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En medio de muchas necesidades, el deseo de Leonardo es el documento de identidad

Leonardo Maidana (85) sobrevive gracias a la caridad en una chacra de la localidad de Villa Bonita. Es indocumentado. Fue encontrado en estado de abandono tras la muerte de su patrón.

martes 05 de julio de 2022 | 15:57hs.
En medio de muchas necesidades, el deseo de Leonardo es el documento de identidad
El abuelo resiste en soledad, en los últimos tiempos con muchos problemas de salud. //Fotos: Cristian Valdez.
El abuelo resiste en soledad, en los últimos tiempos con muchos problemas de salud. //Fotos: Cristian Valdez.

Leonardo Maidana tiene 85 años, vive desde hace décadas en una chacra de la localidad de Villa Bonita (a unos 20 kilómetros de Oberá) y su deseo es tener su Documento Nacional de Identidad (DNI).

En su rancho apenas tiene una cama y al lado una mesa con un par de ollas y una cuchara, pero resiste y deja de lado todas sus necesidades porque su mayor anhelo es ser legalmente un ciudadano argentino. "Si, eso quiero", reafirma.

Su vida no fué fácil, cuentan quienes conocen su historia. Se vino al país siendo aún menor, desde su Paraguay natal y vivió en otros lugares de Misiones hasta que consiguió trabajo  como cuidador de la chacra en la que se encuentra actualmente.

Desde que su patrón murió y la viuda decidió mudarse a otra localidad, hace varios años, sobrevive gracias a la caridad de algunas personas que le acercan diariamente la comida a instancias de la municipalidad, que hace un tiempo también mejoró su casa.

De andar pausado, el abuelo Leonardo expuso la necesidad del documento único para poder avanzar sobre sus derechos como ciudadano.

"Cuando lo encontraron hace algunos años estaba realmente mal, tenía piques por todos lados, llagas, muchas heridas en el cuerpo, estaba abandonado en este lugar desde que la dueña se mudó pero él se quedó porque su vida dedicó a trabajar estas tierras", explicó Camelia, una joven de Villa Bonita que todos los días de la semana le lleva dos raciones de comida, para el almuerzo y la cena. Paralelo a ella lo asiste Mariana, sin importar si llueve o hace frío. La comida debe estar.

Esta mañana, en moto y en compañía de su hijo Camelia recorrió los caminos de tierra que separan el centro del pueblo con la chacra en la que vive el abuelo, quien los recibió entre contento y agradecido.

Mientras charlaban la mujer avivó el fogón y barrió las tablas del piso; luego sacó de una mochila dos recipientes con la comida para el mediodía y la noche. También acercó un bidón con agua de pozo que extrajo minutos antes.

"Con mis papás algunas veces, pero sobre todo con la otra señora (por Mariana) lo llevamos a la casa para higienizarlo y todas las semanas se le acerca los alimentos, mercaderías, remedios", contó Camelia.

Cerca de una hora después Leonardo volvió a la soledad esperando que la rutina se repita al día siguiente. "No lo conozco pero hágame el favor", insistió antes de que su única visita diaria se pierda en el camino.

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