Talo, el precursor en Misiones del tiro con arco

Juan Carlos Giménez es uno de los grandes impulsores del tiro con arco en Misiones. Con experiencia y una rica historia bajo sus brazos, el entrerriano mantiene viva la llama de este deporte ancestral creando escuelas y forjando a las futuras promesas
miércoles 13 de julio de 2022 | 4:00hs.
Talo, el precursor en Misiones del tiro con arco
Talo, el precursor en Misiones del tiro con arco

El tiro con arco es uno de los deportes forjadores de carácter y templanza que mantiene viva la llama ancestral. El ritual de concentración que requiere cada disparo lo vuelve único en su especie, casi que incomparable si de sensaciones hablamos.

En Misiones, la llama de la arquería se encendió en un aserradero de Aristóbulo del Valle allá por finales de la década del 50. Los involucrados: un empresario e inventor de capacidades ilimitadas y su hijo de 12 años. Una historia que merece ser contada.

Juan Carlos Giménez nació en Chajarí, Entre Ríos. Su esfuerzo le valió el reconocimiento de ser considerado uno de los grandes referentes históricos de este deporte en la tierra colorada.

Hoy, con 75 años, Talo se mantiene intacto como instructor de arqueros sosteniendo la pasión de la que tanto presume el tiro con arco, sabiendo que si mira para atrás, el recorrido no pudo ser más perfecto. Desde aquel chico de 12 años hasta la fecha, el viaje valió la pena.  

“Llegamos en tren a Posadas en 1957. Mi papá (José Elías) se fue moviendo por Buenos Aires con una empresa de hacer caminos y terminamos acá”, inició Talo.

“Él era un entusiasta y se reinventó como maderero en Aristóbulo del Valle, en el kilómetro 1.214 de la ruta 14. El aserradero se llamaba El Arbolito y tenía 20 mil hectáreas de monte nativo; era uno de los más grandes de la región y todo se movía con una caldera”, recordó.

Giménez enseña arquería en el Capri, club que tuvo un crecimiento considerable en los últimos dos años. Fotos: Nicolás Arce

“En ese lugar mi papá me fabricó un arco símil longbow laminado en madera de guatambú. Las flechas las hizo de madera de laurel morotí porque en el aserradero tenía cuatro mesas de elaboración de palos de escoba y él había desarrollado un cabezal de corte regulable. Es decir que podía hacer con el mismo torno palos de escoba, palos de plumeros y varillas para tarugos. De ahí surgieron mis flechas”.

“Puedo afirmar, entonces, que mi papá construyó el primer arco laminado de madera de Misiones. Utilizó un pegamento que él mismo estaba desarrollando y prensó las láminas… yo con 12 años le tiraba después a todo lo que había”, contó Talo mientras aparecía una sonrisa en su rostro.

Precisamente aquel niño, y casi sin saberlo, encendió una llama que jamás se apagó. Así lo denota en cada anécdota que describen sus palabras: “Disfrutaba de los viajes en camiones a toda la provincia, ese olor a madera recién cortada es imposible de olvidar y conmigo siempre me acompañó aquel arco”.

Crecimiento profesional

Ya en 1962 los alumnos de un colegio capitalino fueron invitados por el Tiro Federal de Misiones para recibir instrucción de tiro al blanco con aire comprimido. Allí se encontraban Talo, de 16 años, y su hermano.

“De todos los que fuimos ese día, solamente mi hermano y yo seguimos yendo los fines de semana al Polígono. Pasamos a tirar con calibre 22 y luego con fusil Mauser 7,65”.

Con clase y estilo, el entrerriano pero misionero por adopción es uno de los grandes referentes del país y la región.

“Tres años después nos hicimos amigos de Julio Núñez, quien fuera varias veces campeón nacional en silueta olímpica. Él resultó ser muy importante en este camino porque trajo un longbow de origen inglés comprado en la Casa Arrows de Buenos Aires por su tío… lo encontramos de casualidad arriba de un mueble. A esto le sumamos todos los conocimientos necesarios leyendo la enciclopedia británica en la biblioteca del Ruiz de Montoya”, remarcó.

