin mayor esfuerzo.

Los orígenes de la iniciativa

Conocedor de la industria, muchas décadas atrás -no precisó cuántas- Fontini trabajó en la producción de almidón en inmediaciones de Puerto Rico donde se concentra mayormente ese trabajo.

En esos momentos, los sistemas eran mayormente manuales hasta que se decidió aplicar un sistema llamado flash para el secado de la mandioca para la posterior elaboración de harina.

En diferentes procesos y etapas, se pasa de la mandioca recién salida de la chacra al polvo final, para la materia prima lista para la venta.

Don Juan, convencido, decidió instalar esa propuesta en Aristóbulo del Valle, en el afán de generar más puntos de desarrollo de la producción almidonera.

Para agilizar los trabajos, pensó en la máquina para pelar mandioca.

Juan también se encuentra trabajando en otras creaciones, como una máquina para producir abono.

“Con la experiencia que me dio el trabajo pensé en un sistema más moderno para salir de lo tradicional. Pensando que siempre las pequeñas industrias tienen trabajo, por ejemplo de 2.500 kilos de almidón por 10.000 kilos de raíces, pensé en una idea mecánica para el trabajo de pelar mandioca”, expresó Fontini en diálogo con El Territorio.

Fue así que pensó en la máquina, que de altura mide un metro aproximadamente. Un diseño propio, que él mismo lo imaginó y lo plasmó.

Creatividad exclusiva. Apelando a técnicas mecánicas para el uso de la fuerza, un brazo metálico y una cuchilla -de diferentes espesores- alcanzaron para dar vida a ese artefacto.

Por supuesto, se empleó el acero inoxidable con el objetivo de garantizar la higiene de la mandioca en todo el proceso, desde antes de que sea rebanada hasta que quede sin la cáscara.

Esta técnica apunta a agilizar también el proceso de la elaboración del almidón a través del sistema flash, ya que la mandioca ingresa sin la cáscara. Pero también permite sumar un detalle particular.

“La mandioca con cáscara tiene un determinado valor para la venta, mientras que la mandioca pelada tiene otro valor completamente distinto, hasta diez veces más”, afirmó el hombre.

Luego hizo una comparación que da cuenta de la ganancia, medido en términos de tiempo y rendimiento, de la máquina: “En seis horas, usando la máquina se pueden pelar 300 kilos de mandioca. Si uno tuviera que hacerlo de manera manual con el cuchillo, el número estaría muy por debajo, unos 80 kilos”. 

Este matutino fue testigo del funcionamiento de la cilindradora. Con apenas un ligero movimiento de la palanca, la cuchilla se acciona y en cuestión de unos diez segundos las cáscaras de la mandioca quedan tendidas sobre una bandeja de acero y por un caño inferior sale la mandioca limpia, sin vestigio alguno.

Ese proceso Fontini lo repitió unas diez veces y el resultado fue el mismo. El asombro, también.

“Me han pedido mucho esta máquina a lo largo de 30 años. Me acuerdo que vendí unas máquinas por acá en la zona -Aristóbulo-, en Posadas, en Formosa también. Fue muy pedida esta máquina”, explicó.

Al mismo tiempo, agregó que piensa y trabaja en rediseñar el artefacto ya no para uso manual sino que el funcionamiento sea eléctrico, adaptándolo a los tiempos que corren. Sus ganas de crear siguen intactas.

A la par de la cilindradora de mandioca surgió una propuesta casi idéntica, pero para otro fin: las frutas, puntualmente el ananá.

Mientras avanzaban los años 80, don Juan recibió un encargo del entonces gobernador Ricardo “Cacho” Barrios Arrechea para reactivar la industria del ananá en Colonia Aurora. En ocho meses puso en marcha una máquina envasadora, pero también una rodajadora que tiene el mismo espíritu que el de la mandioca.

Por supuesto, tienen diferencias, ya que las dimensiones son completamente distintas, el tipo de cuchilla también. Pero la esencia es igual. Moviendo la palanca se acciona la cuchilla, que saca inmediatamente la cáscara del ananá, dejándolo prácticamente disponible para su consumo inmediato.

“Estamos trabajando para reactivar estas ideas, que paramos durante la pandemia. Queremos ponernos a punto, ahora con los motores para hacer el trabajo y volver a poner todo en marcha”, reconoció Fontini, quien lamentó el parate que se debió -en parte- al robo de motores que sufrió tiempo atrás.

Pero esas máquinas cilindradoras siguen allí, intactas y con muchas tareas por hacer pendientes, encomendadas por el espíritu inquieto de don Fontini.

Recobrar la tierra

“Hay que recuperar la tierra”, afirmó Juan. En tiempos en que las medidas para frenar el avance del cambio climático, toda acción en beneficio aporta. Él apuesta a eso: a recobrar el suelo.

Desde muy joven tomó contacto con la naturaleza y hasta hoy en día está rodeado de miles de árboles en estado puro.

Para esa recuperación también pensó en algo. No tiene un nombre definido, pero sí una es una máquina de unos tres metros de longitud que, con el funcionamiento de un motor, transforma las heces de gallina en abono. La iniciativa está en plena marcha. 

Ese artefacto fue hecho y diseñado también con sus propias manos, con una particularidad: todo está hecho con hierros que anteriormente fueron ocupados para otras cosas. Ahora les dio un nuevo rol. El objetivo, reconoce, es ser sustentable para contribuir con el ambiente que así lo demanda.

“Con este abono podemos recuperar la tierra vieja. Se aprovecha lo que ya hay, en ese caso, de la avicultura, que permitirá que la tierra tenga un mejor rendimiento. Es una técnica que se aplica en Brasil y la idea es traerla acá. La máquina tiene un trabajo mecánico, con una pequeña turbina, un embolsado y un pequeño molino para que funcione. Toda ingeniería fue pensada por nosotros”, indicó Fontini mientras explicaba con orgullo su nuevo invento.

“Es que en esta vida hay que tener voluntad de hacer y de emprender. Y también, por supuesto, de cuidar el medioambiente”, reflexionó Fontini al ser consultado sobre lo que tiene que tener un inventor en todo momento.

Pero ese concepto va más allá, ya que lo considera como un espíritu de vida que debe tener cualquier persona.

Después de ese mensaje, Don Juan volvió a supervisar su nuevo invento. Agarró unas herramientas y se puso manos a la obra para seguir creando. 

 

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