La línea temporal continuó su curso hasta que llegó un nuevo personaje importante a la vida de Talo: Alejandro Pajón, maestro e inspector de escuelas primarias nacional y gran tirador de escopetas.

En 1971 Pajón cedió al grupo de entusiastas un arco recurvo laminado en maderas de muy buena calidad y terminación; era fabricado por Masciotra y Copello de la marca era ‘Mascop’ que venían en distintas potencias en libras (de 45 a 65).

Así alcanzaron el profesionalismo en un deporte que hasta ese momento era pasatiempo.

Primera escuela

Ya en 1978 la historia volvió a jugarle una buena mano con la creación de la primera escuela de arquería de Posadas : “Entramos como socios deportivos al Centro de Cazadores; en total éramos unos 15 arqueros”, aseguró Talo.

“Nuevamente con la ayuda de Pajón incursionamos en el tiro con arco olímpico cubriendo todas las distancias de las rondas Fita (hoy WA) y con el agregado del tiro cloud. También compramos el libro ‘ZEN en el tiro con arco’, de Herrigel”.

“En la pedana del club los paraflechas eran de rollos de paja y luego de telgopor de alta densidad para los iniciados. Además marcamos el círculo y pusimos la banderita del tiro cloud a 140 metros frente a nosotros. Teníamos un campo de más de 400 metros frente a la pedana”.

“Lamentablemente el club decidió levantar una cancha de rugby en esos campos y no pudimos practicar”, se lamentó.

Pero la aventura de Giménez estaba lejos de terminar a pesar de transcurrir gran parte de su vida adulta en Puerto Mineral atendiendo un secadero de yerba mate: “A mi regreso a Posadas, ya jubilado en el 2013, me contacté con la dirigencia del club Pirá Pytá para llevar el tiro con arco al club. Recorrimos los lugares apropiados, pero no daban las condiciones de seguridad”.

“No me quedé en el molde; en noviembre de 2015 compramos unos arcos prana y dos docenas de flechas; con mi amigo Jorge Magua y con mi hijo Carlos comenzamos a tirar en la Asociación Tiro Federal de Candelaria por invitación de la institución”.

Se puede afirmar que Talo sembró semillas a lo largo y ancho de Misiones, mientras que en Posadas incentivó el tiro con arco en varios clubes como el Mitre, Racing o Huracán. Todo gracias a su gestión. 

Los lugares fueron pasando hasta llegar al Capri en el 2019. “Aquí organizamos un torneo para los alumnos de los colegios de Misiones; además llevamos adelante un regional, federamos a la Fatarco a cuatro arqueros y fuimos partícipes de la formación de una Asociación de Tiro con Arco de Misiones (Amita)”, dijo orgulloso.

“Hoy soy instructor nacional y trato de impulsar la arquería en la provincia, para después dejar que crezca sola… mi pasión es enseñar lo que aprendí a través de mis lesiones porque conozco todo lo que te pueda pasar en la arquería; estoy capacitado para enseñar. Vi tanto de esto que hasta determino si las personas pueden andar o no”, se autodescribió.

“La arquería es algo del tiempo que me sobra, no del que me falta. Toda mi vida trabajé hasta jubilarme, jamás me desvié con los trabajos y mi profesión de ingeniero químico”, cerró Talo con tanta seguridad y firmeza que sin dudas es inspiración para sus dos hijos y para todos los arqueros que tienen la dicha de conocerlo.

Una figura fundamental en este álbum histórico del deporte misionero.


Tiene banca

En el club Capri se llevan adelante las clases de arquería con un equipo conformado en plena pandemia y que creció gracias al apoyo de referentes como Talo.

Hoy la escuela cuenta con 39 competidores, de los cuales 15 están federados a nivel nacional y 30 a nivel provincial.

Todos ellos tienen el privilegio de recibir instrucción de Giménez.

Las clases son semanales, con competiciones a la vista en cada semestre.

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